Capítulo 30

127 2 0
                                    




Era la madrugada de un sábado de finales de septiembre. Los primeros rayos del sol tocaron las copas de los árboles a lo lejos; oro brillante sobre hojas de color ámbar, mientras que en lo alto la oscuridad aún no había retrocedido. Ron no estaba acostumbrado a ver muchos amaneceres porque disfrutaba demasiado durmiendo. Sin embargo, en algunas ocasiones, como ésta, estaba más que feliz de despertarse al amanecer. Y entonces le parecía que sólo la promesa de Hermione podía hacer los amaneceres más hermosos. No conocía ningún otro tipo.

-¿Estás nervioso?

-No. ¿Por qué? ¿Me veo nervioso?

-Estás suspirando cada minuto y en cualquier segundo tocarás la silla con los dedos. Pero no, nada nervioso.

-Solo estoy... impaciente. Ella ya debería haber estado aquí.

-Ella todavía tiene cinco minutos.

-A la hora de Hermione, ella ya llega diez minutos tarde. Tú lo sabes.

-Te preocupas demasiado. Creo que se te ha contagiado.

-Han pasado dos semanas, Harry. Dos semanas enteras desde que vi su cara.

-Lo tienes mal, amigo.

-¿Como si no hubieras estado suspirando por Ginny? Te he oído murmurar en sueños. Es enfermizo.

-... De todos modos, definitivamente estás nervioso, y ambos sabemos por qué.

-No sé de qué estás hablando.

-Si tu puedes.

-Sí... bueno, hay que hacerlo. Hemos pasado por cosas peores. Y no es nada nuevo.

-Ese es el problema, ¿no?

Ron suspiró. Harry tenía razón.

Una semana después de partir hacia Hogwarts, Hermione pudo salir del castillo con un permiso especial de McGonagall para ver a su terapeuta en St Mungos. Hermione logró convencer a la directora de que le dejara tener todo el día para poder visitar a sus padres y luego a La Madriguera. No fue una visita larga, había poca o ninguna privacidad y Ron todavía estaba en su silla de ruedas. Pasaron el poco tiempo que tuvieron hablando con Harry y disfrutando de estar juntos de nuevo. Así lo parecía al menos en la superficie; Podía decir que había algo hirviendo debajo de sus sonrisas y besos. Habían logrado robarse un momento para ellos mismos, pero era demasiado pronto cuando ella tuvo que irse.

Desde entonces, han pasado dos semanas de cartas detallando todas las cosas malas que quería hacer cuando pudieran estar juntos de nuevo. A él le gustaban esas cartas, pero cada vez que ella escribía sobre la escuela, siempre parecía apresurado y vago, como si no quisiera hablar de eso en absoluto. Y cuando él le escribió sobre el entrenamiento de aurores, que comenzó en octubre, ella no mencionó eso en sus respuestas, solo que estaba feliz de que él se estuviera recuperando tan rápido.

Ron no podía esperar a volver a verla, pero, como dijo Harry, era innegable que estaba nervioso. Las cartas simplemente no fueron suficientes. Sabía que ella estaba usando esta barrera de comunicación para ocultarle cosas. De nuevo.

Sin embargo, esta vez Hermione no tenía cita. Fue su terapeuta quien sugirió esta visita y, con la aprobación de McGonagall, pudo pasar la noche. Estaba extasiado de pasar dos días con ella, de hablar cara a cara y de hacer otras... actividades sin hablar...

-¿Te puedo dar un consejo?

-Sí, está bien.-dijo Ron y se volvió hacia su mejor amigo. Le había expresado sus preocupaciones sobre Hermione poco después de su última visita, e incluso Harry estuvo de acuerdo en que algo andaba mal. Entonces supo que tendría que confrontarla y descubrir qué estaba pasando de una vez por todas.

Ansiedad (Romione)Where stories live. Discover now