Es una luna negra con una ola.

Soy yo.

-Me lo hice por alguien especial.

-¿Compartes tatuaje con alguien?

-Solo con el.-susurra.-¿Tu compartes tatuaje con alguien?

-Con mi mujer.-respondo sin pensar y recibo un golpe en el hombro.

-¡No te salgas del papel!-me reprende.

Vuelvo a mi guion.

-¿Te gusto la paloma?

-Ha sido mi parte favorita. Los tulipanes también me gustaron, ¿Cómo sabías que eran mis favoritos?

-En tu cara puedo ver qué te gustan los tulipanes, es más, ahora mismo eres todo un tulipán.-se ríe mirando por la ventana.

-¿A dónde iremos?-inquiere curiosa.

-Tomaremos desayuno en Portofino.

Regresa a mirarme sorprendida.

-¿Portofino?- asiento.-Para ser nuestra primera cita, no está mal. Es uno de mis lugares favoritos. -se muerde el labio inferior.

Atiné correctamente. Sabía que le encantaría.

Nunca hemos ido juntos, es nuestra primera vez.

Aparcó en el aeródromo y la ayudó a subir en el helicóptero, cuando estoy arriba le coloco los audífonos y ajustó el micro en la posición correcta.

Dos horas de viaje bastan para aterrizar en el helipuerto de la propiedad que compré y mandé a construir para ella.

-¿Es tu casa?-levanta las cejas esperando una respuesta cuando pisa el concreto.

-En realidad, es un regalo para ti.-abre los ojos.

-¿Para mí?-su sorpresa se ve reflejada en su rostro.-¿Esto me darás en nuestra primera cita?

-¿Es muy poco?

-Es mucho.-se acerca y planta un beso en mis labios.

-¿Me das un beso en nuestra primera cita?

-Si mal no recuerdo, en tu tarjeta insinuaste que habíamos follado ayer. ¿Si ya te entregué mi virginidad porque no puedo darte un beso?

La tomó por la cintura y la besó.

-Tu coño es delicioso y tus besos también lo son..-me cubre la boca avergonzada.

¡Joder! Está haciendo el papel de su vida.

Cuando compré está propiedad, la mandé a destruir y la construyeron otra vez, está vez a nuestro gusto.

Está pintada de blanco humo y estoy seguro que es la casa con más valor en todo el territorio.

Entrelazó mi mano con la de ella y la ayudó a bajar por las escaleras. La casa tiene 4 pisos, el segundo es el piso que da a la pista principal, por ende hay que bajar hasta ahí.

-¿Puedo ver la vista?-asiento y ella camina atravesando la sala hasta llegar al balcón.

Su rostro se ilumina mientras mira el mar y todos los colores de las casas.

Portofino es horrorosamente colorido para mí gusto, pero tengo que reconocer que el encanto de la ciudad no se lo quita nadie. Es bonita.

Cuando termina de contemplar cada detalle, regresa a mi lado y salimos juntos en el auto.

En cada ciudad en la que tengo casa, tengo que tener carros, está no es la excepción.

He reservado un desayuno en el Belmond Splendido Hotel. Conduzco por las pistas y curvas un poco cerradas, hasta qué llegamos.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now