26 | Chocolate de la discordia

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Rachel

Ir a eventos con los mellizos teniendo ya cuatro años es... llamativo.

No los traíamos mucho porque sabía que no era muy divertido para ellos acompañarnos a lugares como estos, pero Alex dice que ya es hora de que la presencia de ellos se haga notar.

Y sí que se hacen notar.

Owen siempre llama la atención por sus ojos y la forma vertical de sus pupilas, o no pueden apartar la vista de él, o no pueden sostenerle la mirada más de cinco segundos. A veces usa los antojos de sol para que no lo vean tanto, pero Christopher se los quita cada que puede alegando que no necesita usarlos, que la gente lo mirará siempre, los lleve puestos o no, y que debe aprender a vivir con eso.

Milenka, por otro lado, llama la atención por su actitud y forma de ser identifica a la de su padre. La adulan todo el tiempo por su belleza heredada de mí, pero su altanería en su forma de llegar a cualquier sitio, sus expresiones tanto faciales como verbales y sus ojos gris acero demuestran que es una Morgan por donde se la mire.

Cosa que Alex no deja de enrostrarle a todo el mundo, y cosa que a mi mamá le desagrada y decepciona. Intenta disimularlo cada que está con ella, pero siempre termina regañándome el "no haberle corregido el carácter".

Llega el momento de la cena y nos disponemos a comer, por suerte, sin problemas. Después de un rato Owen me dice que se siente cansado, lo atraigo conmigo dejando que me abrace y duerma sobre mi hasta que nos vayamos.

Milenka, que está sentada en el regazo de su padre, me alza las manos mostrándome la barrita de chocolate que no sé de donde saco. Entiendo lo que me está preguntando sin decírmelo y niego con la cabeza, intento que no coman dulces en la noche.

Deja caer sus brazos y baja la cara con un puchero triste en su rostro, pero dicho puchero cambia de triste a malicioso cuando vuelve a levantar la barrita pero en dirección a Christopher.

Una parte de mí pensaba que iba a seguir mi misma dirección y también le negaría el chocolate. Que ilusa. Baja la vista hacia su hija, la mira por unos pocos segundo y luego le asiente.

Le. Asiente.

Ella sonríe en señal de victoria y yo fulmino a mi marido con la peor de mis caras por contradecirme frente a ellos, bueno, ella en este caso. Él me ignora completamente, cuando ve que se le complica abrir el envoltorio, lo coge y lo abre por ella, pero en vez de darle toda la barrita, la parte hasta más de la mitad.

En mi cabeza pensaba «se lo irá dando en trocitos». No, por su puesto que no. Le dio el trozo más pequeño el cual ella empezó a comerlo al instante, y todo lo restante se lo llevó a su propia boca, y de un solo bocado empezó a masticar.

Ninguna de las dos se esperaba eso. Mile abre la boca indignada para empezar a protestar seguramente a los gritos pero enseguida estiro la mano para cerrarle la boca antes de que diga algo y seamos el centro de atención. Cuando me mira aun indignada llevé mi índice a mis labios para reiterarle que permanezca callada.

La frustración es evidente en su carita, al ver que no puede hacer mucho solo le limita a cruzarse de brazos y ocultar su rostro en el pecho de su papá.

Agradezco que Christopher haya traído un traje negro, si se lo manchó con el chocolate por lo menos no se notará mucho. Lo miro de reojo y noto como oculta su leve sonrisa al darle un trago a su champagne. Él también me mira y aparto la mirada frunciendo mis labios para evitar reír, no quiero que el movimiento de mi pecho despierte a Owen.

Después de otro rato más el evento termina, mi bebé sigue durmiendo sobre mi y ni se inmuta cuando me paro. Christopher se yergue todavía estando sentado y su pequeña sigue aplastada contra él.

Sin cuervos | Fanfic PPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora