Capítulo 35

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Máximo.

Me pongo en alerta cuando me toman por el costado tirándome sobre el suelo, doy pelea volviendo a ponerme en pie, reparto puños en lugares estratégicos del cuerpo de mi contrincante, mis nudillos se revientan al golpear su cara hasta que no puede defenderse, lo sujeto de la nuca con fuerza e impacto mi puño con fuerza hasta que escucho como se le van quebrando las costilla en el interior. Lo tiro a un lado como cualquier porquería y continúo adelante, minutos más tarde veo como seis militares vienen en mi dirección, levanto mi fusil de asalto y disparo certeramente en la cabeza de cada uno, tratan de disparar en mi contra pero no alcanzan a realizar su hazaña. Ya los he matado.

Me acerco para apropiarme de sus armas y continuo adelante.

Llevo dos días buscando a mi familia, no he tenido miedo a que me maten porque conozco las habilidades que poseo en combate y lo bueno que soy con las armas, de todo tipo, al final si logre atraer toda su atención hacia mí, los lleve a tierra firme, he recorrido kilómetros a marcha segura y he asesinado a varios en el proceso, con algunos me he ensañado más que con otros, he querido rodear la montaña en busca de mi familia pero al ser un campo boscoso no he obtenido resultados, no tengo localizador porque me lo saque de la clavícula haciéndome un pequeño corte y mucho menos una puta brújula.

Mi localizador siempre se mantiene encendido por eso he tenido que extraerlo y tenerlo en mi mano, lo encendí ayer y luego volví a apagarlo, funciona diferente a los demás porque Renzo los ha elaborado con tecnología más avanzada creada en sus laboratorios, mis hijos tiene uno igual cada uno y Rafaella tiene uno algo extraño, que la mafia Italiana elabora para sus miembros, ese solo envía localización en el momento en que ella así lo quiera, con solo colocar su huella digital sobre él la ubicación rebota en Italia, no escapa de ese perímetro y solo está conectada a un servido que pertenece a la mafia que dirige el infeliz de Christian Riccardi.

El apetito se me ha ido, en mi estómago se ha sentado una acidez que me amarga la existencia más de lo que ya la tengo, Gregori no entiende que practico todo el tiempo, con los años he aprendido a controlar la cabeza tanto como los sentidos, no siento hambre, mucho menos me permito sentir dolor, tres balazos que tengo en el cuerpo no me van a detener, se necesita mucho más para intentar quebrarme.

Conozco de que estoy hecho y mientras yo sepa con que peleó no hay enemigo digno de hacerme frente.

Solo son basuras inferiores a mí.

Necesito un cigarro y una botella de whisky para calmar el puto dolor de cabeza que no me abandona ni un segundo.

La noche cae pero continúo avanzando a paso firme, sin detenerme, nunca me detendré si de ellos se trata, solo quiero encontrar a mi mujer y mis hijos, quiero que esta mierda se termine y poder ponerlos a buen recaudo. Odiaría que algo les suceda por mi culpa.

No encontrarlos me estaba destrozado. La desesperación me arropa. El miedo de perderlos se apoderaba de mí.

No estoy tan seguro de que el imbécil de Marc haya tenido las agallas para intentar joder, por el contrario, creo que ha sido influenciado por otra persona que ha decidido vender mi cabeza o vengarse de mí, también cabe la posibilidad de que quieran librarse de las deudas que tengo pendiente con ellos, si es así, solo se me ocurre pensar en Nicola Del Campo, le mate al padre, a la madre, a todos sus hijos e incluso le corte una pierna, solo me falto cortarle la cabeza pero en ese momento Rafaella era lo más importante, supongo que me guarda rencor, yo no me he olvidados de las deudas que tengo pendientes con él, en algún momento me cobrare que haya intentado matar a mi mujer, todos estos años ha estado escondido como una rata, pero corre el rumor de que ha vuelto a tener herederos, es uno de los imbéciles que quiere que su sangre prevalezca así sea a la fuerza.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora