Capítulo 13. El secreto

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El vidrio de la mesa resonaba, cada vez que Sarah golpeteaba impacientemente sobre el. Después de unos cuantos movimientos repetitivos, su pie derecho también se sumó al soneto.

Había resuelto esperar a su nuevo "socio" para confesar un terrible crimen: Llamarse como la mujer a quien buscaba. Era simple y llanamente eso. No sabía que decir ni cómo abordar la situación, pero sentía que su sociedad debía comenzar con buen pie.

"Señor, he olvidado decirle algo bastante trivial. Adivine quien será la primera persona de su lista"

Y ¡Bam! ¡Sorpresa!

Ah, no, no, no. No podía ser así. De ninguna manera podía serlo, todo iba mal.

No encontraba como comenzar a explicar. Se mordió las uñas mientras miraba con atención el reloj; cuando este marcó las 7 PM, Sarah llegó a una resolución.

Se levantó con determinación, peinó su flequillo, deslizó sus manos para denotar la línea del traje y caminó con altivez hacia la escalera de emergencia.

Iba a hacer que el príncipe se desmayara por una emoción que quizás haya olvidado después de todo: La sorpresa.

Estaba segura de que con sus habilidades lograría derretir por fin ese rostro de hielo que siempre había mostrado el príncipe. Necesitaba sacarlo de su zona de confort. No había manera de saber cómo era que cada vez estaba más envuelta en la vida de este hombre.

De cualquier modo, ya estaba decidida, y en definitiva la primera emoción de la operación "derretir el rostro del iceberg", debía ser tan impredecible que provocaría un incendio de sensaciones. Tan fuerte como el calentamiento global. No, debía ser capaz de igualar la furia de un volcán incluso.

Su seguridad, solo fue interrumpida al ver la figurilla que se asomaba por la entrada principal, haciéndole esconderse inmediatamente.

Un sudor frío le recorrió la espalda.

En pocos minutos, el príncipe apareció en las escaleras y se reunió con las personas que lo aguardaban en el rellano.

–¿Ha tenido que esperar mucho?– el joven se acercó y extendió la mano.

–En absoluto señor Bell, he llegado hace tan solo unos instantes– el hombre correspondió amistosamente el saludo y continuó –Me gustaría que evaluemos esa propuesta que dejamos pendiente la última vez.

–Por supuesto, vayamos al cafetín

El hombre castaño junto al príncipe demostró excelentes modales y un rostro amable, pero por alguna razón sus ojos denotaban una mirada vacía.

Sarah los observó con detenimiento mientras sus extremidades temblaban ligeramente.

Se volvió con sumo cuidado de no ser vista y se apartó tan lejos como pudo del sitio de reunión.

Era él, su padre. El hombre que le arrebató su vida desde el justo momento en que fue concebida.

Sintió náuseas y sea agarró la garganta. Hizo un esfuerzo por no caerse a pesar de sentir que perdía la fuerza en sus piernas, mientras que en todo su cuerpo, empezó a extenderse una leve sensación de miedo.

«¿A qué le temo?» Se preguntó «Aunque quiera, ya no puede hacerme nada, mi apellido ni siquiera es el mismo ahora»

Con pesadez, se tragó el sabor amargo que le había hecho sentir la idea.

«No es fácil insultar a un Scabelle sin pensar las consecuencias» se convenció.

Calmada y pausadamente empezó a ayudarse a si misma a respirar, inspirando y expirando repetidamente. Después de un rato, no pudo evitar preguntarse que clase de negocio podían tener esos dos.

Cuando terminó la reunión el príncipe salió al estacionamiento. A lo lejos, sintió pasos como si alguien lo estuviera siguiendo. Se volvió solo para comprobar que no había nadie en el sitio, sin embargo, cuando se volteó casi se cae del susto, al ver a Sarah parada con los ojos bien abiertos y una linterna alumbrando su rostro justo frente a él.

«Ah, incluso su expresión al ser asustado hasta la muerte luce así» se dijo con decepción «Mi error fue pensar que sería tarea fácil»

–Oh– pareció reflexionar –¿Se ha hecho daño?– utilizó un tonó dulce mientras su cara mantenía la misma expresión.

–¿Por qué no te has ido?

–Lo estaba esperando

El príncipe se levantó y retomó su habitual cara fría.

–¿Ahora qué quieres?

–Señor, míreme directamente a los ojos

–No quiero

–¿Por qué?

–Pareces un fantasma maldito

–Seriamente... está muy oscuro, tuve que usar algo de luz extra para que usted pueda verme bien –Sarah apagó la linterna.

–¿Y yo para qué quiero verte?

–¿No cree que hay algo especial en mi cuando me ve? –su tono se volvió serio.

–No–respondió sin vacilación.

La respuesta ahogó toda su convicción.

–Realmente– Sarah puso las manos a su espalda y abrió bien los ojos pestañeando repetidas veces –Míreme bien, ¿Está seguro de que no tiene un sentimiento particular cuando me ve?

El príncipe se centró en los profundos ojos de la muchacha y dubitó un momento antes de responder –Ahora que lo dices, creo que sí...

–¿En serio? ¿Es algo que no puede describir? ¿Qué siente?

–Miedo.

«JA» Sarah sonrió «Primera misión fallida con éxito, al menos siente miedo que ya es algo...»

«¿Qué clase de pensamiento irracional? ¿Siente miedo de mí?»

Sarah bajó la barbilla –Supongo que me preocupe por nada– metió las manos en los bolsillos –Me iré.

El príncipe vio la figura de la mujer alejarse y curvó los labios en silencio. Tomó las llaves de su auto, pero fue interrumpido antes de que pudiera entrar en él.

–Ah, por cierto– Sarah habló desde la distancia –como usted mismo ha dicho que no hay nada especial en mí, supongo que no habrá necesidad de una entrevista.

–¿A qué te refieres?

–Mi nombre– la chica sonrió –también es Sarah.


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⏰ Last updated: Nov 02, 2023 ⏰

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La búsqueda del príncipeWhere stories live. Discover now