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La ciudad estaba envuelta en la oscuridad a medida que avanzabas por las tranquilas calles, con el corazón latiendo con anticipación. Miraste tu reloj y te diste cuenta de que era casi medianoche. Era hora de tu cita secreta con Minho, el idol del que te habías enamorado profundamente.
Al acercarse a su edificio de apartamentos, no pudiste evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Colarse en la casa del otro se había convertido en una rutina emocionante, permitiéndoles nutrir su relación lejos de las miradas indiscretas del público.
Entraste con cuidado al edificio, esquivando hábilmente cualquier cámara de seguridad u ojos errantes. Con cada paso, tu corazón se aceleraba, sabiendo que pronto estarías en los brazos de Minho, donde te sentirías segura y amada.
Llegando a su piso, te dirigiste a su puerta y golpeaste suavemente, una señal de que eras tú. Minho abrió la puerta con una cálida sonrisa, sus ojos se iluminaron cuando te vio."Hola", susurró, empujándote adentro y cerrando la puerta detrás de ti. "Te he extrañado mucho."Te derretiste en su abrazo, encontrando consuelo en sus fuertes brazos. El aroma de su colonia te envolvía y sentías una sensación de hogar en su presencia."Yo también te extrañé", respondiste, tu voz apenas por encima de un susurro. "Estar lejos de ti siempre es tan difícil".
Minho te condujo a su sala de estar, donde una lámpara suave proyectaba un cálido resplandor en el espacio. La habitación se sentía como un santuario, un lugar donde podían ser ustedes mismos sin las presiones del mundo exterior.Mientras te acomodabas en el sofá, Minho tomó tu mano entre las suyas, su toque envió una ola de electricidad a través de tu cuerpo. Se inclinó, su aliento cálido contra tu piel.
"Aprecio estos momentos robados contigo", confesó, su voz llena de sinceridad. "Aunque nuestro amor debe permanecer oculto, solo hace que te atesore más".Asentiste, entendiendo el peso de su relación secreta. Era un equilibrio delicado, pero las reuniones clandestinas al amparo de la oscuridad hicieron que su conexión fuera aún más significativa.
El tiempo pareció ralentizarse mientras tú y Minho compartían besos robados, susurraban palabras de afecto y sueñan con un futuro en el que podrían estar juntos abiertamente. En la privacidad de su apartamento, encontraste consuelo, un refugio del caótico mundo que yacía más allá de las paredes.
Pero cuando las primeras luces del amanecer comenzaron a filtrarse a través de las cortinas, la realidad se asentó. El mundo exterior te llamó y supiste que era hora de irte antes de que alguien descubriera tu presencia.
Con el corazón apesadumbrado, tú y Minho se despidieron, prometiendo apreciar estos momentos hasta el próximo encuentro clandestino. Un último beso apasionado selló su compromiso mutuo, un voto silencioso de que su amor perduraría.
Mientras salías de su apartamento y entrabas en la ciudad despierta, no podías evitar anhelar un momento en el que tu amor pudiera celebrarse abiertamente, sin secretos ni miedo. Pero por ahora, te aferraste a la esperanza de que algún día, el mundo aceptaría tu relación, y ya no tendrías que entrar y salir a escondidas de las casas del otro al amparo de la noche.
Hasta entonces, apreciaste los momentos robados, sabiendo que el amor que compartias con Minho valía la pena cada riesgo, cada encuentro secreto. Y mientras desaparecías en la luz de la mañana, llevaste contigo la calidez de su abrazo, decidida a nutrir tu amor hasta el día en que pudiera florecer libremente a la luz del día.
