Capítulo 50

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Rafaella.

He tenido que dejar solos a mis hijos porque ha surgido un asunto de emergencia que debo atender.

Mis hombres han llamado.

Llevo años enteros siguiéndole el rastro a Nicola Del Campo, noches de desvelo planeando mi venganza y esperando pacientemente a que llegue el momento perfecto para cobrarme las deudas a mi favor.

Hace unos días tuve la oportunidad de matarlo y justo ahora ha vuelto a suceder. Otra vez, la vida me ha brindado una ocasión perfecta.

Está sin seguridad, escondido en una mansión en Prima Porta.

Quiero tenerlo frente a frente.

Mi sed de venganza era incalculable.

El dolor sordo de los recuerdos me atacaba y aunque no caló en mi interior, no le restó importancia. Me lastimo físicamente y pagará.

Todos aquellos que tienen deudas conmigo tendrán que saldarlas.

Acaricio el lomo de Erebo que va sentado en el asiento de copiloto.

Hoy lo alimentare.

Comerá lo que su dueña le brinde. Posiblemente se dé un banquete con la otra pierna que le queda.

Llegó al lugar donde indican las coordenadas. Desciendo del auto echando hacia atrás mi gabardina negra que va a juego con todo mi outfit. Voy directo hacia el jefe de operaciones que viene a mi encuentro con metralleta en mano, una glock 45 y una navaja con fuerza.

-La seguridad se ha marchado con su mujer y su hija.

Reviso el arma memorizando la posición de las balas y la guardo en mi espalda baja, guardo la navaja en la cara interna del brazo izquierdo, mientras el me ayuda a ponerme el auricular en la oreja.

-¿Adentro hay alguien más?

-Solo le queda un hombre.

-Busca su posición y mátalo.-asiente, por su intercomunicador da la orden de que se ejecute lo que he dicho.

-Hackea el circuito de seguridad y borra todo.-ordeno, caminando con la metralleta en frente y Erebo al costado.

En el piso se escucha el replique de mis botas negras de cuero que me dan hasta la rodilla.

Ya está anocheciendo y tengo que moverme rápido para retornar antes de que Máximo regrese a la mansión.

Ingreso a la propiedad. La luz tenue que ilumina la casa la hace lucir hermosa, su jardín es amplio. Camino en silencio hacia el interior, reviso todas las habitaciones de la primera planta con erebo caminando sigiloso detrás de mí, parece que en cualquier momento atacara, eliminando a cualquier enemigo.

No encuentro a nadie así que subo al siguiente nivel.

Reviso unas cuantas habitaciones hasta que deslumbro la luz encendida en una que esta al final del pasillo.

Abro la puerta de una patada y lo encuentro.

Abre los ojos asustado e intenta hacer un movimiento pero le disparo en la mano antes de que logre su cometido.

Mi león suelta un rugido que por una brevedad de segundos nos paraliza.

-¡Quédate quieto o te vuelo la cabeza!-no me mira, toda su atención está puesta en el animal y en la sangre que recorre su brazo.

-¡¿Cómo mierda me encontraste puta?!-intenta ponerse de pie y en reacción suelto una ráfaga de disparos por encima de su cabeza.

-¡Esa fue mi última advertencia!-me acerco y saco la cuerda que traigo guardada en mi gabardina.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora