Capítulo 2

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Cuando aquel hombrecillo les comunicó que viajarían a Creta en barco, ninguno imaginó qué clase de barco les esperaba en el puerto de Atenas. Y tampoco esperaron que aquel crucero de tres plantas con piscina, bar, restaurante y sala de juegos fuera sólo y exclusivamente para ellos. Jimin subió la pasarela con desconfianza. No le gustaba el mar, ni estar demasiado tiempo sin tierra bajo los pies. Sin embargo, el hijo de Poseidón tampoco parecía demasiado cómodo.

                             

-Pasa algo - dijo mirando el agua en calma.

                             

Giselle, que no lo tenía en demasiada estima bufó y agarró a Jimin del brazo.

                             

-¿Dónde me llevas?

                             

-Tú y yo vamos a seguir a Ningning y a alojarnos en los camarotes más cercanos que podamos al suyo - dijo Giselle. Jimin suspiró -. No me vengas con esas, que Ningning no se separa de esa tal Minjeong.

                             

-No sé qué insinúas.

                             

-Os vi antes, estabas nerviosa. Eres la persona más tranquila que conozco y estabas nerviosa.

                             

-Estás equivocada, Giselle. No me interesa.

                             

-¿No te interesa la hija de una diosa del sexo? Bueno, Yu, pues creo que a todos los demás sí.

                             

Sí, claro que sí. Y Jimin se había dado cuenta. Todos volvían la cabeza cuando Kim Minjeong pasaba. Miró hacia delante, donde la muchacha en cuestión conversaba animadamente con Ryujin. Por supuesto, la hija de Zeus, la princesa. Se sintió como la pringada de esas películas de adolescentes que es invisible junto a la reina del baile. No sabía qué había esperado, no obstante. ¿Que después de intercambiar dos frases se hicieran mejores amigas? Sacudió la cabeza. No estaba allí para hacer amigos, haría lo que fuera que los dioses quisieran y luego volvería a casa.

                             

Casa. Era una palabra extraña. Ella no tenía un sitio donde volver, un sitio donde la quisieran. Solo tenía sitios en los que vivía de vez en cuando, pero nada parecido a un hogar. Fue arrastrada por Giselle, que casi placando al resto de semidioses consiguió para ellas los camarotes frente a los de Ningning y Minjeong. Jimin se sintió más cómoda que en los últimos dos días cuando cerró la puerta y se vio sola en la habitación. No estaba a gusto rodeada de gente, y mucho menos esa gente. Dejó su macuto en una silla y agarró una pequeña nota que había pegada a una gran caja sobre la cama.

                             

Bienvenidos, héroes.

                             

Es un placer recibiros en mi barco, y lo haré de forma oficial en la cena de esta noche. Os dejaré un tiempo para descansar y asearos, para algunos ha sido un viaje largo.

                             

PD: en esta caja me he permitido la libertad de elegiros ropa apropiada para la cena.

The great 12 - Winrina/JiminjeongWhere stories live. Discover now