Ansiedad (Romione)

Capítulo 23

Mientras el edificio todavía temblaba por la explosión, Hermione agarró a Ginny por los hombros y la empujó al suelo, cubriendo el cuerpo de la niña más joven con el suyo. Las ventanas del frente del pub, así como las filas de vasos detrás de la barra, se rompieron y llovieron encima de ellas. Deslizándose sobre los fragmentos de vidrio, los bordes afilados cortando sus rodillas y manos, Hermione ignoró el dolor y maniobró a ella y a Ginny para agacharse debajo de la mesa donde su almuerzo a medio comer todavía estaba, ya no comestible; No es que importara ya que Hermione ya había perdido el apetito.

Hermione luego usó la conmoción, y el hecho de que su mesa estaba en la parte trasera del pub, para llevar a Ginny hacia una puerta detrás de ellos que estaba ligeramente entreabierta. Sobre sus manos y rodillas, y crujiendo entre los escombros, Hermione y Ginny abrieron la pequeña puerta y se arrastraron dentro de un armario lleno de abrigos y jerseys colgados.

El ruido del viento y la lluvia amortiguó la mayor parte del ruido lo suficiente como para que Hermione no pudiera distinguir nada más específico que gritos y chillidos provenientes del Callejón Diagon a través de las ventanas ahora sin vidrio. Hermione supuso que los pocos civiles que quedaban probablemente estaban huyendo o siendo capturados, o algo peor. Hermione oró por la primera opción.

-Hermione, intenta desaparecer.- Ginny le siseó al oído y luego tomó su mano.

-Oh, claro.- Hermione murmuró y luego sintió un repentino temor cuando su intento fracasó estrepitosamente. Cerró los ojos y se concentró más de lo necesario para desaparecer una vez más. Los abrió y encontró los ojos de Ginny en la oscuridad, mirándola como si no entendiera por qué todavía estaban metidos en un armario.

-¡No funciona!-susurró Hermione.

-¡Pero vimos gente desaparecer hace apenas unos momentos!

-Deben haber puesto un maleficio anti-aparición; probablemente en todo el Callejón Diagon.

-Mierda.

-¡Las chicas están por aquí en alguna parte! ¡Encuéntralos!

Hermione se dio cuenta de que la tormenta se había detenido abruptamente y saltó ante la voz clara y fuerte que resonó en el pub, enojada y llena de malvada autoridad. Se asomó por la rendija de la puerta apenas abierta y vio a dos Mortífagos vigilando junto a la puerta y las ventanas voladas y a cuatro más caminando por el pub, volteando mesas y sillas, presumiblemente buscando a Hermione y Ginny. Agradecida de haber podido esconderse tan rápido, Hermione dedujo que el resto de los Mortífagos que estaban dando vueltas antes ahora estaban afuera en la tormenta, asegurándose de que nadie entrara o saliera del Callejón Diagon. El Mortífago con la voz retumbante estaba parado en el medio de la habitación, con los brazos cruzados sobre el pecho. Era corpulento, y lo que le faltaba en altura lo compensaba con una presencia dominante y una expresión de pura maldad, su rostro profundamente arrugado contrastaba con su pálida y suave cabeza calva que giraba de un lado a otro, mirando lentamente cada rincón del cuarto

-¿Dónde están los otros dos?

Los ojos de Hermione se volvieron hacia la puerta mientras el mago calvo dirigía su atención hacia un Mortífago alto y de cabello oscuro que parecía tan joven como el calvo parecía malvado. Hermione sabía que estaba preguntando por Harry y Ron y aguzó el oído para escuchar con Ginny presionada contra su costado con la cabeza metida debajo de la de Hermione para escuchar también.

El rostro del mortífago más alto se transformó en una sonrisa arrogante y dijo.-Nos encargamos de ellos.

El corazón de Hermione cayó de rodillas y casi se cae, atrapándose con las manos en el suelo cuando Ginny se echó hacia atrás de repente, un pequeño jadeo escapó de sus labios. Su mente se aceleró con diferentes escenarios en los que Ron y Harry estaban heridos, tropezando bajo la lluvia, inconscientes o peor: muertos. Su mente siempre llega a esa conclusión, pero como normalmente era solo un miedo dentro de su mente, ahora se estaba convirtiendo rápidamente en una realidad.