Capítulo 1

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Jimin y Giselle entraron en la sala de reuniones del hotel cuando esta ya estaba llena. Tras quince horas de avión, y una hora más de taxi desde el aeropuerto de Atenas, Jimin sólo había querido acostarse en una cama y dormir, pues sobrevolando el Atlántico y Europa había sido incapaz de pegar ojo. Se había sentido mucho mejor con la tierra bajo sus pies, pero desde luego, necesitaba dormir. No obstante, un hombre con un polo rosado había cogido su macuto y la maleta de Giselle y les había pedido amablemente que las acompañara a una pequeña reunión de bienvenida preparada por el señor H. con la presentación de la dueña del hotel.

                             

-"Hotel Eea" - le había murmurado Giselle a Jimin mientras lo seguían -. Esto no me gusta.

                             

-¿Eea?

                             

-Así se llama la isla de la bru...

                             

Su explicación se vio interrumpida por la apertura de una gran puerta doble. Cuando habían oído que tenían una reunión se habían imaginado una sala con una gran mesa rodeada de sillas, pero nada más lejos de la realidad. Se encontraron ante una especie de sala de estar, con mullidos sillones, pequeñas mesas bajas repletas de comida, y al menos una decena de personas repartidas por la habitación, conversando en voz baja, mirando nerviosos por las ventanas. Y lo más importante. Allí no había un solo mortal.

                             

-Lady de Eea llegará en seguida - dijo el botones, el que Giselle apostaría que tampoco era humano, antes de dejarlas dentro de la habitación y cerrar la puerta.

                             

-No comas nada - advirtió Giselle.

                             

-No iba a hacerlo - susurró Jimin. A pesar de su inicial recelo, había descubierto que no sentía tanto desprecio por su acompañante como el que había pensado. Era desconcertante, demasiado intensa y tan inteligente que la abrumaba, pero sentía que podría confiar en ella. Si confiara en alguien, por supuesto.

                             

No hubo presentaciones instantáneas, más que miradas hostiles. Se estaban analizando. Todos buscaban una señal de peligro, y por supuesto, trataban de adivinar quiénes demonios eran.

                             

-Qué calurosa bienvenida - bromeó Giselle. Jimin la miró por el rabillo del ojo. Su sonrisa no era de verdad. Estaba intentando distraer la atención a la vez que analizaba las posiciones de los demás. Tal vez con menos velocidad y eficiencia, pero Jimin la imitó. A su izquierda había un sofá de cuero con un hombre y una mujer, y a su izquierda un banco con dos hombres, uno muy tenso y otro con una cicatriz cruzándole la cara. Tras ellos, la más joven de todos, apretando los puños en el alféizar de la ventana. En un sofá individual estaba sentada, aunque más bien recostada, una mujer que bebía con la barbilla en alto de un pequeño vaso. Desde luego, era la única que comía o bebía, a excepción de un chico que de pie giraba en su palma un vaso de agua. Y después, en el sofá de terciopelo del fondo, dos mujeres más. Una de ellas era la única que tenía una expresión mínimamente afable, con la melena y rubia al lado de su cabeza. Y junto a ella... Jimin no mentiría si dijera que era la mujer más hermosa que había visto jamás, con sus piernas cruzadas y su ceja alzada. Su mirada quemaba.

The great 12 - Winrina/JiminjeongWhere stories live. Discover now