46. Independiente

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Emilia

Llevaba más de dos horas en el televisor, tratando de buscar un programa para ver, pero nada me entretenía.

Quería salir de mi habitación, pero mi padre aun no volvía del trabajo y no podía molestar a mi madre con ese tema, porque sabemos que no tiene la fuerza suficiente para ayudarme a bajar las escaleras.

—Emilia —mi hermano estaba en la puerta de mi habitación

—¿Qué?

—Mi madre me mando a entretenerte un rato —me mostro sus controles de la consola— ¿Jugamos?

—Te diría que no necesito un niñero, pero en verdad estoy aburrida —dejo los controles en mi cama y salió de mi habitación

—Tú y tu mal humor

Espere paciente mientras él conectaba su consola a mi televisión. Después de un rato ya nos encontrábamos jugando FIFA a petición mía.

—Sería falta ¿o no?

—Si hubiera sido falta, el juego lo hubiera dicho, esto esta diseñado bajo reglas

—Entonces no entiendo

—Hay varias cosas que no entiendes

—Tú mal humor es una de ellas —rodé mis ojos

Decidí ignorar su comentario. El juego paso competitivamente, le gane en la mayoría de las partidas, pero él no dejaba de lanzar uno que otro comentario respecto a mi estado, sabía que lo hacía para sacarme de mis casillas y desconcentrarme del juego, así que no le preste mucha atención.

—Chicos, llevo un rato llamándolos

—Lo siento papá, estamos ocupados —comentó mi hermano

Estaba tan concentrada en hacer una anotación que sus voces me estaban distrayendo un poco.

—Emilia

—Ahora no papá

El jugador de mi hermano logro quitarle la pelota a mi jugador. Maldije por debajo mientras intentaba recuperarla. Después de unos intentos lo logre.

—Te gane

—Te deje ganar

—Sí, claro

—¿Ya pueden prestarme atención? —rodé mis ojos, creí que se había ido

—¿Qué paso?

—Conseguí tus muletas, empecemos a practicar

Estas si eran buenas noticias. Por fin podre dejar de molestarlos para que me pasen algunas cosas, o me lleven a la sala de vez en cuando.

—Genial —baje mi pierna buena de la cama

—Emilia, no te precipites, primero deja te enseño como se hace

—Por favor papá, ¿Qué tal difícil puede ser?

Ignoro mi comentario y empezó a explicarme paso a paso como sostener las muletas, como tomarlas y, como caminar con ellas. Pase media hora escuchando a mi padre con el mismo tema —o al menos eso intente—, mi vista estaba más en el juego de mi hermano, que en mi padre.

—Vamos abajo, ahí tendrás mejor espacio para practicar —lo mire asintiendo

Deje que me ayudara a salir de mi habitación, mi hermano venia atrás nuestro, con las muletas en mano. Al llegar a la sala el olor a verduras salteadas me llego, haciendo que mi estomago gruñera un poco.

Un juego a la vezΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα