11. Qué Has Tomao

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En cuanto Claire se enteró del nuevo plan, le faltó tiempo para escabullirse de su casa por la ventana, coger la bici, atravesar tres barrios a toda pastilla y llegar a la fiesta en tiempo récord. Tras dejar la bici en la puerta, rodeó la casa, dirigiéndose directamente hacia donde Kate le había avisado por llamada que se encontraban.

A los pocos metros de adentrarse en la linde del bosque, desembocó en un pequeño claro en cuyo centro habían brasas, como de hoguera, dentro de un círculo de piedras. El suelo estaba espolvoreado con vasos vacíos y prendas de ropa sueltas. Alrededor del claro, entre los árboles, de vez en cuando se escuchaba un grito o una risa, además de fuertes pisadas, como de gente corriendo. Pam estaba tumbada en un tronco cortado alrededor del fuego, en sujetador, mirando hacia el cielo con la boca abierta.

–¿Pam? –preguntó Claire, acercándose a ella.

La chica alzó la cabeza al escuchar su nombre–. ¡Claireee! –exclamó suavemente, volviendo a apoyar la cabeza sobre el tronco al darse cuenta de quién era–. ¡Has llegado!

–¿Todo bien? ¿Por qué estás sin camiseta?

–Nos la hemos quitado todos. Teníamos calor.

Claire la observó un par de segundos antes de encogerse de hombros y quitarse la camiseta ella también, quedando en sujetador al tiempo que se sentaba en el tronco al lado de Pam–. ¿Y los demás?

–Por ahí jugando a las tinieblas –contestó Pam, señalando con el dedo hacia los árboles–. A mí me han pillado la primera, así que estoy aquí esperando a que termine esta ronda.

–Y mientras tanto qué, ¿te has jincado tres botellas tú sóla? –preguntó la rubia, dándole una suave patada a una de tres botellas vacías que descansaban en el suelo junto al tronco.

La chica se rió, negando con la cabeza, sus ojos fijos en las estrellas–. Eso ha sido entre todos.

Claire sonrió, mirando al frente–. Lo que tú digas, Lindsay Lohan.

Se escuchó un frufrú proveniente de los árboles, y de entre ellos surgió Corey, también sin camiseta, con el pelo lleno de hojas y ramitas. Parecía que venía de reírse, con los ojos brillantes y los labios curvados en una sonrisa que desapareció en cuanto vio a Claire sentada en el tronco.

–Hola, Claire –saludó con los ojos como platos, aparentemente desconcertado por la presencia de la chica. Su voz sonaba borrosa, como si tuviera un nudo en la lengua. Él también iba borracho.

–Hola, Corey –contestó Claire. Oh-oh, pensó Pam. Estos dos se llevan mal.

El chico tragó saliva, parpadeando con fuerza en un esfuerzo por despejar su mente. Se acercó hacia ellas, señalando hacia Pam con una mano–. Em... ¿está bien?

Pam alzó una mano, aún tumbada, con el pulgar hacia arriba–. Sehhh.

–Va como una cuba, pero sobrevivirá –terció Claire.

–Ah, bueno. Oye, ¿quieres...? ¿Quieres que me quede yo con ella? Así puedes ir tú a... Pues eso, a jugar con el resto. A mí es que me han pillado ya también, así que...

Claire sopesó la situación. Iban los dos totalmente zorimbos, eso estaba claro, y quizás no era la mejor de las ideas dejarlos solos al lado de un fuego. Por el otro lado, la situación se estaba volviendo cada vez más incómoda, y Claire realmente no quería seguir allí.

Se levantó del tronco, echándole una última mirada a Pam antes de asentir con la cabeza–. Okey. Hasta ahora.

Corey asintió con la cabeza y enrolló los labios al tiempo que se sentaba en el tronco, ocupando el espacio que la rubia había dejado libre.

𝙃𝙀𝙇𝙇'𝙎 𝘼𝙉𝙂𝙀𝙇𝙎Where stories live. Discover now