- ¡No! No te atrevas a decir eso ¡NO TIENES DERECHO! - siento que me falta el aliento, mi visión se está poniendo borrosa, y mi cuerpo tiembla de furia.

- Sami, por favor no hagas esto...

- ¿Qué?... Que no haga qué papá. Que no sienta la rabia y odio por ti - escupo las palabras muy rápido.

- Hija, sabes que no me quedo otra opción.

- Siempre hay otras opciones papá, la cosa es saber dónde y cómo buscarlas. Y decidirse. Y tú decidiste - contesto entre dientes.

- Sami... Yo no quise...

- ¡No me llames así! - siento un pinchazo en el corazón cuando me llama así.

- Lo siento cariño - sollosa.

- Adiós papá - digo y cuelgo.

Apoyo las manos en la barra del desayuno, me siento mareada.

- Sam, ¿Estas bien? - pregunta Cameron detrás de mi.

No le escuché entrar. ¿Habrá oído algo? Espero que no.

Tomo aire y me doy la vuelta. Al verme sus ojos se llenan de preocupación.

- Hey... - se acerca a mi y pasa su mano por mi mejilla - ¿Por qué lloras? - le veo confusa. Me llevo la mano a mi mejilla, y en efecto están empapadas por las lagrimas que no dejan de caer de mis ojos.

Ni si quiera me di cuenta de cuándo comencé a llorar.

- Y-yo... Sí, estoy bien - me intento alejar, pero él me sujeta la muñeca y me atrae a su firma pecho, rodea sus brazos en un fuerte y cálido abrazo.

Como una niña pequeña me aferro a su jersey, y unos pequeños sollozos se me escapan.

Cameron acaricia suavemente mi cabeza, y deja cortos y suaves besos en ésta.

Pasamos unos cuantos minutos así, hasta que ya me he tranquilizado. A regañadientes separo la cabeza de su acogedor pecho, la hecho hacia a tras para poder verle.

- Gracias - susurro. Él me regala una sonrisa tierna.

- ¿Seguimos viendo la serie? Nos hemos quedado en la mejor parte - dice mostrando sus perectos dientes. Y de la nada me saca una sonrisa, asiento a su propuesta y nos volvemos acomodar en el sofá.

Mentalmente le agradezco que no me haya preguntado sobre el asunto. Ahora mismo no podría contarle. En su mirada veo comprensión, diciendo solo con ésta que le podré contar cuando tenga las ganas y fuerza.

La siguiente hora la pasamos comentando sobre la serie y riendo.

Cuando llega mi madre y mi hermana, se despide y me da un pequeño beso de buenas noches en la mejilla. Le agradezco por los papeles y se marcha.



- ¿Llamó tu padre? - pregunta mi mamá, yo me congelo en mi sitio.

- Sí... - contesto con la cabeza baja.

- Samantha... ¿Qué ha pasado? - se acerca a mi, en su voz hay tristeza.

- No pude, mamá. No puedo olvidar lo que hizo - lloriqueo.

- Lo sé cariño, pero no me parece justo que tu le tengas rencor. Eso fue problema de nosotros dos - me rodea con su brazo los hombros.

- No mamá. Eso no solo os afectó a vosotros. También estábamos Trish y yo - me levanto del sofá y me alejo de ella.

Ella baja la cabeza, apena y triste.

- Lo sé, y no sabes cómo deseé que vosotras no sufrieran por las malas desiciones de nosotros.

- Pero así fue... Al menos para mi, tenía quince años. Era muy consciente de todo mamá. Y no te culpo a ti, sé que siempre intentaste protegernos. Al igual que cuando nos mudamos aquí - me mira un poco sorprendida.

- Sé que no fue, por lo del puesto libre en el hospital. Siempre he estado muy orgullosa de ti mamá - mis ojos escuecen por las lágrimas - Y nunca dejaré de estarlo. Pero no me pidas que conteste al teléfono y hable con él como si no hubiera pasado nada. Como si fuera el padre del año.

- Lo siento cielo... - se levanta del sofá y me extiende los brazos, le acepto el abrazo.

- Mamá no sigas esperándolo, no es bueno para ti. Todavía eres joven y puedes enamorarte otra vez, y otra.

Ella ríe bajito y se sorbe la nariz.

- Me he fijado en el doctor Harris. Es muy guapo, y te mira con brillo en sus ojos - digo sonriendo al separarme.

- ¿Cuándo has crecido? Eres toda una mujer - dice y me besa la frente - Te quiero cariño.

- Te quiero mamá.


Y llegue a tiWhere stories live. Discover now