Luz De Mi Oscuridad

98. Visita no deseada (Brando)

“4:40 Pm”

—Miren al nuevo intentando golpearme —dice uno de los tipos riendo

—Ya déjenme en paz —lo digo enojado

—No, eres nuestro saco de box, ¿por qué te dejaríamos en paz?

—Ya termino su descanso, vayan a sus celdas —dice un oficial en voz alta

—Nos vemos mañana, amigo —me dice uno de los tipos riendo

—Tienes visita —me dice el oficial

—No acepto visitas, dile que se retire de aquí —lo digo con seriedad

—Es tu abogada, al parecer quiere hablar de algo muy importante

—¿Abogada?

Que raro yo no tengo ningún abogado ni mucho menos una abogada

—Sí, ahora ve —me dice el oficial enseñándome su porra

—Está bien, iré —lo digo sacudiendo mi ropa

El oficial me esposa, y me lleva hasta la sala de visitas.

—Espere, por aquí no es la sala de visita

—Tu abogada pidió más privacidad para los dos —me dice el oficial llevándome a una habitación lejos de los demás.

Al llegar a la puerta de un cuarto me quita las esposas.

—Ella te espera adentró, estaré aquí si necesitas algo

—Está bien, pero no entiendo por qué me llevaste esposado

—Solo entra —me dice en voz alta

Al entrar veo a una chica muy linda sentada a lado de un escritorio.

—Hola, señorita

—Hola Brando, ven toma asiento —me dice la señorita

Lentamente, camino hasta la silla y me detengo en frente de la silla

—¿Por qué no toma asiento? —me pregunta la señorita

—No es necesario, solo vengo a dejarle algo claro, no pedí uno abogado, ahora dime quién te mando, ¿Luz?, ¿Jonathan?, ¿no me digas que Soledad?

—Ninguno de ellos, solo encontré tu caso, y quise ayudarte

—No necesito su ayuda, ya que mi caso es simple, yo maté a alguien y ahora estoy pagando por eso

—No diga eso, en su reporte dice que mato al señor Óscar para salvar a su amigo

—Eso no cambia nada, ahora me retiro, tengo que pagar mis 10 años de cárcel

—¿Y usted cree que 10 años de cárcel valga igual que una vida?

—No, para nada creo en eso

—Entonces porque no mueres, así estarían a la par

Al decirme eso, la chica saca una pistola

—¿Quién te mando a matarme? —pregunta nervioso

—No es necesario que lo sepas, ya que morirás ahora mismo

—¡¡Oficial!! —grito con fuerza

—No te ayudará, él trabaja para mí

Rápidamente, agarró la silla, y con ella lo intentó golpear

—Eres un idiota, si crees que eso me detendrá —me dice deteniendo la silla con la otra mano

—Estás loca, ¿cómo puedes vivir matando personas?