07. El Bender Bar & Grill

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Cuando Kate llegó al parque en el que habían acordado quedar, se encontró con que Robbie y Claire ya estaban allí. Robbie iba vestido con unos pantalones de pitillo negros, botas de combate y una chaqueta vaquera negra llena de parches e imperdibles, mientras que Claire llevaba puestas unas mallas cortas y desgastadas, una camiseta blanca con las mangas rojas, y zapatillas de deporte. No podían parecer más diferentes el uno del otro, y sin embargo, allí estaban, hablando en el parque con Robbie convenientemente de espaldas a Kate.

Acercándose a él por detrás con sigilo, Kate le hizo una señal a Claire, quien la vio y asintió con la cabeza, sonriendo. Entonces, Kate se arrodilló justo detrás de las piernas de Robbie y se puso a cuatro patas, y Claire, sin previo aviso, le pegó un fuerte empujón en el pecho.

Robbie se tambaleó hacia atrás, tropezó con Kate y cayó de culo contra el suelo, pegando un grito de sobresalto al caer.

–En vuestra raza me cago –espetó el chico desde el suelo, dirigiéndoles una mirada asesina mientras las dos chicas se reían de él.

–¿Dónde está Pam? –preguntó Kate al tiempo que Robbie se levantaba del suelo de un salto, dolorido.

–Buena pregunta –dijo Claire, enrollando los labios–. Te pensarías que después de haber mandado un mensaje de SOS al grupo y exigiendo que nos presentáramos todos en el parque urgentemente se dignaría a aparecer.

–¡Ya estoy aquí! –gritó una voz desde la lejanía, y los tres se giraron para ver a Pam llegar corriendo hacia ellos–. ¡Ya he llegado, ya estoy aquí!

Llegó junto a ellos sin aliento y se echó inmediatamente al suelo, jadeando como si acabase de correr una maratón. Los otros tres se la quedaron mirando mientras recuperaba la compostura, sentada en las losas del suelo.

–¿Estás bien, Pam? –preguntó Kate tras unos segundos.

–Sí, sí –respondió su hermana, levantándose y apoyándose en el hombro de Robbie–. ¡Uf! Siento llegar tarde, pero desde que ha vuelto mi padre, me pide explicaciones cada vez que voy a salir.

Kate se rió–. Menos mal que en dos semanas vuelve a irse de viaje.

–Amén –coincidió Pam.

–¿Qué está pasando, Pam? –preguntó Claire–. Por el grupo, lo has hecho sonar como un asunto de urgencia máxima.

–¡Ah, sí! Pues mirad, resulta que... ¿Dónde está Marshall?

Robbie se encogió de hombros–. Has mandado el mensaje por el grupo de la banda, y Marshall no está en ese grupo. No sabe que tiene que venir.

–¿Marshall no está en el grupo de la banda? –preguntó Pam, frunciendo el ceño–. Joder, deberíamos meterlo, haría las cosas mucho más fáciles para este tipo de cosas.

–Bueno, ¿nos vas a decir qué pasa o qué?

–¡Ay, sí, coño, que me distraigo! ¿Sabéis el Aero?

–¿El bar de rock en el que nos pasamos cada viernes noche? Sí, creo que sabemos cuál es.

Claire le dio una palmada en el culo a Robbie, quien soltó una exclamación de protesta–. Oye, vigila tu tono. Recuerda, no eres más que la putilla de esta banda.

Pam y Kate se rieron, y el chico frunció el ceño–. Esto es acoso, que lo sepáis.

–En fin, el Aero –intervino Pam, moviendo las manos para ganar la atención de los demás–. Hay un evento dentro de poco, una fiesta para despedir el verano antes de que empiecen las clases, y adivinad qué, ¡nos han invitado a tocar!

𝙃𝙀𝙇𝙇'𝙎 𝘼𝙉𝙂𝙀𝙇𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora