EXTRA: Golpe de realidad

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Cierro la puerta y me dejó caer en la silla de cuero que está detrás del escritorio de vidrio.

Recuesto mi cabeza en el respaldar y cierro los ojos.

No sé cómo haré realidad tantas promesas que le hago a mi hijo. No llamare a Máximo. Nosotros no hacemos eso.

Además, le tengo otras promesas pendientes, ya que antes de dormir siempre me pide que le prometa que su madre volverá pronto de viaje. La extraña demasiado, apresar de ser pocos los años que pasó con ella, la quiere como a nadie y no sé cómo pero la recuerda, seguro por las fotografías que hay por toda la casa donde se puede apreciar su rostro y la sonrisa de la que alguna vez fue mi mujer. Incluso una vez lloro tanto que no podía aplacar sus lágrimas, no sabía que le pasaba y el solo decía que quería hablar con su mami, tuve que hacer que alguien perteneciente a la empresa se haga pasar por ella, charlaron durante 20 minutos de los cuales 10 minutos se la paso preguntándole cuándo volverá a lo que ella respondía: "Regresaré pronto, el día que menos esperes estaré de vuelta en casa". Solo así pudo calmarse y hasta ahora mantiene viva esa esperanza.

Larissa sigue prevaleciendo en la memoria de ambos, no la he podido olvidar aunque lo he intentado, quiero hacerlo, así como ella lo ha hecho durante todos estos malditos años en las que no nos ha recordado y si lo ha hecho no me he enterado porque no ha tenido intenciones de acercarse.

Sufrió un accidente en las escaleras y perdió la memoria, después de eso no me separe ni un instante de ella, tampoco en su recuperación cuando ya estuvo consciente, siempre estuve al pendiente hasta que Larissa dijo que no quería vernos más, que no recordaba la vida que yo decía que habíamos vivido, que no tenía de idea de lo que yo hablaba, incluso dio a entender que no podía comprobar que Erick era su hijo porque no tenía ningún parecido a ella, ya que solo se parecía a mí y era verdad, mi hijo no tenía rasgos físicos similares a los de ella, todos me pertenecían, era como yo en versión pequeña, pero la personalidad era por completo de ella.

Eso fue lo que más me dolió por eso le prometí que nunca más volvería a saber de nosotros.

He cumplido con mi palabra.

-¡Cállate! ¡Guarda silencio!-grito alterada aún sentada en la camilla del hospital.-¡No quiero escucharte! ¡Llevas días mencionando cosas que no recuerdo, que no se si son verídicas!

-No te estoy mintiendo.-hablo tranquilo.

-No lo sé, no te conozco y no te creo nada de lo que dices. Mamá dice que tengo 25 años, Si tú dices que tengo un hijo de 4 años contigo, eso quiere decir que lo debo haber tenido a las 21 y eso es imposible, yo nunca me embarazaría a los 21 años.

La miro sin decir nada, una sensación de decepción se instaura en mi pecho. Que no me recuerde me rasga el pecho, pero que no recuerde a nuestro hijo me está matando.

-Te embarace, tuvimos un hijo y vivimos juntos, esa es la realidad.-mi voz se escucha más severa.

-Ese niño que trajiste ayer ni siquiera se parece a mí, puede ser tu hijo pero no el mío. Talvez con una prueba de ADN, lo pueda...

-¡No te atrevas a terminar esa oración!-abre los ojos asustada cuando alzó la voz. Me acerco a ella y la tomo del mentón, haciendo que me mire directo a los ojos.-Nunca le haría eso a nuestro hijo. Jamás los sometería a tremenda estupidez solo porque tú dudas de ser su madre.

-¡No entiendes! ¡Yo no sé casi ni quién soy! ¡No los conozco y tampoco los quiero cerca, quiero que te vayas y que no vuelvas mañana!

Esas palabras son como un cuchillo filoso atravesando mi corazón.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora