Capítulo 34 - Jason

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Los dos siguientes días fueron más tranquilos. Las mañanas las pasamos en el hospital con Gwendy, que se recuperaba de forma muy favorable. Pronto podría volver a su casa, aunque mi idea era la de llevármelas a las dos conmigo. No las quería dejar solas y, además, mi amiga iba a necesitar mucha ayuda las primeras semanas para moverse.

El viernes a la tarde, Gena y yo estábamos tumbados en el sofá, acurrucados el uno junto al otro y viendo una película. Esos momentos también los disfrutábamos mucho, aunque era algo que ya solíamos hacer desde siempre. El único cambio eran nuestros sentimientos, dejamos de vernos como padrino y ahijada.

Estaba recostada sobre mi pecho y rodeaba mi cuerpo con los brazos, mientras yo le acariciaba el pelo y dibujaba líneas en la espalda y el hombro. Me gustaba tenerla así, algo nada habitual en mí con ninguna otra de las parejas que tuve. Fueron una cuestión meramente sexual, pero con Gena todo era nuevo y diferente.

—Mmm, me gustan tus caricias —murmuró algo adormilada.

—¿Todas? —pregunté previo darle un beso en la coronilla. Levantó la cabeza y me miró.

—Todas, manejas muy bien los dedos —afirmó en un tono de los más travieso y lascivo. A pesar de excitarme esa forma de hablar, no pude evitar soltar una carcajada.

—¿Acaso tus otros amantes no hacían que te corrieras?

—Tenía suerte si lograba tener un orgasmo con alguno de ellos, pero tampoco eran situaciones como para exigir mucho más. Eran más bien un sacar, meter y ya. —Me incliné para besarla en los labios. Sabía que tenía un pasado bastante tormentoso, en cuanto a encuentros sexuales se refiere y debía aceptarlo, pero imaginarla en los brazos de otros... me carcomía por dentro.

—Así que prefieres las cosas que yo te hago —ronroneé contra sus labios. Froté mi nariz con la suya y ella gimió bajito.

—Las cosas que tú me haces... —Suspiró con fuerza y cargado de excitación—. Creo que me has convertido en una ninfómana multiorgásmica. —Estallé en carcajadas porque era la cosa más graciosa que jamás me habían dicho sobre mis habilidades como amante. Gena se incorporó y dijo: —No sé de qué te ríes, es la pura verdad. Tú lo haces lento, despacio y a la vez que con un ritmo intenso. Joder, no hay vez que no me corra unas dos o tres veces, y no es que tengamos solo un polvo por día. Contigo es más... ¿Adulto?

—Son cosas que se aprenden con los años y la experiencia. A tu edad, yo también era así, de encuentros rápidos.

—Mmm, permíteme que lo ponga en duda. Creo que tú ya has nacido con esta habilidad tan maravillosa. —Volví a reír, tiré de ella y la senté sobre mí. La cogí de la nuca y la atraje hacia mi boca. Ella abrió los labios al instante y dejó que nuestras lenguas se encontrasen.

Pronto, el beso se tornó ardiente. Nuestras respiraciones ya eran irregulares y nos volvimos dos animales jadeantes. Saboreé esa boca con fervor, hasta que deslicé las manos por su cuerpo, tomé el borde de la camiseta y tiré de ella para desnudarla.

Gena estiró los brazos para dejar que la desvistiese. Lancé la tela al suelo. Ella se apoderó de mi boca al mismo tiempo que yo le acariciaba la espalda desnuda y masajeaba uno de sus pechos. Necesitaba saborearlos, así que dejé de besarla y descendí por su cuello hasta ellos, depositando húmedos besos en la piel.

—Son tan hermosos... —murmuré cuando tuve uno de ellos ante mi boca. Lamí el pezón, duro y erguido—, tan suaves y sabrosos... —Chupé y mordisqueé mientras ella jadeaba y revolvía mi cabello—, manejables y juguetones —dije. Tomé los dos con ambas manos y los junté para poder lamerlos.

—Oh, joder, Jason —gimió ella.

—Sí, eso es lo que te voy a hacer, pequeña. Te voy a joder hasta que se caigan los cimientos del edificio —ronroneé al mismo tiempo que paseaba mi lengua de un pezón a otro.

Juego prohibidosWhere stories live. Discover now