35. Bailes

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Emilia

Estaba en casa de Christine —de nuevo—, pero esta vez sí había optado por una vestimenta un poco "formal".

Esta mañana al enterarme que era su cumpleaños me sorprendí mucho porque no me había dado señales de nada, y nunca la escuché mencionar aquello, cosa que me pareció bastante extraña, ¿Por qué no me había dicho nada?, luego después de haber interrogado a Stella un buen rato, me dijo que a Christine no le gusta celebrar su cumpleaños.

Había hecho un trato silencioso con ella, yo le daba datos al asar de mi mejor amiga, y ella me daba datos de Christine, pero me hizo prometerle no decirle que ella me dijo aquello, al parecer tenia miedo de que le pudiera pasar si Christine sabía que ella me había dicho de su cumpleaños, aunque era muy obvio que ella había sido, solo con ella he cruzado palabras.

Estuve todo el día tratando de averiguar el regalo perfecto para ella, pero ¿Qué le das a una persona que lo tiene todo? Y tuve un gran dilema por aquello, el internet de mi casa estuvo fallando todo el día de hoy, solo me dio para mandarle un mensaje de buenos días, aunque debatí mucho si desearle feliz cumpleaños o no porque en primera; no quería incomodarla felicitándola y, en segunda; no quería que supiera que yo sabia que era su cumpleaños, así que solo le di los buenos días, mis padres dijeron que alguien iría a componer el internet de mi casa y mientras eso sucedía me fui toda la tarde al centro comercial con Eliza para comprarle algo a Christine, aunque todo lo que veía me parecía inservible.

Sabía que estaba cometiendo una locura al venir directamente a su casa, por lo que Stella me dijo a ella no le gusta que nadie aparte de su familia la felicite, y repito no quería disgustarla en su cumpleaños, pero Emilia Matthews hace locuras, así que sin tanto rodeo me monte a mi auto y decidí venir a verla, en el camino le compre flores que espero le hayan gustado.

No entendía porque Christine nunca me hablaba de su madre, aunque entendía que no tenían buena relación, tampoco le preguntaba porque no quería tocar un tema que ella no quiere, y la entendía perfectamente, pero a mi punto de vista, la señora fue muy amable al invitarme a cenar, pero pese a eso, quería la confirmación de la cumpleañera para asegurarme de que era bienvenida.

Y como si fuera la primera vez que venía, los nervios volvieron a invadirme, toda su familia estaba de nuevo reunida, pero había otros señores que no había visto la primera vez que comí con ellos, tal vez era la familia de su madre, internamente agradecí por llevar algo "formal" aunque nunca lo usaba agradecí por eso, porque el pantalón de vestir estaba limpio y mi camisa blanca sin ninguna arruga.

Christine le dijo algo a Stella y sonreí cuando su vista reparo en mí —como amaba sacarla de quicio con mi sola presencia—, rodo sus ojos y se paso a otra silla, Christine me dijo que me sentara, y quede en medio de ellas dos.

—Hola Stella

—Hola, Emilia —mascullo, solté una pequeña risa

Deje de reír al sentir muchas miradas encima de mí.

Bueno, los nervios volvieron a invadirme.

Christine ordeno que pusieran las rosas que le di en agua, luego las regresaron y las colocaron en medio de la mesa, al otro extremo había otras, muchas más, y más bonitas —a mi parecer—, mi vista paso de las rosas a aquel chico pelinegro que había visto aquella vez en casa de su hermana, sus ojos grises no dejaban de enfocarme —¿Sera algo de Christine?— estaba serio vaya que sí.

Estaba al lado del cuñado de Christine, y mis ojos repararon en su hermana mayor, que no dejaba de verme con una espléndida sonrisa, le sonreí de vuelta por cortesía.

Un juego a la vezWhere stories live. Discover now