Richie lo sabe.

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Pov de Freen.

Me traía queriendo adelantar las horas para volver a verla.

Cuando se fue, regresé a mi oficina en donde se encontraba Nam con una sonrisa gigante.

-Niégame en la cara que no estás enamorada de ella. -Dijo levantándose de su silla.

Giré los ojos y sonreí.

-No puedo negartelo. -Contesté. -Tal vez lo estoy.

-¿Tal vez? -Cuestionó. -Vi como la mirabas. Además, ¿A quién abrazas tú así?

La verdad es que ella tenía razón.

-¿Crees que yo sea buena para ella? -Pregunté preocupada.

Me miró confundida.

-¿Por qué no lo serías? -Preguntó de vuelta.

-La verdad no sé. -Confesé. -Es solo que estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo. No quiero arruinar nada.

-Le caías mal y ahora le gustas. -Me recordó. -Creo que las dos empezaron arruinando las cosas, pero ya pasó.

Sonreí.

-La invité a cenar. -Dije. -Pero actuo como una tonta cuando le hablo.

-Ese es el mejor lado de ti. -Agregó. -Te lo digo conociéndote desde niña.

Negué con la cabeza.

-¿Va a ser una cena muy formal? -Cuestionó.

-Reservé un buen restaurante. -Admití. -Supongo que sí.

-¿Y qué esperas para irte a cambiar? -Exclamó.

Subí los hombros.

-Va a ser raro que me vista elegante y tenga un yeso en la mano. -Comenté.

-No es como que tengas opción. -Dijo.

Suspiré y me quedé pensándolo varios minutos.

-Freen. -Me llamó. -Deja de sobrepensar tanto y ve de una vez.

Sonreí y finalmente asentí.

Tomé mis cosas y fui de regreso a mi casa para cambiarme.

Esta vez, decidí ponerme un vestido negro.

Tomé un taxi y llegué con diez minutos de anticipación al restaurante, no quería que me sucediera lo de la vez pasada.

Me asignaron una mesa y la esperé.

Pedí un vaso de agua y esperé a que ella llegara.

Sentí su voz a mis espaldas minutos después.

-No sabía qué tan formal era. -Confesó.

Giré la cabeza.

Tenía un vestido blanco.

Se veía deslumbrantemente preciosa.

Me quedé helada.

Después de unos segundos, reaccioné y me levanté para saludarla.

-Te ves preciosa. -Dije sin poder evitarlo.

-Gracias. -Respondió sonriendo. -Tú también.

Me dio un beso en la mejilla para saludarme y me miró a los ojos enseguida.

Me estaba volviendo loca.

Saqué su silla para que se sentara y luego me senté yo.

-¿Qué quieres beber? -Le pregunté.

Almas Reencontradas - FreenbeckyWhere stories live. Discover now