Capítulo 12 - Distorsión

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Cuando el despertador de Jungkook sonó aquella mañana, lo ocurrido con Taehyung fue lo primero que pasó por su mente, arrepintiéndose de la conversación que habían tenido. En primer lugar, porque no quería pelearse con él cuando decidió escribirle, y, en segundo lugar, porque había dicho más de lo que querría.

Con aquella confesión, le había dado munición a su enemigo para utilizar en su contra. ¿De verdad que le había dicho que quería abrazarle y consolarle? ¿De verdad que había reconocido que no quería odiarle? Pero no podía evitar preocuparse por él, lo ocurrido con Bogum era serio, y sentía la imperiosa necesidad de mantener a salvo a su príncipe. Su estúpido príncipe. Su malvado príncipe. Pero suyo, y de nadie más.

Mirando fijamente el techo de su dormitorio, se permitió unos minutos para reflexionar sobre cuales eran sus opciones. Andar como si fuese el guardaespaldas de su archienemigo no tenía ningún sentido, e ir a acusar a Bogum sin pruebas era una verdadera estupidez. Ni siquiera sabía si Taehyung sentía algo por él, o si estaría dispuesto a reconocer públicamente lo que había ocurrido.

Viendo lo lejos que había llevado su mentira para evitar enfrentarse con él, podía ser lo suficientemente estúpido como para negarlo todo solo para evitar una confrontación con su agresor. Pero en ese momento, Jungkook se puso en su lugar y una oleada de culpa le invadió. Era habitual entre las víctimas de agresión sentir que ellas eran las culpables y que, si hubiesen actuado diferente, nada habría ocurrido. Y releyendo los mensajes que había intercambiado con Taehyung, parecía que ese era su caso.

Por desgracia, ni siquiera era la primera vez que Bogum hacía daño a alguien que le importaba. Varias personas de su curso habían caído en sus redes, ignorantes de los juegos sucios que seguía el chico. Y movido por la frustración (y aunque nunca fuese a reconocerlo, por su amor por su "odiado" príncipe), tuvo una idea para darle a Bogum su merecido.

Pero eso tendría que ser luego. Con tanto pensar, se había hecho tarde y solo tenía 10 minutos para ducharse, vestirse y salir de casa. Por suerte, era un experto en lidiar con aquellos días en los que se le pegaban las sábanas, y en 9 minutos y 50 segundos estaba cerrando la puerta de su apartamento. En unos instantes, el ascensor llegó y, frotándose la cara para intentar despertarse un poco más, entró dentro de él. Educadamente, saludó con una reverencia de cabeza a la anciana que había ya en su interior, y balbuceó un "buenos días, señora" dejándose caer con el hombro sobre una de las paredes.

— Ay, bonito, qué cansado se te ve. ¿Has estado estudiando mucho? —dijo la señora.

— Algo así, señora—respondió Jungkook, mirando hacia ella con una sonrisa.

— Tienes cara de buen chico—dijo la señora, devolviéndole la sonrisa—No como mi vecino de abajo, ese gamberro...

Sin prestar mucha atención, Jungkook siguió sonriendo educadamente, asintiendo con la cabeza. Pero la mujer parecía animada a hablar, y continuó con su discurso.

— Verás, hijo, yo es que vivo en el 9º E, y mi vecino de abajo está horas y horas tocando esa horrible guitarra eléctrica. ¡Tuve que quejarme a la comunidad de vecinos! Les pedí que prohibiesen que hiciese ese ruido, pero al final solo se lo han prohibido algunas horas... ¿te lo puedes creer?

Al escuchar aquello, Jungkook se giró hacia ella con cara de sorpresa, reprimiendo las ganas de gritar. ¿Había sido aquella mujer la que le había reportado a la comunidad de vecinos? Con horror, recorrió mentalmente todas y cada una de las veces que Taehyung había negado haberlo hecho, su arranque de furia en el que le había empujado la noche que se enteró, y el dulce rostro del chico aterrorizado, suplicando que le creyese.

Al llegar el ascensor a la planta baja, sintió la necesidad de correr por las calles para llegar al conservatorio y huir de aquel cubículo. Taehyung había dicho la verdad. No le había traicionado, y él había dejado que sus traumas pasados tiñesen su pensamiento. Puede que Jimin y Taehyung hubiesen cometido el error de ocultarle el problema por una razón absurda, pero su disculpa finalmente sí había sido sincera, y él lo había tirado todo por la borda por escuchar a los fantasmas de su pasado.

Entre notas [EN EMISION]Where stories live. Discover now