열셋: Soy todo tuyo

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KyungSoo no podía ser más feliz. Desde que había leído los libros de su hermana y luego descubierto que los cambiaformas existían, tras acoplarse a JongIn comenzaba a creer que aquellas historias eran reales.

Cada noche, al llegar a su departamento, encontraba a su pareja deseándolo por completo, a veces desnudo y gruñendo por clamar su derecho a poseerlo esa noche, o relajado sobre el sofá esperando a que el pelinegro llegara para ser poseído por su hombre sin ningún prejuicio, solo lujuria y su increíble vínculo que parecía crecer cada vez más y le hacía entender a KyungSoo lo que era estar realmente emparejado a un cambiaformas.

Sin importar los lugares en los que JongIn lo mordiera, el hermoso dibujo en sus antebrazos no se iba ni cambiaban; al contrario, parecían brillar más cuando entrelazaban sus manos juntas.

KyungSoo cortó su mano mientras preparaba los ingredientes para el plato que estaba haciendo, se quemó al tomar la fuente en la que había colocado la carne sin apagar el horno al olvidarse de usar los guantes, e incluso estuvo seguro de que arañó profundamente su pierna cuando volvió a caer de su moto.

Pero después de cada incidente, cuando revisaba las partes que habían sido "heridas", no encontraba una sola señal de que en realidad haya sucedido, y su pareja seguía diciéndole que eso era normal, era parte de su vínculo y que debía comenzar a acostumbrarse a ello; sin embargo, ¿como convencía a sus subordinados que aquella sangre que cayó y quedó manchando el piso de la cocina era solo su imaginación?

—¿Cuándo demonios estará lista la casa? Debo irme de aquí y regresar a Loto y Cerezo o poner mi propio restaurante —se quejó KyungSoo llegando esa noche a su departamento para encontrarse con su pareja, Dae, una mujer joven y otra cuya juventud se notaba ilegal.

—Hola, KyungSoo —saludó el hermano de su pareja y levantó la mano a las mujeres a lado de él—, ellas son Wendy, mi esposa y GaEul, nuestra hija —indicó, y entonces todo volvió a tener sentido para el pelinegro.

—Hola —saludó inclinándose educadamente, ambas hicieron lo mismo.

—Lo siento, vinieron de visita sorpresa —declaró JongIn antes de acercarse y darle un casto beso de saludo, supuso que por respeto a la menor.

—Bueno, yo vengo en encargo oficial —soltó Dae—, Wendy quería conocerte y GaEul vino para conocer las instalaciones del DGAU, ya que quiere estudiar ahí cuando termine la escuela.

—Comprendo —asintió el chef—, ¿les parece si vamos en ese orden mientras yo sirvo la cena y así todos charlamos a gusto?

Ellos asintieron, así que KyungSoo tomó la mano de su pareja y lo llevó a la cocina con él para que lo ayudara mientras platicaban.

—¿Y? ¿Cuándo? —Retomó el pelinegro mientras abría los recipientes y colocaba todo en platos, agradeciendo el singular pensamiento que tuvo a último minuto que le instó a empacar más comida de la normal.

—En realidad ya está lista y protegida —informó el rubio en un murmullo—, iba a decirte hoy para ir a verla y apuntar los muebles o adornos que necesitamos comprar apenas sea tu día libre, pero ellos llegaron y...

—No sé por qué estás susurrando si apuesto a que todos ellos son lobos y pueden oírte perfectamente desde cuadras a la redonda —soltó KyungSoo rodando los ojos.

—Es cierto —dijo la menor, quien tenía una contextura bastante parecida a la de su madre, excepto por los ojos que eran el exacto reflejo de los de su padre.

—Como sea, dime cuando es tu siguiente día libre e iremos de compras —le sonrió el rubio.

—Mañana estoy libre —declaró KyungSoo encogiéndose de hombros—. Renuncié hoy.

La marca que nos une [KaiSoo] (Lobos 1)Where stories live. Discover now