Capítulo 6

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Máximo.

Salí de la oficina y estaba regresando a casa para esperar a mi mujer pero el Costa ha llamado a decir que nos requieren de emergencia en la mansión Riccardi Ferrer, así que he tenido que girar en sentido contrario para ir por Rafaella a su empresa y dirigirnos a donde quieren perturbar nuestra tranquilidad.

Dejo el Bugatti fuera de la empresa y subo hasta el piso donde están las oficinas principales del edificio Riccardi Ass.

Camino entre los trabajadores hasta llegar a la oficina de mi mujer, abro la puerta y el asombro de la preciosa mujer de ojos grises atraviesa su rostro cuando me ve.

-¿Qué haces aquí?-se levanta a saludarme.

-No te alegres tanto de verme.

Suelta una carcajada.

-¿Vienes a sacarme de esta cárcel?-dice dramática besándome en los labios.

Niego.

Sé que para ella el trabajo no es una cárcel, por el contrario es la gloria de su vivir.

-Él Costa me ha dicho que nos necesitan con urgencia de moribundo en la casa de tu padre.

-¿Thiago está donde mi padre?-se extraña.- ¿Eso por qué? ¿Acaso no tiene casa?

-Si no lo sabes tú como lo voy a saber yo, preciosa.

-Como que mucho se está acostumbrando en mí casa, ¿No?

-Mientras no pise mi casa a diario está bien.

-¿Te ha dicho para que nos quiere ver?

-Solo sé que si me está haciendo perder el tiempo lo voy a mandar a la mierda.

-Gracias por decir que querías verme.-entrecierra los ojos en mi dirección.

Rodeo su cintura.

-Por mi te llevaría a todos lados. Ya sabes cómo mi prisionera.-ladeo el rostro para contemplarla.

-Se nota.-rueda los ojos, eso me saca una carcajada.

-Ciega de mierda.

-Idiota de mierda.-quiero decir algo más pero estrella sus labios contra los míos.

Acaricio sus nalgas.

-Vámonos.-se separa para tomar su cartera y buscar algo en su escritorio.

Su teléfono.

Caminamos hasta la salida, le pido las llaves de su Bugatti para lanzárselas a Gregori que viene conmigo para llevarse su auto, la subo en el Lykan HyperSport que me regalo hace un año, para mi cumpleaños.

-Qué sexy te vez en un auto rojo.-dice tomando su lugar al lado mío.

-Me veo sexy siempre. No es el caro, es el conductor.

Se ríen echando la cabeza hacia atrás. Me meto en la pista pisando el acelerador.

-Que presumido eres, Rey Kuznetsov.

-El ego me lo engrandeces cada día.

-¿Ah sí?, no lo sabía.

-No todos están casados con Rafaella Riccardi, a cualquiera no le dices que lo amas todos los días y además, me pariste dos hijos. Solo yo tengo ese privilegio.

-Ya no te engrandeceré el ego, traidor.

La tomo de la nuca para adueñarme de su boca.

-Nunca podrás dejar de amarme, eso ya deberías tenerlo claro.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora