Capítulo 56: Exterminio.

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~~ Violena ~~

Luego de un rato de vuelo nos vendaron los ojos, lo único que podíamos hacer era escuchar el ruido de las hélices, sin saber cuál sería nuestro destino, solo me tranquilizaba la mano de Hugo que sujetaba gentilmente la mía, de alguna manera me hacía sentir segura. Pude percibir como íbamos descendiendo, el motor se apagó, llegamos al sitio; aún con los ojos vendados nos hicieron caminar por algún tiempo, sentí que tomamos un elevador, aunque no podía asegurar si subíamos o bajábamos.

Luego de un rato andando por fin nos detuvimos, me sentaron en una silla metálica y fría y sentí como esposaban mis manos detrás de la silla a unas cadenas. La tela oscura que cubría mis ojos fue retirada y me sorprendió la iluminación del lugar, dejándome desorientada por unos segundos; cuando mi vista se acostumbró pude ver que la cadena a la que estaba esposada estaba fijada al suelo; busqué a Hugo de inmediato y lo vi sentado a mi lado en la misma situación.

– Bienvenida – una voz ronca, con un tono que hacía notar el paso de los años de su dueño se escuchó – al fin te conozco.

– ¿Quién eres? ¿Dónde estás? – pregunté al no ver a mi interlocutor.

– No te desesperes pequeña, ya tendrás tiempo de conocerme.

– ¿Usted es ese tal "General"? – la rabia me estaba llenando la cabeza – Da la cara, ¡Mírame! Ya me tienes aquí ¿Qué más deseas? – una risa estridente se escuchó.

– Todo a su tiempo y sí, ya te tengo – dijo – y gracias por traer contigo otro regalo, eso no me lo esperaba – la frustración porque tenía a razón me consumía, traje a Hugo y lo entregué en bandeja de plata, debí dejarlo inconsciente.

– Oye, que yo no soy una cosa – refutó Hugo.

– Si, si, lo que digas, nos vemos pronto – se despidió.

Estábamos solos en la habitación, me estaba desesperando, al final lo hice todo con la cabeza caliente, como siempre, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Si no hubiese venido, mi familia, mis amigos no estarían a salvo. Pero tenía que aceptar algo, aquí íbamos a morir, yo estaba bien con eso, al final fue mi decisión entregarme, pero Hugo solo vino por mi culpa, tengo que hallar una manera de salvarlo.

La habitación comenzó a llenarse de humo rápidamente, ya conocía esto, es igual que en el teatro, tenía que aguantar la respiración y sacarnos de aquí. Ese era el plan, pero ya era demasiado tarde, no es que ahora nos fueran a drogar, desde el inicio estábamos inhalando el gas, simplemente no lo noté, un mareo enorme hizo que mi cuerpo colapsara, mierda, lo mismo otra vez, todo quedó oscuro.

Sabía que iba a pasar esto, ya me lo imaginaba, es que su forma de trabajar no varía ¿Acaso no tienen imaginación? Aunque acepto que de tan idiota sigo cayendo, así que punto para ellos. Si, acabo de recuperar la conciencia, no sé con certeza cuanto tiempo estuve en el Limbo, pero aquí estaba, otra vez desnuda, amarrada a una mesa y con el cuerpo paralizado, se sentía similar a lo que me inyectaba la desquiciada, aunque esta vez la sensación era algo diferente, o sea, no estaba completamente inmóvil como la primera vez, los dedos los podía mover un poco, mi metabolismo había cambiado y ahora el efecto parecía pasar más rápido, pero ellos no lo saben, creo que dentro de pocos minutos podré moverme por completo.

Miré a mi alrededor y no encontré a Hugo, eso me hizo entrar en pánico, solo puedo rezar que lo dejen tranquilo y se interesen en mí, al final yo sigo siendo su prioridad. Levanté la cabeza tanto como podía y pude ver a tres sujetos cerca de una mesa, era evidente que algo preparaban para hacerme, de seguro extraer toda mi sangre hasta quedar seca. Uno de ellos notó que estaba despierta y se acercó sonriente.

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