第3章

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la clínica armstrong se caracterizaba por ser una de las más prestigiosas en el estado de california. el establecimiento era inmenso, tal cual aparentaba ser uno de esos famosos hoteles en los interiores de la ciudad.

la mayoría de personas optaban por ingresar a sus seres queridos en aquella clínica, ya sea por casos de adicción de cualquier sustancia, intentos constantes de suicidio, depresión intensa u otros tipos de enfermedad.

el rubio juraba no estar loco ni enfermo, sin embargo, tenía que asistir a charlas grupales aunque estuvieran fuera de su voluntad. tal vez si hacía méritos y seguía las reglas, su madre se animaría a sacarlo antes de tiempo.

después, seguiría con la vida que tanto amaba tener. tal pensamiento era lo único que lo alentaba a seguir comportándose como un chico decente.

luke se adentró a un grande salón, dándose con la sorpresa de que era la única persona que faltaba en el círculo grupal. llevaba en la mano un mapa y papel con su horario impreso, pues todavía era un novato en ese peculiar estilo de vida. se sentó en la plana silla que restaba, asintiendo con la cabeza en modo de disculpa.

"bien, ya que estamos todos completos me gustaría dar inicio a la primera reunión grupal." anunció un hombre de mediana edad, su calvicie reflejándose contra la luz. "mi nombre es billy y seré el encargado de realizar las sesiones en grupo." juntó sus manos y las frotó entre sí, observando cada rostro del círculo. "daremos una pequeña presentación personal para conocernos mejor." su palma apuntó hacia un muchacho de chaqueta grisácea. "empezaremos contigo."

las miradas se enfocaron en aquel muchacho, tenía el cabello negro con franjas rojas, piercings en el rostro donde fuera posible. se encogió en su lugar y bufó. a leguas se notaba que no disfrutaba estar en aquella situación. luke pensaba que tal vez prefería escuchar música emo y escribir poemas acerca de la basura que era la sociedad.

"jimmy, 16." murmuró secamente.

"dinos por qué estás aquí, jimmy." el tal billy entrelazó sus dedos y lo miró expectante. el joven rodó los ojos.

"depresión intermitente." se cruzó de brazos y agachó la cabeza.

"vaya, no lo hubiera imaginado." luke pensó sarcástico por sus adentros.

"okay . . ." billy alargó el comentario, de seguro intimidado por los ojos delineados de negro del abatido muchacho. "seguiremos contigo." se dirigió hacia una rubia pálida quien golpeaba su pie derecho inquietamente contra el suelo. ésta fuera de la nada estalló en sollozos empezando a dar un discurso incoherente de cómo su novio la había engañado con su mejor amiga, y no encontró mejor manera de vengarse que incendiar el apartamento que alquilaban entre los dos.

y así, continuaron las presentaciones, cada persona seguida de otra. cada, más chiflada que otra.

"luke, 19." suspiró exhausto en cuanto llegó su turno, ya la cabeza le comenzaba a doler.

"dinos que te trae por aquí, luke." preguntó el hombre. el rubio resopló aire una vez más y sonrió irónico.

"según mi madre estoy en perfecto descontrol." su mirada viajó por cada rostro del círculo formado. "lo que no sabe es que posiblemente, no, estoy seguro, de que soy el más cuerdo de este lugar."

☪ ☪ ☪

los pasillos al igual que todo el establecimiento, se difundían de un color blanco lo cual tal vez suscitaba paz en los pacientes. en el caso de luke era todo lo contrario, en su vestimenta se sobreentendía que odiaba los colores claros. le frustraba las paredes tediosas, el uniforme unicolor de las enfermeras, el puré sin sabor del menú de los martes y cosas que todavía no había descubierto pero estaba seguro de que iba a detestar.

se encontraba de pie enfrente de la barra de la recepción. hace unos minutos había recibido una llamada a su habitación comunicándole que su madre había enviado una encomienda para él.

"gracias." dijo al recibir el paquete. no pudo evitar sentirse como un preso siendo condecorado por su buena conducta.

hurgó dentro de la bolsa de plástico y soltó un chillido de emoción. ignoró los libros junto con otros objetos sin importancia, tomando entre sus manos su ipod con recelo. por fin tendría algo con qué distraerse y con suerte, tal vez podría olvidarse de su realidad con ayuda de su mejor amigo, la música.

dispuesto a regresar a su habitación viró hacia su costado, pero algo lo detuvo de sus intenciones iniciales. un muchacho de espaldas, sacudía la máquina expendedora a pocos metros de distancia. se veía en aprietos, pero aún así se mantenía con calma.

luke observó su alrededor y se dijo a sí mismo, qué mejor que hacer ayuda social con tal de abastecer su beneficio. si hoy poseía su ipod, mañana tal vez podría tener su guitarra después de los méritos informados a su madre en el trayecto de su estancia.

se aproximó hasta la máquina y aquel muchacho dio un respingo de sorpresa. se apartó dando un paso hacia un lado debido a la cercanía repentina del rubio. él examinó meticulosamente el ventanal de pies a cabeza, para luego propinar dos golpes en la parte baja y dejar caer la barra de cereal atascada en la rendija. sonrió, pues vaya suerte de principiante era la que había tenido.

"toma." luke habló tendiéndole la barra de cereal al desconocido. fue en ese momento la primera vez que lo vio frente a frente, divisando su pálida piel demacrada, haciendo resaltar sus cristalinos ojos verdosos. aunque eso no fue lo que llamó la atención del rubio, más bien fue el desteñido color lavanda opaco que mantenía su cabello.

luke percibió que lo conocía de algún lado, y su duda fue aclarada cuando vio lo que llevaba en las manos. un cuaderno de bocetos y lápiz de carbón.

era el muchacho de aquel día en el jardín.

pero luke no pudo decirle nada. el desconocido había tomado la barra de inmediato esquivando su mirada, y se alejó retraído antes de que lo otro pudiese dirigirle la palabra.

"qué tipo para más raro." murmuró estando de pie. se encogió de hombros y reiteró mentalmente. él era la única persona la cual aún mantenía los tornillos en su lugar.

alone ☪ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora