11 | Una obsesión a nuestros ojos

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Christopher

Con todo el trabajo que hay para hacer en el comando, tener a la Primera Dama sería de mucha ayuda, pero la señora tiene licencia de maternidad y casi no ha salido del pent-house desde que nacieron los bebés. Cuando llego a casa solo veo a Miranda, limpiando la cocina.

—¿Y Rachel? —le pregunto.

—Con sus hijos, señor Morgan.

Voy al cuarto de los mellizos desprendiéndome de la ropa pesada y ahí la encuentro, sentada en uno de los pequeños sofás y al pie de la cuna, mirándolos como si nunca se cansara de ello, con una música que parece de ascensor sonando por lo bajo.

Me siento detrás de ella y la abrazo atrayéndola a mi.

—Cuando me fui estabas en esta misma posición, viéndolos. ¿Has hecho otra cosa o estuviste aquí sentada como un potus?

—Si hice otras cosas —se defiende dejándose caer en mi pecho.

—¿Cómo qué?

—Comer.

Ruedo los ojos apoyando el mentón sobre su cabeza.

—Es que se me hace imposible no quedarme viéndolos embobada. ¿A ti no te pasa?

—No. Son solo bebés, ¿qué pretendes que vea tanto?

—No son "solo bebés", idiota, son tus hijos. Nuestros hijos. A demás, si te quedas viéndolos embobado, ¿o te crees que no me doy cuenta cuando vas a la madrugada a verlos?

Me encojo de hombros.

—No los miro embobados, solo me levanto a ver si están respirando bien.

—Ya... —voltea a verme— durante quince minutos.

—Para asegurarme.

Lucha por no sonreír y cuando parece parece que la risa le gana, un quejido suena frente a nosotros haciendo que ambos volteemos a ver la cuna.

Rachel se levanta al instante y alza a uno de los bebés que recién despierta. Cuando ya lo tiene en brazos vuelve a como estaba sentada antes, dejándose caer otra vez en mi pecho.

—¿Cómo quieres que no me quede boba? Si es que son un preciosura —pasa su dedo por sobre el puente de la pequeña nariz.

—Está llorando —le aviso porque parece que no se dio cuenta.

—Es porque tiene hambre, pásame el biberón.

Me levanto a buscarlo y se lo paso. Siguiendo de pie, miro al otro mellizo que quedó en la cuna, que seguramente en nada también se despierte al notar la ausencia de su hermana.

—Ya es hora de darle la inyección —me dice—, por qué no se la das y... de paso también le das el biberón —la miro.

—Voy a darle la inyección, pero yo no le daré de comer.

—Si lo harás —dice segura—, cuando lo pinches se pondrá a llorar y yo ya tengo a uno en brazos, y no quiero que coman a destiempo.

Vuelvo a mirar la cuna y suspiro. Voy a por la jeringa y cuando vuelvo el bebé ya estaba despierto, esperándome, como si supiera que ya le toca su dosis. Me aseguro que todo este bien en él y una vez que lo confirmo, lo pico en la pierna haciendo que la tranquilidad que tenía hace un minuto se pierda por un llanto que llena la habitación.

Me quedo viéndolo llorar y noto como mueve su brazo de arriba abajo en el lugar donde antes estaba el otro, cerrando y abriendo su mano buscando tocar a su hermana.

Por alguna razón, de forma... ¿instintiva?, no lo sé, pero levanto mi mano y la acuesto a su lado, dejando que tome mi meñique el cual coge al instante empezando a calmarse de a poco.

Lo miro unos segundos más, hasta que recuerdo la conversación que tenía con Rachel antes de que ellos despertaran. Me giro a verla y, por su puesto, ella la me está mirando con una sonrisa satisfecha.

—¿Ves que no se te da mal? —vuelve a centrarse en la bebé que tiene en brazos— Ahora finje que no estoy y dale el biberón, que ella ya va por la mitad y...

—No quieres que coman a destiempo, ajá.

Espero a que se termine de calmar y lo levanto acostándolo en mi brazo, camino hacia donde esta el otro biberón y él no deja de mirarme en todo el trayecto. Le pongo el biberón en la boca y empieza a chupar como si se estuviese muriendo de hambre.

Camino de forma un poco más lenta de la normal y vuelvo al centro de la habitación, pero no me quedo quieto ahí, por alguna otra razón que no sé cuál es, sigo moviéndome en tanto tampoco dejo de mirarlo como él a mi. Un bebé no va a ganarme en una guerra de miradas, y menos mi propio hijo.

La malformación de sus ojos es algo que nunca me canso de ver. Como sus pupilas en vertical es algo que pondrá incómodos a cualquiera que lo vea. Como su ojo derecho es de un tormentoso gris igual que los míos, pero su ojo izquierdo es de un azul zafiro igual que los de su madre. Y en cómo ahora se vea como el más tranquilo de los dos, pero cuando crezca seguramente será mucho peor que yo.

Milenka es mi karma personificado, pero Owen va a ser mi pesadilla. O una mejor versión de mi, todavía no estoy seguro.

Me quedo así, de pie y en movimiento, mientas se termina su leche, hasta que escucho una voz masculina proveniente del salón que obviamente no es de Miranda.

—¿Es Alex? —pregunta Rachel también notando la misma voz.

—Si —respondo sin ganas.

Ahora que él ya no es el ministro, jode más que antes y cada dos por tres se aparece por aquí.

Miro al mellizo en mis brazos una última vez, que quedó rendido luego de terminar todo su biberón. Se lo quito de la boca y lo apoyo en mueble qué hay al lado de su cuna.

Rachel parece a mi lado dejando a la otra bebé también dormida sobre la cuna y me mira.

—Ve, que le haré su provechito a este también y luego bajo. —lo toma pegando su nariz con la de él.

—Pero antes date un baño. Apestas de tanto estar sentada aquí.

Me mira ofendida y me voy antes de que me lance lo primero que encuentre.

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Hola! Hoy no tenía pensado subir nada, pero entre a la app y vi que el fanfic llegó a 10k de lectores y les juro que no lo puedo creer 😭 así que en agradecimiento les dejo el pov de Christopher del primer capítulo.

No sé si el lunes subiré algo, porque normalmente empiezo a escribir los caps uno o dos días antes y los termino ese mismo lunes. Pero ya veré.

Y, nuevamente, mil gracias por leerme 🥹❤️‍🩹

Sin cuervos | Fanfic PPWhere stories live. Discover now