Capítulo 23.

290 47 3
                                    

El café caliente me había caído de maravilla. La manta gruesa que me envolvía parecía abrazarme con fervor y el programa raro en la televisión lograba mantenerme distraído.

— ¿Ya te sientes mejor?

Mi vista se desvió a Tzuyu y sonreí débilmente, asintiendo.— Mucho mejor, gracias Chewy

La chica se dejó caer con cuidado junto a mi, pasando un brazo por mis hombros para apegarme a ella en un abrazo amigable.— No es nada pequeña, sabes que cuentas conmigo para lo que necesites

— Lo sé— Esto era completamente cierto. Desde el primer momento que hablamos, Tzuyu me dejó en claro que su ayuda siempre estaría disponible.

Cosa por la que estoy agradecido infinitamente, pues en los últimos días apenas y puedo ver a Dahyun durante clases.

— ¿Todavía quieres que llame a Mina?— Preguntó la chica delicadamente, frotando mis hombros de forma reconfortante— Te escuchabas muy insistente hace rato

— Oh... No te preocupes, ya no es necesario— Suspiré profundamente mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, observando el programa raro en la televisión, embelesado— Por cierto, lamento mucho haber mojado tu ropa...— Encogí los hombros— Y lamento que hayas tenido que verme en ese estado.

Tzuyu chistó la lengua para restarle importancia.

— Mejor perdóname tú a mi por no haber llegado antes.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, mi vista se alzó hasta topar con la suya y una cálida sonrisa fue lo que encontré.

— No digas esas cosas— Lo regañé inmediatamente— De no haber sido por ti, probablemente seguiría ahí tirado... Con unas cuatro o seis monedas de compasión por la gente, quizás hasta con un café del Oxxo.

Eso último logró hacerlo reír, cosa que inconscientemente me hizo sentir mejor.

Ver como sus pómulos se volvían más grandes y sus ojos más pequeños; sus labios formando un corazón de forma natural y su rostro en general, siendo iluminado por lo brillante de su sonrisa. Me hacía sentir tan cálido, tan conforme, tan... Tan bien.

— Eres la peor chica triste que he conocido en mi vida.— Se mofó, aún con pequeños restos de aquella risa de antes— Hace rato casi morías ahogado en tus propias lágrimas y ahora cuentas chistes, ¿de verdad estás bien?

— ¡Que sí!— Le insistí torpemente con una sonrisa— Es sólo que... Pasó algo que no me esperaba y me hizo sentir muy mal, pero ya estoy mejor— Aseguré antes de quitarme la manta de los hombros y levantarme del sillón, estirando los músculos tensos en mi espalda, ella no lograba despegar su mirada de mí en ningún momento.

— Bueno, en todo caso... Me alegra saber eso.

Creo que para ese punto ya se había quedado sin palabras, ahora solamente miraba a un punto indefinido en la nada mientras hacia suaves pucheros y jugaba con la tela de su pantalón nerviosamente.

— Eh...— Murmuré, inflando las mejillas— Creo que ya debería irme a casa, tengo unas cuantas tareas por terminar que son para mañana y...

— Oh, claro— Tzuyu se levantó de su lugar y apagó la televisión, acompañándome hasta la puerta— ¿Quieres que te acompañe a casa?— Me sonrió.

Mi pecho comenzó a latir extremadamente rápido ante aquella pregunta y mi boca comenzó a abrir y cerrarse incesantemente. No me gustaba que la gente fuera a la enorme caja de madera en la cual solía vivir, me avergonzaba que conocieran ese lado de mi, que al llegar a casa preguntaran por mis padres y no saber que responder, que vieran las goteras del techo, el moho del baño... Odiaba eso, odiaba todo ese proceso.

Tardé dos años en invitar a Mina, y de hecho, estaba muchísimo peor a como lo está ahora. Ni siquiera tenía agua o electricidad, precisamente fue ella quien me comenzó a ayudar con eso y después junto a Han se la han pasado apoyándome económicamente a más no poder.

Sabía como reaccionaba la gente al saber que la chica linda de las mil sonrisas que tocaba el violín vivía en aquella clase de pocilga. La pena que desprendían en cuanto quedábamos a pocos pasos de la casa y blah, blah, blah.

No quería que Tzuyu sintiera pena por mi, no quería que alguien como ella me viera de aquella forma tan vergonzosa para mi.

— ¡No!— Casi grité, haciéndolo pegar un brinco de sorpresa.— Q-quiero decir...— Carraspeé la garganta— Eh, no hace falta que lo hagas, seguro y tienes mucho por hacer

Ella ladeó la cabeza, sospechando de mis palabras mientras cruzaba los brazos y se relamía los labios.— Tienes más secretos de lo que aparentas.

Declaró.

— ¿Uh?— Su comentario me tomó desprevenida. Tzuyu era muy dado a decir las cosas más filosóficas y raras en el momento menos esperado, algo así como un bonus o comentario sorpresa.

— Ya sabes, al principio... Cuando te conocí en la cafetería, te ví con esa enorme sonrisa y me dije "Esta chica es un completo libro abierto"— Suspiró, girando sobre sus talones para ir por la manta de antes y pasarla con cuidado por mis hombros— Creí que eras de esas personas que tienen la vida perfecta y sin complicaciones, sin embargo...— Me sacudió cuidadosamente el cabello y lo ordenó— Hace un par de horas te cargué sobre mi espalda mientras te deshacías en tu propio charco de lágrimas, casi ahogándote con ellas.

No sabía como sentirme al respecto. Sujeté la manta con una mano mientras la miraba fijamente y encogía los hombros de forma disimulada, después de todo no estaba tan equivocado.

— No todo es lo que parece, Chewy...— Susurré— Las personas con las sonrisas más grandes, son las que más impacto causan cuando están tristes— Le sonreí una última vez de la forma más amigable que pude emitir y me di la vuelta antes de frenar nuevamente, volteando a verlo. –Tu manta...

— Llévatela— Me interrumpió desde la puerta— Después de hoy, te pertenece más a ti que a mi

Volví a sonreír y sin decir una palabra más, asentí con la cabeza en agradecimiento y me fui a casa.

Amor entre cuerdas Ꞝ DahmoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon