Capítulo 10. Cruzando destinos

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–¡Tú de nuevo!– gritaron ambos al reconocerse.

El príncipe cubrió su pecho con todo lo que traía a la mano.

–¿Acaso de verdad eres una acosadora? Escuche que fuiste despedida, ¿No esperarás obtener una compensación de mi o sí?

–¿Acosadora? ¡Cielos! debes tener serios delirios de grandeza... ¡Además no quiero tener nada que ver con usted ni con su dinero!

–¿Y entonces qué? ¿Debería tenerle lastima? Confié en ti y a cambio difundiste falsos rumores sobre mí, me metiste en muchos problemas e incluso... me traes mala suerte, ah realmente verte no me resulta un buen presagio para comenzar el día.

–¿Qué? Usted es el único que ha hecho de mi vida un infierno. ¿Dice que le doy mala suerte? yo soy quien ha sido perjudicada por su mala fortuna ¡nada bueno pasa cuando nos encontramos!

–Ya basta, ¡no me sigas! Te lo advierto

–¡No lo estoy siguiendo, yo también voy en esta dirección!

–¡Qué casualidad! No vaya a decirme que trabaja aquí. Me aseguré de que no volviera a conseguir empleo decente jamás.

–¡Eso está por verse! Ni piense que puede intimidarme simplemente porque tiene mucho dinero.

–Espere, si no trabaja aquí ¿Quién la dejó entrar?

Sarah buscó en su bolsa y mostró con orgullo la pequeña tarjeta dorada.

–No tengo nada que ver con usted ¿Lo ve? vengo a ver al director general– dijo Sarah con aire desafiante.

El príncipe tomó la mano de la chica y le quitó bruscamente la tarjeta para examinarla.

–¡Devuélvamela!

–¿Viene a ver al nuevo director?

Sarah asintió sin mostrar debilidad ante la fiereza del hombre.

–¿Lo conoce?

–No he tenido el honor.

–Seguro que no. Bien. No sé cómo obtuvo esta tarjeta ni con qué intención haya entrado aquí, pero lea el nombre en la puerta.

–¿El nombre en la puerta?– Sarah volteó la cara y se encontró de frente con una hermosa puerta de cristal que resaltaba ante las demás. Bajo el título de director general, se encontraba escrito en letras perfectamente delineadas estampadas con un color tan intenso como el de la pequeña tarjeta, el nombre «Adrián Bell».

La chica dio un paso atrás. De todas las casualidades en las pruebas del destino, esto no era una simple prueba, era directamente el castigo.

–Supongo que ahora le queda clara la verdadera situación.

–Por supuesto– Sarah arrebató la tarjeta de las manos del príncipe.

–¿Debería llamar a seguridad para que la escolten?

–No se moleste.

–Espero de corazón no tener que volver a encontrarnos– dijo el príncipe mientras miraba a la mujer entrar en aquel ascensor, levantó la mano y fingió una expresión amable para despedirle. –sinceramente, desde lo más profundo de mi corazón.

Sarah le devolvió el gesto levantando la mano animadamente, y al cerrar las puertas del elevador, bajó lentamente todos los dedos exceptuando por el dedo medio.

–Bien. Eso es todo. Es game over para ti señorita– dijo el príncipe y una ligera curvatura se dibujó en sus labios.

El príncipe, no dejó de sonreír hasta que cayó en cuenta de que lo estaba haciendo.

La búsqueda del príncipeWhere stories live. Discover now