CAPÍTULO 2.3 - Sin lágrimas de humor

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Uno, dos, tres, cuatro... No sé cuantos días pasaron en los cuales Emily estaba desaparecida y su padre no hacía otra cosa que espiar a William para intentar encontrarla. Escuchaba, de vez en cuando, a personas por la calle hablar sobre la desaparición. En el instituto, había gente que estaba preocupada y colaboraba en hacer "algo" por ella, y otra que, perdón por la expresión, se la sudaba completamente.

En el caso de mi grupo, había visiones similares. A Oliver, pero sobre todo, a Olivia, este tema les estaba afectando muchísimo. En cambio, a Thomas, a Michelle y a mí, no nos preocupaba tanto, aun así, tampoco estábamos para tirar cohetes. La única diferencia que hacía que esto ocurriera es que Oliver y Olivia sí que eran amigos de Emily, en cambio, para los demás, era la amiga de Olivia, como ya he comentado anteriormente.

En los canales de televisión, tanto en los nacionales como en el local, el asunto principal en los telediarios era este. Cada día iban aportando pequeña información que se daba a conocer por diferentes fuentes, entre ellas, Olivia, la cual fue entrevistada en diversas ocasiones, pero nada era relevante, nada era algo que no supiéramos todos ya. Entre nosotros nos preguntábamos por qué Lucas no tomaba acción e iniciaba una búsqueda, aunque considerábamos que ya era tarde. Personalmente, creía que quería esconder algo, porque si no, no encontraba explicación a esa poca investigación. Si yo estuviera en su caso, donde mi hija hubiera desaparecido y yo, como jefe de policía municipal, pudiera tomar acción inmediata y realizar una búsqueda exhausta para poder encontrarla, no dudaría en decidirme. ¿Por qué él sí? Esa era la pregunta que rebotaba en mi cabeza de un lado al otro, sin conseguir salir de ella.

El jueves 19 de enero, después de las clases, quedé de nuevo con Thomas, pero esta vez quería hablarme sobre él y algunos problemas suyos. He de decir que, desde finales de diciembre, había establecido un gran vínculo con él. Antes de salir con Olivia, no había hablado con Thomas nunca, pero al ir conociéndole, me fui dando cuenta que era una gran persona. Nuestra relación llegó a un punto en el que empezamos a contarnos nuestros problemas mutuamente. En este caso, era él quien necesitaba desfogarse, y yo el que debía comprenderle, ayudarle y motivarle.

- Jack, no puedo más - empezó -. Entiendo que no esté de buen humor con lo de Emily, pero me ignora completamente. Le hablo y me gira la cara. Le doy un beso y se aparta. Le abrazo y me quita el brazo. Intento consolarla, estoy todo el día a su lado y nada. ¿Qué hago, Jack? ¿¡Qué hago, Jack!? La quiero demasiado para dejarla.

- Thomas...

- ¡Ya sé que no sabes qué decirme! Lo entiendo. Solo quiero desahogarme. Llevo todos estos días aguantándolo y me estoy cansando. No entiendo por qué hace eso. ¡No lo entiendo, Jack! Es como si hubiera dejado de quererme - hizo una pausa -. Sé perfectamente que parece muy cursi esto, pero la quiero de verdad. Y me haría mucho daño perderla, eh, demasiado daño.

- Eh...

- ¡No quiero perderla, Jack! ¡No quiero! - gritó a la vez que pegaba un puñetazo a la fachada del edificio que teníamos al lado.

- ¡Thomas, para!

- No puedo más - dijo mientras empezaba a llorar.

Lo abracé fuerte durante un buen rato hasta que volvió a recuperar la compostura y pudo continuar.

- ¿Por qué no soy como tú?

- ¿Cómo?

- Por qué no puedo aceptar que no me quiere, como hiciste tú con Alyssa.

- A ver, en primer lugar, yo con Alyssa no tuve nada. Solo hubo algo ahí, pero ya me dijo que no quería nada más. No me puedes comparar las dos situaciones. A mí me gustaba Alyssa, tú quieres a Olivia. Son dos conceptos diferentes que creo que la gente confunde muy a menudo.

- Por eso lo digo. ¿Por qué tengo que quererla tanto? ¿¡Por qué!?

- No digas eso. La quieres tanto porque tú eres la persona que más sabe lo que ella vale, y si tú la quieres a estos niveles, es porque, para ti, ella tiene un valor incalculable - hice una pausa -. Y volviendo a lo que me has dicho antes. Te juro por mi vida que ella te quiere de una manera muy similar a como la quieres tú.

- ¿Entonces por qué hace todo eso? - preguntó

- Porque debe estar muy afectada. Y ha de ser muy agobiante hacer tantas entrevistas de lo mismo cuando estás así de jodida. Lo estará haciendo sin querer, Thomas, te lo aseguro - dije sin estar seguro de mis palabras, pero debía aparentarlo -. ¿Quieres quedar con ella?

- ¿Ahora? No estoy de humor, Jack.

- ¿Por qué lo tienes que estar?

- Para parecer que estoy bien...

- Una mierda. Me refería a que quedaras para hablar con ella, sin aparentar nada. Ten en cuenta que ella nunca te ha visto así. Puede pensar que no te pasa nada, porque te ve bien.

- Por eso me tiene que ver así.

- Correcto - afirmé -. ¿Quieres quedar?

- Sí... ¿Y si me dice que no quiere seguir conmigo? - hizo una pausa -. No, mejor no le digo nada.

- Así no vas a llegar a ningún lado. Tienes que decírselo, si no te vas a hacer mucho daño. Si te dice que no quiere seguir contigo, dolerá muchísimo al principio, pero cuando pase un tiempo ni te acordarás. En cambio, si sigues como estos días atrás, te irás haciendo poco daño continuamente, hasta que explotes y no solo te destruyas a ti mismo, sino que también a los demás.

Thomas asintió con la cabeza y sacó de su riñonera negra de Adidas su teléfono móvil. Sin decir nada, llamó a Olivia y le pidió que viniera al parque que teníamos al lado en ese momento.

- En quince minutos está aquí - anunció.

- ¿Quieres que esté delante?

- Me da igual - contestó.

Ese cuarto de hora, Thomas estuvo soltando todo el mal que llevaba dentro. No paró de llorar hasta que vio a Olivia girar la esquina de la calle que daba acceso al parque. Mientras, yo estuve abrazándolo a la vez que pensaba. ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿Realmente lo había dejado de querer? ¿O lo hacía sin percatarse del daño que le estaba generando? Intenté ser optimista y animar a Thomas para que, cuando llegará Olivia, no pareciera un mar de lágrimas. Aunque tampoco insistí demasiado, porque, como he dicho antes, lo importante era que Olivia viera como estaba Thomas para que se diera cuenta de lo que le estaba destrozando con sus acciones involuntarias, en el caso de que lo fueran.

- Hola amor - saludó Olivia a Thomas, dejándose caer sobre él y juntando sus labios con los suyos en un profundo beso que me tranquilizó bastante, e imagino que a Thomas también.

Después de acabar su recital amoroso, que duró unos minutos, Olivia se separó de él y se sentó a su costado dándole diversos gestos de cariño que hicieron que, al cruzarme con la mirada de Thomas, pudiera notar el alivio y la tranquilidad presentes, en aquel momento, en mi amigo.

- ¿Bien? - empecé a reírme.

- Perdón. Hacía demasiado tiempo que no le daba un beso. He estado muy mal estos días y no quería hablar con nadie, incluso contigo - dijo mirando a Thomas -. Lo siento - volvió a besarle, esta vez en la mejilla, girando el cuello y pegando su cuerpo al suyo.

- ¿Queréis que os deje a solas? - pregunté cuando empecé a sentirme incómodo, ya que estuvieron otro buen rato liándose.

- Como tú quieras - me dijo Thomas mientras me miraba de una manera que intuía que el significado real de sus palabras era un rotundo sí.

- Pues os dejo tranquilos - me levanté -, pero díselo, eh.

- Sí, jefe - me despidió haciendo una especie de saludo militar con dos dedos.

Obviamente que no se lo dijo, pero era fácil de comprenderlo. Únicamente con el primer beso, era fácil concluir que todo lo que había hecho Olivia había sido sin querer. Y también entiendo que, por el calor del momento, no era muy oportuno iniciar una conversación que hubiera enfriado el ambiente.

En vez de ir a casa, decidí dar un paseo. Saqué de mi bolsillo derecho, de mis pantalones tejanos de color gris oscuro, los blancos auriculares inalámbricos JVC que me habían regalado por Navidad. Abrí Spotify y seleccione el modo aleatorio de mi lista de rock americano. La primera canción que sonó fue "La Grange" de ZZ Top, una de mis favoritas. Debía ser un espectáculo verme bailando por la calle, pero siempre que escuchaba (y escuchó) música, me movía solo y no tenía vergüenza a hacerlo en público. Subí hasta el Griner Park y volví a bajar hasta el Rocko's Diner. Allí me tomé un buenísimo batido de vainilla, que me costó lo suyo, y me distraje un rato viendo la televisión. Según lo que decía el presentador del informativo municipal, Johnson y el cuerpo de policía local estaba preparando una gran búsqueda por Hatzic, dónde Emily solía salir a caminar.

Minutos después, salí del establecimiento porque no quería pensar en todo lo relacionado con... Nada. No quería pensar en absolutamente nada. Quería despejarme porque era fácil de intuir que iban a venir más problemas, situaciones incómodas, malas noticias y toda la mierda que os podáis imaginar. Me dirigí, escuchando canciones como "Money for Nothing" de los Dire Straits o "Dancing In The Dark" de Bruce Springsteen, a casa. Ya me apetecía volver a mi hogar y no iba a tardar mucho en hacerlo, me dije a mí mismo. Pero como por aquel entonces todo lo que planeaba salía mal, me tuve que encontrar con Michelle y Kylie discutiendo. Para que no me vieran y escuchar a la vez lo que decían, me escondí tras los setos de una casa justo al costado

- ¡Qué me dejes en paz! - gritó Kylie.

- Kylie, por favor. Ya no sé como decírtelo.

- ¿El que Michelle? ¿Ya no sabes como mentirme? ¿Ya no sabes qué decir para que no parezca que estás con Sam?

- Bueno... No voy a luchar más por una persona que no me quiere - dijo Michelle.

- ¿Cómo que no te quiero? ¡Pues claro que sí! Si no, no estaría teniendo esta conversación.

- ¡Pues parece que no!

- ¿Por qué?

- ¡Porque no haces el esfuerzo de confiar en mí!

- Va, Michelle, si se ve claramente que estáis juntas.

- Mira, Kylie, que te den por el culo.

- Perfecto, igualmente - vaciló Kylie mientras aguantaba el llanto.

Las dos se separaron y tomaron direcciones contrarias. Yo, cansado de problemas, me quedé allí, inmóvil. ¿Por qué todo eran problemas? ¿Va a parar en algún momento? ¿Cuándo estaré tranquilo? ¿Debería haber ido con Michelle? ¿O lo había hecho bien, dejándola sola? Así estuve un rato, sentado en el suelo y apoyado en los setos. Tenía la mirada perdida. Mi cabeza desconectó. Solamente quería tranquilidad. Por mucho que Thomas había solucionado su problema, lo había visto triste, enfadado y destrozado. Y así veía a muchas personas, Michelle y Olivia, entre ellas. Por suerte, en casa se estaba bien. Pero era salir y volver a la realidad, volver a aquella verdad tras el cristal, o dicho de manera profesional, vidrio, de mi ventana.

- Chaval, ¿estás bien? - preguntó un hombre que salió de aquella casa con setos.

- Sí, sí... Solo estoy cansado - dije.

- Vale. Pensaba que eras otro de estos que se drogan. Estoy cansado de tener que llamar a la ambulancia.

- ¿Aquí?

- Sí, chaval, sí. No sé por qué siempre acaban en mi puerta, y además, siempre son los mismos - miro hacia atrás, como si estuviera buscando a alguien dentro de su domicilio -. Perdona un momento... ¡Joshua, puedes salir ya! Que vamos a llegar tarde, hijo - miró hacia mí -. Parece que la revisión de la herida me la tienen que hacer a mí, sabes chaval.

Me despedí del hombre y cuando llegué a casa me di cuenta de que su hijo era el chaval que habían apuñalado hace unos meses. Aunque tampoco me importó mucho. ¿Por qué me debía importar? Solo pensaba en que había llegado a casa y me iba a dar una tórrida ducha.

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⏰ Son güncelleme: May 23 ⏰

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LA VERDAD TRAS EL CRISTAL - Diego EscamillaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin