【Capitulo 37】

243 16 1
                                    

A medida que los años avanzaban, la familia Kuroo-Kozume continuó escribiendo su historia en la lujosa mansión de Tokio. Los gemelos crecieron, desarrollando sus propias personalidades, pero siempre manteniendo el vínculo especial que compartían como hermanos.

Los días se llenaron de actividades familiares, desde partidos de voleibol en el jardín trasero hasta tardes de juegos de mesa en la sala de estar. Kuroo y Kenma, con su amor inquebrantable, se esforzaron por brindarles a sus hijos un hogar donde pudieran explorar, aprender y ser ellos mismos.

Tetsuro, siendo un padre apasionado, compartía su amor por el voleibol con los gemelos. Juntos, formaron su propio pequeño equipo en el jardín, donde los fines de semana se convertían en emocionantes encuentros familiares. Kenma, siempre el estratega, observaba desde la distancia con una sonrisa, disfrutando de la felicidad que irradiaba su familia.

Las estaciones cambiaban, y con cada nueva etapa de la vida, la familia se adaptaba y crecía. Cumpleaños, graduaciones y momentos especiales se celebraban con alegría y gratitud. Kuroo y Kenma, siempre unidos en su viaje, se apoyaban mutuamente en cada desafío y logro.

A medida que los gemelos crecían, se aventuraban en sus propios caminos. Uno mostraba un talento innato para el voleibol, mientras que el otro se sumergía en el mundo de la tecnología. Kuroo y Kenma, con su filosofía de aceptación y apoyo incondicional, alentaban a sus hijos a perseguir sus pasiones y seguir sus sueños.

En las noches tranquilas, cuando la mansión se sumía en el silencio, Kuroo y Kenma se sentaban en el balcón, mirando las luces de la ciudad. Recordaban el viaje que habían emprendido juntos, desde los días en la universidad hasta convertirse en una familia amorosa.

La historia de la familia Kuroo-Kozume continuaba, llena de capítulos emocionantes y momentos significativos. Aunque el tiempo pasaba, su amor perduraba, construyendo una fortaleza de lazos familiares que resistiría las pruebas de la vida. La lujosa mansión de Tokio no solo era un hogar, sino un refugio donde el amor crecía con cada risa compartida y cada abrazo reconfortante.

La historia de amor entre Kenma y Tetsurō se convirtió en una epopeya de transformación, superación y amor incondicional. Lo que comenzó como un encuentro marcado por el desdén se transformó en una conexión profunda que resistió la prueba del tiempo.

A lo largo de los años, Kenma y Tetsurō aprendieron a conocerse y comprenderse en niveles más allá de lo superficial. Sus diferencias se convirtieron en un lienzo para el crecimiento mutuo, y cada desafío se enfrentó juntos, fortaleciendo los cimientos de su relación.

Después de una década de amor, risas y complicidad, la vida de Kenma y Tetsurō se llenó con la luz de la familia que construyeron juntos. Los gemelos, fruto de su amor, crecían rodeados de la calidez de un hogar donde la aceptación y el apoyo eran fundamentales.

Las mañanas comenzaban con risas y el bullicio alegre de la familia. Kenma, con su astucia, organizaba juegos y desafíos mentales que mantenían a todos entretenidos. Tetsurō, siempre el alma competitiva, no podía resistirse a participar, creando un ambiente hogareño lleno de energía positiva.

Los fines de semana se convertían en pequeñas aventuras familiares, ya fuera explorando nuevos lugares, disfrutando de picnics en el parque o simplemente relajándose en casa. Los gemelos heredaron la pasión por el voleibol de su padre, y las tardes se volvían emocionantes partidos en el jardín.

La mansión que una vez fue testigo de sus encuentros cargados de tensión se llenó de risas, amor y la agradable sensación de pertenencia. Cada rincón estaba impregnado con la historia de su amor, desde las risas compartidas en la cocina hasta las noches tranquilas en el balcón, donde el tiempo parecía detenerse.

Internado Haikyuu  [En Pausa]Where stories live. Discover now