dieciocho

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JiMin miró a MiYeon como si repentinamente le hubiera salido una segunda cabeza, como si le acabara de confesar lo más loco del mundo, y ella se había quedado en silencio observando su reacción. Los ojos de él la miraban con confusión, sus labios estaban levemente fruncidos, pero lo que importaba no era su expresión, sino lo que pasaba por su cabeza. No podía imaginarse a Lilith siendo una prófuga, la verdad, porque no daba la pinta de serlo, hasta que recordó que los mejores sospechosos son los que aparentan ser inocentes. De igual manera, sabía que ella hacía muchas cosas por dinero, es decir, jamás le pidió a él o la vió en situación de pedirle a alguien prestado, pero viviendo en ese departamento, con nada de comida en los muebles (porque sí, se dió el lujo de espiar hasta esas partes), y utilizando casi la misma ropa tres o cuatro veces por semana, le dejaba muy en claro que el dinero no predominaba en la vida de su vecina.

Aún así, no quería mandarla al frente, afirmar las palabras de MiYeon, porque si en serio Lilith se dedica, o dedicaba, al tráfico de drogas, su amiga no tenía porqué estar involucrada. Quería preguntarle a su vecina, eso es obvio, pero sabía que no se lo iba a confesar, que iba a ser mucho más fácil hacerle el amor antes que verla contando uno de sus secretos, y detestaba que sea tan cerrada, que no cuente nada, aún si él no era la mejor persona dando consejos, siempre todos tenían algo para decir, algo que los atormente y calmaba su ser cuando lo confesaban. JiMin quería ser esa calma para Lilith, pero se le hacía imposible si ella no le contaba nada de lo que pasaba en su vida. Si se enteraba de algo tan básico como su cumpleaños seguro era porque le revisaba la documentación a escondidas suyas.

Volviendo al tema de las drogas, JiMin no lo veía como algo malo, mejor dicho, no le veía lo malo porque Lilith lo hacía, o hizo, aún no podía confirmarlo. Más gente de la que parecía consumía drogas, obviamente no era legal, pero por algo existían, de alguna manera se conseguían las sustancias, entonces...tan culpable no era, hasta el paracetamol, una píldora universal que servía para el dolor de cabeza hasta para el de estómago, podía considerarse una droga. Comenzar un negocio de drogas era tan fácil como ir a una zona oculta de Soul y tomar unas ramas de marihuana para después plantarlas en su jardín, pero lo consideraba extraño ya que no había olor en su departamento, y eso que estuvo muchas veces allí. ¿Vendía cocaína? ¿LSD? ¿Hongos alucinógenos? ¿Tan siquiera algo de todo eso desprendía olor para saber si había en su departamento?

No importaba, él iba a defenderla.

⎯ Eso es imposible.⎯ negó mientras una suave sonrisa se deslizaba por su rostro. Tenía que preguntarle a Lilith urgentemente, pero nada le aseguraba que ella le dé una respuesta, y tampoco podía preguntar sin que ella le cuestione de dónde había sacado esa información. MiYeon había dicho que en noticias viejas apareció, pero ¿de hace cuánto tiempo son las noticias? Cuando eran sin mucha importancia se borraban y nadie las recordaba, aunque, ¿y si Lilith era la nueva Pablo Escobar o algo así?⎯ Noona nunca haría algo así.

⎯ Puedes buscar en internet, seguro habrá algún artículo viejo que pueda ayudarte.⎯ levantó sus hombros. JiMin desvió la mirada por un segundo, pensando en hacer eso apenas llegue a su casa. También pensó, ¿de qué le podía servir saber esa información de Lilith? Posiblemente no mucho, era un dato de su vida, y era deprimente saber antes un crimen que cometió en vez de cuál es su color favorito o alguna anécdota de su vida. Ni siquiera sabía si tenía hermanos, primos, cómo eran sus padres.⎯ Eso no importa, ¿sabes dónde vive?

JiMin frunció el entrecejo, sin saber qué decir. Confesar que era su vecina la dejaba en evidencia a Lilith, aún sin saber bien las intenciones de MiYeon, podía darse una idea. Es decir, la reconoció por haber tenido un pasado (o un presente) con las drogas, ¿quién sabe si su amiga tiene complejo de superheroína y quiere salvar la ciudad entregándola? Lilith no le hacía ningún daño a nadie, podía pensar que las personas que iban a su casa, mayormente hombres, eran compradores, pero no podían tardar más de cuarenta minutos para comprar una bolsa de polvo mágico.

Illegal| pjm.Where stories live. Discover now