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Park Ji-hyo
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Ji Hyo siempre ha sido tu amiga más cercana, desde que eran pequeñas raspando sus rodillas contra el cemento cuando jugaban, hasta crecieron hablando de chicos e incluso, a veces, de chicas. Le confías todos tus secretos y ella hace lo mismo. E incluso cuando ella está ocupada con todo su trabajo y sus horarios, y tú estás ocupada con todo lo demás, aún así logran planificar al menos una noche al mes para su pasatiempo favorito.
Fiestas de pijamas, llenas de comida chatarra, películas de terror y, por supuesto, chismes. Se ríen lo suficientemente fuerte como para que los vecinos se molesten, lloran por eso y luego se ríen más fuerte. Incluso si ambas son adultas, ya han pasado la edad de las rodillas raspadas y los corazones rotos por parte de chicos tontos, todavía actúan como siempre lo han hecho.
Sin embargo, pasar esta noche con ella podría haber sido un error. No es que no quieras pasar tiempo con una de tus amigas más cercanas (Dios sabe que no tienes muchas oportunidades de verla a menudo), pero esa noche en particular, cuando ya es pasada la medianoche, acostadas una al lado de la otra. En su pequeña pero cómoda cama entre sábanas de satén color lila, las preguntas que surgen de sus labios hacen que tu corazón se acelere.
"¿Qué es lo más extraño con lo que te has dado placer alguna vez?"
"¿Qué?" Te burlas, antes de reírte, temerosa de despertar a cualquier otra persona con la que compartiera apartamento. Lo último que necesitas es que sus compañeras de cuarto escuchen todas las preguntas ridículas que le encanta hacerte.
"Contéstame", se ríe y se pone de lado para mirarte en su habitación con poca luz. Ella te quita algunos cabellos de la cara, asegurándose de que la veas mientras te mira fijamente, esperando tu respuesta.
"¿Por qué eres tan rara?" Resoplas, pero no puedes reprimir tus risas mientras ella chasquea los labios un segundo después, todavía esperando tu respuesta. "Nada demasiado loco, supongo." Es la verdad, asintiendo con naturalidad contra tu almohada con los labios fruncidos.
"Ay, vamos. ¡Eso es aburrido!" Su nariz arrugada ante tu respuesta te hace fruncir el ceño.
"Bueno, ¿cuál es tu respuesta?" En el momento en que preguntas, inmediatamente te arrepientes, sabiendo que su respuesta sería cualquier cosa fuera de lo común por la forma en que sus labios se curvan en una sonrisa. "O... ¿quiero saberlo?"
