CAPÍTULO 1.11 - Esperanza muerta

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Me gustaría empezar este capítulo diciendo que las cosas se habían calmado, pero no puedo recordar ningún momento en el cual no se me pasaba por la cabeza las atrocidades realizadas por mis vecinos. Además, miles de personas acudieron a la famosa casa de los Kennedy, sin tener en cuenta lo molesto que resultaba su presencia para los demás residentes de la calle. Y la navidad agradable, acompañados de familia y amigos que esperábamos la mayoría, se quedó en eso, en una esperanza muerta. Y por si fuera poco, con toda la cercana presión mediática, las navidades se pasaron volando, quedando únicamente dos horas para volver al instituto. Tenía un pequeño rasguño de confianza en que, llegadas las clases, me centraría en los estudios y podría ir olvidando todos los hechos. Aunque días después pensé que ojalá alguien me hubiera dicho todo lo que pasaría, pero, realmente, un familiar ya me lo había avanzado.

Así que me levanté aparentando que nada había pasado, pero en cuanto salí por la puerta de mi casa dejé la falsedad atrás al ver, de nuevo, unos cuantos periodistas en la escena del crimen y a algunos curiosos que merodeaban la zona. ¿Cómo iba a olvidar todo lo sucedido? ¿Cuánto tiempo seguiría sin visitarnos la tranquilidad? No lo podía saber, así que no me quedaba otra que hacer como si no estuvieran allí, acción que me resulto difícil al notar tantas miradas dirigidas hacia mí, cosa normal, ya que acaba de salir de la casa de al lado, y dirigirme al instituto. 

Las clases antes del recreo transcurrieron con normalidad, es decir, haciendo apuntes y mirando al reloj cada cinco minutos, pensando que habían pasado unos cuantos más. Aun así, llegó el ansiado tiempo de descanso. Al estar en el exterior, busqué a mis amigos para entablar conversación con ellos. Los encontré en las gradas del campo de fútbol americano, el cual lucía un color muy vivo gracias a su césped, que estaba en perfecto estado.

- ¡Hombre Jack! - se emocionó Michelle - No sabía que habías venido. Has pasado totalmente desapercibido.

- Estoy desconcertado, y por ello no habló - contesté seriamente.

- Ha de ser duro saber realmente quién eran tus vecinos - opinó Emily.

- No te creas, eh. Ahora que pienso, creo que es más jodido todo lo que viene a raíz de ellos, sobre todo, la multitud que pasa por la calle y visita la casa. Piensa que en Estados Unidos había una investigación enorme sobre su imperio. Y mucha gente ha originado historias a partir de todo esto. Es por ello por lo que vienen periodistas a realizar artículos, programas o documentales y gente que han leído, escuchado o visto historias basadas en el tema y les hace gracia venir hasta aquí, hasta la realidad. Y es demasiado molesto.

- ¿En serio? - preguntó Thomas, el novio de Olivia, un chaval con una estatura normal, con gafas redondas, al puro estilo Harry Potter, que le encantaba la programación y en general, la tecnología. Era un buen chaval.

- Fíjate. Esta misma mañana, cuando he salido de casa, ya había unas cuantas personas y todas me han mirado extrañadas porque, literalmente, había salido de la casa vecina. Notar que te miran, por lo menos, veinte personas no es fácil de llevar, sobre todo cuando sabes que el porqué es muy grave. Y así todos los días.

- Bueno. A ver si se reduce el tráfico de drogas, que desde hace un tiempo, no puedes pisar el polígono industrial - comentó Olivia.

- Ya, es impresionante la mierda que hay allí. 

- ¿Podemos hablar de otra cosa? - pedí.

- Venga va. Antes estábamos hablando de tener hijos. Es que Thomas quiere tener mini clones suyos pronto y Olivia no.

- ¿Pero ya estáis pensando en ello? - pregunté riéndome por primera vez en todo el día.

- No. Solo lo había comentado, lo único que sois todos unos cabrones y lo exageráis. Lo que sí he hablado con ella es que si es niño, quiero que se llame Dave, como mi padre.

- Tú sigue soñando - dijo Olivia, provocando nuestras risas.

- Pues a mi hija me gustaría llamarla Esperanza, como la hija del señor Grant. Desde que lo dijo en clase, estoy enamorada de ese nombre - dijo Emily, que se encontraba un poco incómoda.

- ¿Te pasa algo? - pregunté ligeramente preocupado.

- No... Bueno... ¿Os puedo decir una cosa sin que salga de aquí? Es muy íntimo. 

- Claro.

- Se supone que me tendría que haber bajado la regla hace una semana. A veces se me atrasa, pero no tanto. Estoy un poco asustada.

- Pero... - empezó Michelle.

- Sí, fue su forma de arreglar las cosas. Aunque os prometo que lo hicimos con protección - le cortó Emily.

- No sé qué decirte - dijo Thomas - ¿Hace cuánto?

- Hace tres semanas. Al inicio de las navidades.

- ¿Él lo sabe? - pregunté.

- No, no le he dicho nada. 

- ¿Y tus padres?

- Tampoco... ¿Me acompañas a comprar un test? - preguntó mirando a Olivia.

- Sí.

En ese momento, sonó el timbre que nos indicaba que debíamos volver a clase. Regresando a nuestra aula, estuve hablando con Thomas.

- Me ha chocado lo de Emily - dijo.

- Desde hace unas semanas, no me sorprende nada. Aunque sí, es normal que te impacte.

- Siempre se le ha visto como una niña buena, incapaz de hacer eso.

- Eso es por sus padres. La tienen muy controlada. Pero muchas veces eso es lo peor, y en este caso, es así. Aunque solo ha follado, tampoco ha cometido un delito, sabes, pero quizás no habrán tenido toda la precaución que debían. Y fíjate en mí. Un chaval al cual nunca le han controlado demasiado, sin novia y sin preocupaciones.

- Bueno, eso de sin preocupaciones - me miró riéndose.

- Ya... No hacía falta mamón.

Hubo una pequeña pausa en nuestra conversación.

- Pero sí, tienes razón. Espero que se la haya atrasado más de lo normal, porque si no sus padres... 

- Ya. Esto parecerá un reality de televisión - bromeé

Fue entonces cuando llegamos a clase y cada uno se fue hacia su sitio de estudio y aprendizaje. 

LA VERDAD TRAS EL CRISTAL - Diego EscamillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora