Capitulo 4. Desesperación

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La anciana mujer pareció expectante ante la voz de sus invitados. Mantuvo los ojos fijos en una misma dirección, y apretó con fuerza un bastón que llevaba entre sus manos.

Solo después de ver el bastón, fue que aquellos hombres cayeron en cuenta de que la dama era invidente.

La mujer soltó un profundo suspiro, hasta que por fin, amablemente les respondió

– Buen día caballeros, ¿son ustedes acaso amigos de la señorita?

– No exactamente, pero hemos venido desde muy lejos para verle

– Vaya desde muy lejos dice usted... Qué pena, es una lástima

– ¿Lástima? ¿Por qué lo dice?

– Se ha marchado justo esta mañana

Adrián apretó los puños y bajó la cabeza. Todo su esfuerzo por escapar, parecía inútil ahora.

– ¿Sabe por casualidad a dónde ha ido?

– No lo sé joven, ha estado aquí desde hace tan solo unos días, pero de pronto hizo sus maletas y se despidió.

– Señor, quizás no deba estar muy lejos, podemos buscarle

– ¡Oh! no querido, ella se ha ido antes de que saliera el sol, a esta hora sería casi imposible encontrarle. Pero me parece que habrá ido de nuevo a la capital... bueno, si me disculpan tengo cosas que hacer.

Dijo la mujer, arremango un poco sus ropas y cerró la gran puerta.

– si fue a la ciudad, entonces todavía podremos ir a buscarla señor... o podemos ver si está por el camino –decía insistentemente Tom

« ¡Yo también quiero verla!» pensó Tom para sí mismo.

Lo cierto es que Tom se moría de curiosidad por saber cómo lucía la mujer que había hecho al señor Bell hacer un viaje tan largo como aquel, así que interrogó al señor Bell con ansias de saber más.

– ¿es baja? ¿Alta? Vi a unas cuantas mujeres alrededor de la carretera de camino hacia acá.

– No lo sé...–respondió abatido el señor Bell

– ¿Uh? Supongo que llevan tiempo sin verse... bueno ¿de qué color es su cabello? ¿Es delgada? O ¿Tiene quizás algún rasgo en particular que llame la atención?

–Eso... tampoco lo sé...solo sé que tiene alrededor de veinte años... pero ni siquiera sé cómo luce ahora exactamente.

– ¡¿Qué?! ¿Cómo? ¿Acaso nunca la ha visto? Espere, entonces... ¿Cómo es que es su prometida?

El señor Bell no respondió. Se acercó al auto y apoyó ambas manos sobre él dejando reposar el peso de su cuerpo y se quedó cabizbajo allí mientras parecía meditar.

Tom llevó sus manos a su cintura y luego a su cara, estaba casi tan frustrado como el señor Bell, e incluso podría decirse que más.

¡Qué increíble! no puedo comprender en qué está pensando este hombre... cómo es que puede ir todo el camino en medio de la noche hasta un pueblo fantasma a buscar a alguien a quien no conoce, ¿Su prometida? ¡JA! Prometida mis polainas.

– Señor creo que lo mejor será –dijo Tom volteándose, pero lo que alcanzó a ver fue la parte trasera del auto alejándose hacía la carretera –Señor Bell... ¡Señor Bell! ¡Oiga no puede dejarme aquí!

Tom corrió detrás del auto tan rápido como le fue posible, pero fue inútil, el conductor no parecía dispuesto a detenerse.

– t-tu... ha...ha...maldito hijo de...ha –dijo Tom deteniéndose jadeante

La búsqueda del príncipeWhere stories live. Discover now