CAPÍTULO 2.2 - Amoroide

22 2 0
                                    

Desde mi casa hasta la de William había, únicamente, 40 minutos andando, ya que vivía en una de las zonas más apartadas y ricas de Mission. Pese a esto y gracias a nuestro elevado ritmo, llegamos, aproximadamente, en media hora.

- ¿Cuál es tu idea? - susurró.

- Capullo, no es necesario susurrar, no hay nadie. Además, si sigilo es lo que menos vamos a tener.

- ¿Por qué?

- Primero, porque no estamos en una película, y segundo, porque vamos a picar al timbre.

- Eso ya lo sabía, pero...

- ¿Entonces para que coño susurras? - pregunté mientras me reía.

- No sé, me ha salido solo. Me he puesto nervioso - dijo e hizo una pausa -. ¿Pero qué le vas a decir?

- Voy, bueno, vamos a improvisar.

- Verás.

- Confía en mí - dije mientras le daba una palmada en el hombro.

Antes de que Thomas pudiera volver a hablar, toqué al timbre de los Taylor, esperando encontrar a William tras la puerta. Siendo sincero, tenía un cierto morbo por qué William no tuviera nada que ver. Era una sensación extraña que me provocaba una adrenalina especial que hacía que no fuera capaz de ver que aquel sentimiento no era del todo ético.

- Buenos días. ¿Qué buscan jóvenes? - preguntó un hombre mayor.

- A William.

- Se fue hace un rato - comentó aquel hombre.

- ¿Se puede saber a dónde? - preguntó Thomas.

- Y tanto. Se ha ido a hacer la compra. El niño está malo y ha querido salir un tiempo - hizo una pausa mientras nos observada detalladamente -. ¿Por qué buscan a mi nieto? - preguntó desvelando su relación familiar con William.

- Debemos comentarle unos puntos de un trabajo de clase que hemos de hacer juntos - contesté improvisando, intentando hablar de manera culta.

- De acuerdo. Si quieren esperarlo, pasen dentro, les serviré agua.

- No es necesario, volveremos más tarde. Gracias por su amabilidad.

- Como quieran - dijo mientras sonreía y aceptaba el agradecimiento.

Nos fuimos a hablar detrás de los de los árboles delanteros que cubrían el jardín de la casa y daban cierta privacidad a la familia.

- ¿Y bien? Yo quería agua.

- No me toques los huevos. No iba a entrar y preguntarle allí dentro lo que le vamos a preguntar.

- ¿Por qué no? Podíamos ir a su habitación.

- Porque si está castigado hubiera sido incómodo ver como están enfadados con él. Y si no lo está, prefiero no estar cuando se lo diga a quien quiera que esté en la casa, o simplemente a su abuelo.

- Vale... Ves, ahora me has dado argumentos de verdad.

- A la próxima sí que te los daré de verdad - le dije mientras intentaba pegarle -. Hablando del rey de Roma, por la lejanía asoma.

- Es por la puerta.

- Ya, ¿pero tú ves una puerta en la calle? Porque yo no. A ver si el que ha fumado porros y otras cosas has sido tú.

- Sí que hay - dijo mientras señalaba las puertas de algunas casas de la zona.

- Mira, vamos a hacer una cosa. Yo voy a hablar con él y tú te replanteas tu vida. ¿Qué te parece?

- A ti sí que te voy a replantear la vida.

- ¿Qué hacéis aquí? - preguntó William, dejando las bolsas en el suelo.

- Hemos venido a buscarte - confesé sin escrúpulos.

- ¿Qué me echáis de menos? - preguntó riéndose -. Tranquilos, mañana ya voy. Estoy bastante mejor.

Thomas y yo nos miramos. Y esta vez seriamente. Los dos habíamos intuido que William no estaba castigado, y menos, preocupado por algo tan poco importante como que su novia (o lo que fuera) estuviera embarazada de él a los quince años.

- ¿Pasa algo? - preguntó observando nuestras caras.

- ¿Has hablado con Emily? - preguntó Thomas.

- No, lo dejamos antes de Navidad. Lo último que me dijo fue que me follara a Ellie.

- Bien - dije mirando de nuevo a Thomas.

- Pero sabéis una cosa, le hice caso. Estos últimos treinta días ya lo hemos hecho seis veces, y teniendo en cuenta que esta semana he estado malo - dijo riéndose.

- Esa información no era necesaria - hice una pausa -. Realmente, no hemos venido a saber si te has follado a Ellie, sino a que si te has follado a Emily - dije con tono irónico, ya que, de momento, él estaba de buen humor

- No la he tocado en mi vida, nunca se dejaba.

- ¿Quién empieza? - pregunté mirando a Thomas segundos después.

- Yo - contestó para mi sorpresa -. Hace dos semanas nos dijo a todos que estaba embarazada...

- Muy bien, pues que se folle a otros sin tener precaución.

- El problema es que dijo que fuiste tú el que la dejo embarazada... - intentó proseguir Thomas.

- ¿Perdona? - dijo incrédulo.

- Déjalo seguir por favor - le pedí.

- Según ella, fue tu forma de arreglar las cosas y lo hicisteis con protección. Esa tarde se hizo un test y al día siguiente nos confirmó, por así decirlo, que lo estaba.

- ¡Puta zorra mentirosa, que se joda! - exclamó.

- Cálmate, que esto no es nada.

- Esa misma tarde estábamos él y yo en su tienda - empecé - cuando entró su madre preguntando por ella. Emily nos había dicho que se lo dijo a sus padres, pero se ve que no y la cagué un poco.

- No la cagaste, la culpa es suya - comentó Thomas.

- Correcto.

- Y desde esa tarde, no sabíamos nada de ella, hasta que hace una hora, la han declarado desaparecida - hice una pausa -. No dudes de que vendrán a por ti, no sé cuando y con qué intención, pero ya sabes que su padre es un cabrón.

- No lo he conocido. Desde la discusión en público estuvo muy fría y no llegó a presentarme su familia, pero me la suda y mucho - paró mientras pensaba -. Yo sé que no he hecho nada, así que no pueden detenerme. Además, no tienen pruebas.

- Da igual, Johnson te detendrá a la mínima que hagas algo raro, algo que se salga de tu rutina. Te pondrán vigilancia, ya que, justamente, esta semana no has venido al instituto y has pasado inadvertido, por lo que has podido hacer cualquier cosa.

- ¿Y cómo lo sabes?

- Lucas y su hija son muy predecibles. Ella no le habrá contado ni la mitad y habrá dicho que fuiste tú, y él te habrá pillado manía e irá a por ti. Seguramente, ahora mismo solo pensará en que has sido tú, y hasta que no tenga otra vía de investigación muy clara, no te dejará en paz.

- Hazle caso - añadió Thomas -. Su padre ya tuvo problemas con Johnson y por lo que me ha contado, tiene muchos números de ser un subnormal en potencia.

Los dos fallaron en el intento de reír después del comentario y siguieron hablando de Lucas. Yo me desconecté de la conversación porque me entretuve pensando en todo lo que había pasado en tan pocos días. Creo que ahora mismo quedaría muy bien una reflexión sobre el tema, una reflexión profunda desde un punto de vista actual, con mi opinión actual, pero prefiero ir al grano, prefiero explicar lo que, realmente, hizo que me desconectara de la conversación. Al final de la calle, en la misma dirección por la que había venido William, había un coche negro aparcado. No tenía nada en especial, simplemente era un coche que podría estar estacionado como cualquier otro. Pero me percaté de un detalle, un detalle muy importante. Era el mismo coche, o al menos, el mismo modelo, que utilizaba mi padre cuando le tocaba hacer seguimientos o controles de velocidad.

- Escucharme bien. Reaccionar como si os hubiera contado un chiste. Hay un coche aparcado más adelante... No te des la vuelta subnormal - dije mirando Thomas -. Es el mismo coche que utilizaba mi padre cuando iba de paisano.

Los dos me miraron extrañados mientras reían de manera falsa.

- Vamos detrás de los árboles - propuso William disimuladamente.

- Nos verá tu abuelo.

- No, acostumbra a estar en la parte trasera, en la piscina. Tiene un pequeño rincón con su butaca de mimbre y una sombrilla donde pasa todo el día, a no ser que le llamemos.

- Pues vamos, pero disimular.

Nos escondimos detrás de los árboles y a través de un pequeño hueco, pudimos observar al coche sin que quien quisiera estar dentro de él pudiera vernos.

- Tengo unos prismáticos en mi habitación, ¿voy a buscarlos? - sugirió.

- Sí.

Entró sigilosamente a su casa para que su abuelo no lo escuchara. Mientras tanto, Thomas y yo tuvimos una conversación.

- ¿Qué te juegas a que es Johnson? - pregunté.

- ¿Quién?

- Mi tía, no te jode... ¡El del coche!

- Diez dólares.

- ¿Solo? Va, sube la apuesta.

- ¿Tan seguro estás? - vaciló -. Venga, veinte dólares, pero como no sea él, te toca pagarlos.

- Te aseguro que eso no pasará - vacilé con una sonrisa pícara.

- Aquí tienes - dijo William ofreciéndome los prismáticos.

- Veamos quién gana.

William me miró sin entender lo que había dicho y mientras miraba a través de los árboles, le hizo saber la apuesta que habíamos hecho.

- Predecible - hice una pausa mientras sacaba la cabeza de las hojas -. Espero que los tengas ahorrados - dije fijando mi mirada en Thomas.

- ¿Es él? Déjame ver.

Le di los prismáticos a Thomas y esperé a que lo viera.

- ¡Qué cabrón! ¿Cómo puede ser así?

- Siendo un Johnson - comentó William -. Su hija es igual. Siempre quería saber con quién hablaba, estaba o incluso, a quién me cruzaba por la calle. No tenía ninguna confianza en mí, en cambio, yo, como un puto perro faldero, sí que confiaba en ella. Y fíjate, se ha follado a otro. Eso es lo que le importaba realmente, ¡eso! Y como le importaba lo mismo que cualquiera de vosotros, porque os aseguro que se la sudáis completamente, no le habrá importado decirle a su padre que he sido yo, que yo he roto el supuesto condón o cualquier otra mierda que le haya podido decir. Y su padre, igual de subnormal que su hija, no habrá pensado en ningún momento en otra cosa que no sea que yo he dejado embarazada a su hija y por eso está aquí. Raro me parece que no me haya detenido ya.

- ¿Te has quedado a gusto? - preguntó Thomas.

- Mucho, pero es lo que pienso, no es que me haya desahogado. Y lo siento mucho, ahora no voy a hacer el papelón de que me duele mucho que haya desaparecido. Tampoco es que me alegre, pero tampoco me importa demasiado. Sé que no es ético, pero es lo que siento.

Todos nos quedamos en silencio. Fue cuando me di cuenta de que, realmente, tampoco me importaba demasiado el paradero de Emily. ¿Era mi amiga? Hasta ese instante, pensaba que sí, pensaba que ella estaba dentro del grupo, que era una más de nosotros, pero, simplemente, era la amiga de Olivia. Ella la había conocido en la hípica, y nos la presentó. Desde ese momento, empezó a venir con nosotros, pero no porque quisiéramos que viniera, sino porque venía con Olivia y los demás no decíamos nada, ya que nos daba, por lo menos a mí, bastante igual. Y esto pasó a ser una costumbre, pero como ya he dicho, siempre vino con Olivia, no con nosotros. Por eso no estaba muy preocupado por su desaparición. Y ojo, con esto no quiero decir que no me impactara y me dejara una sensación extraña en el cuerpo que una persona conocida desapareciera sin dejar rastro visible a simple vista, simplemente digo que no me importaba tanto como lo que le podía suponer esto a Olivia.

- Creo que va siendo hora de irnos - comenté.

- Sí, e iros por atrás, así no os verá. Ahora llamo a mi abuelo para que entre en casa y no os diga nada.

- Vale - comentamos los dos.

Escuché como William llamaba a su abuelo pidiéndole ayuda para guardar la compra. Dimos la vuelta a la casa, pasamos al costado de la gran piscina del jardín y salimos por un pequeño hueco entre los árboles traseros.

LA VERDAD TRAS EL CRISTAL - Diego EscamillaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin