Capítulo 10

24.6K 1.1K 154
                                    

Máximo.

Abro los ojos cuando el pequeño cuerpo de la pelinegra se remueve entre mis brazos, trata de escapar del agarre preciso que tengo alrededor de su cuerpo.

-¡Máximo!-me golpea cuando la aprieto con más fuerza.

-¿Umm?-me hago el pendejo.

-¡Suéltame!

-¿Qué?

-¡Que me sueltes!

-No te escucho.-aun mantengo los ojos cerrados.

Me empuja tratando de poner distancia para escurriese.

-¡Deja la estupidez! Tengo que ir a ver a mis hijos.

Me acomodo mejor para hacer lo mismo con ella, acoplándola a mi cuerpo.

-Que se encargue la niñera, para eso le pago.

-¡Soy la mamá!

-¿Eso que tiene? Yo soy el padre y estoy aquí.

-¡No se levantan si no voy yo!

-Que los levanten con un balde de agua frita. Ya mucha mierda estarlos consintiendo.

-¡Cierra la boca, imbécil! Si ordenas que les hagan eso te jodes conmigo.-me amenaza.

-Y lo que te voy a joder yo.-también la amenazo.

-¡Eres un maldito!

-Quiero quedarme en la cama con mi mujer, ¿Acaso no puedo?-resopla resignada.

-Regresare en unos minutos, mi amor.

-¡No quiero que te vayas!

-¡Solo es un momento!

Me coloco sobre su cuerpo para inmovilizarla.

Sé que se tiene que ir porque esos sujetos no se levantan sin que ella este presente.

-Deja que la empleada se encargue de esos mocosos de mierda.-la beso y ella me corresponde acunando mi rostro.

-¡Sabes que no le harán caso!

-Un día, cuando regreses de trabajar ya no los encontraras, ¡Porque los abre regalado!

-Estas mal de la cabeza...

Agarro el edredón de plumas negro con el que nos cubrirnos en las noches y empiezo a envolverla como se hacía antes cuando morían las momias.

Se remueve como un bicho pero me le trepo encima.

-¡Quédate quieta!

-¡¿Qué mierda haces?! No me puedo quedar aquí contigo.

-¿Quién te ha dicho que me quedare?-abre sus orbes grises con un poco de temor.

-¿Qué...?

-Tú eres quien te quedaras a esperarme aquí.

-¡No me jodas, Máximo! ¡No te atrevas!

Ella sabe lo que hare, ya lo he hecho una vez.

Hago un nudo fuerte con las cuatro puntas.

-Te pareces a Cleopatra pero eres más bella.

Ella sabe que es más hermosa.

-¡Máximo, deja la estupidez!

-Regresare cuando los envíe al colegio, preciosa.-menciono con malicia.

Me pongo en pie, colocándome un pantalón de algodón y una camiseta lo más rápido posible, porque está intentando quitarse la tela que la envuelve.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora