Capitulo 5. Sonríele a la fortuna

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– ¿Qué demonios significa esto? –gritó el hombre encolerizado mientras apretaba con fuerza el periódico que sostenía entre sus manos.

Miró a los dos jóvenes y sus fosas nasales parecieron ensancharse un poco más.

Estiró el periódico y comenzó a leer en voz alta, utilizando un tono especialmente burlesco:

«Dos idiotas con trajes de payasos irrumpen en la fiesta de cumpleaños del único hijo del director general del Times y en lugar de utilizar presión de aire, utilizan agua para llenar el castillo inflable donde jugaban los pequeños, provocando una explosión y un grupo de principitos atrapados en el castillo»

– Jefe puedo explicarlo –repuso el joven con una frustrante sensación de arrepentimiento.

– ¡Guarda silencio bastardo! –bramó irascible el gerente, golpeando la mesa con el diario que sostenía en la mano. – y tu niñata ¿No tienes nada que decir? –culminó señalando groseramente a la mujer que se encontraba delante de él.

– Fue un accidente... –dijo apenada sin poder dejar de revolverse en su silla la nerviosa mujer. – Pensábamos que el cañón era–

– ¿un accidente? Dime como esperas que le explique esto a mi superior, ¡son unos inútiles! los mandé a cubrir el cumpleaños del hijo del director.... ¡Por dios el director de la editorial y esto es lo que hacen!, les estaba dando una buena oportunidad porque me lo pidieron  –el hombre terminó por lanzar el periódico al cesto de basura y se agarró con fuerza las sienes –¡Maldición!

Ambos jóvenes apretaron los puños y tragaron saliva con dificultad.

– Lo lamentamos profundamente señor, esto... esto no volverá a ocurrir –respondió el joven cabizbajo

– ¡Por supuesto que no va a volver a ocurrir! Si él dueño los despide, esto no volverá a pasar más nunca ¿Saben por qué? porque ninguna editorial va a querer ofrecerles trabajo de nuevo. ¿Pero saben que es lo peor de todo? ¡Que yo soy quien debe rogar por salvar sus jodidos traseros!

Los jóvenes permanecieron en silencio.

– Pero les advierto algo, si vuelven a cometer un error, así sea la cosa más mínima que haya pasado en esta editorial, den por terminada su carrera aquí –el hombre hizo una pausa para tomar una bocanada precipitada de aire, luego volvió a gritar con más furia– ¡Salgan ya de mi oficina!

Ambos chicos salieron con evidente tristeza de aquella oficina. En sus rostros de reflejaba la decepción y permanecieron acallando una calma lúgubre sin atreverse a mirarse el uno al otro.

Por los pasillos, los empleados de la editorial no paraban de cuchichear acerca del "gracioso incidente" con dos pasantes del departamento de periodismo.

Eran la burla de toda la empresa.

Recorrieron un largo trayecto hasta la salida del edificio y se sentaron en el cafetín, aún sin saber exactamente que decirse.

Allí con la luz del imponente sol el cabello castaño de la chica parecía formar una hermosa aureola que le daba a su rostro un tono brillante. Por un momento el joven empezó a creer en la magia. Y en como ella había sido capaz de robar en tan poco tiempo su corazón.

Sin poder descifrar correctamente la mirada de su compañero, Sarah pensó que seguramente estaba decepcionado de trabajar con ella. Su mala suerte, había sido siempre la culpable de todo. Por eso nunca permanecía mucho tiempo al lado de alguien a quien quería, por temor a dañarle de alguna u otra forma.

Sarah, estaba planteándose seriamente la idea de renunciar a su sueño por el bien de su compañero. Y estaba por decírselo cuando el chico empezó a decir– He decidido renunciar –Los ojos de Sarah se abrieron como platos.

La búsqueda del príncipeWhere stories live. Discover now