CAPÍTULO 23

61 11 0
                                    

Tu único límite es tu mente

-Anónimo-


Nos dirigimos caminando a una pequeña tienda de arte que quedaba a unos 20 minutos de la universidad o bueno, eso dijo Haysel. Nos encontrábamos en una linda avenida peatonal rodeada de árboles que nos protegía de la luz del sol y nos ofrecían brisas refrescantes.

Aproveché sacando mi celular para tomar algunas fotos del largo recorrido.

—¿Por qué decidiste estudiar la carrera de arte? y espero no escuchar solo un "porque me gusta"—comentó Haysel repentinamente después de unos largos minutos de silencio.

¿Desde cuando él se tomaba la molestia de preguntar algo que no le interesaba?, quizás para matar el tiempo y no estar incómodos en todo el camino, pero bueno, estaba tratando de buscar una respuesta fija, concreta y convincente, aunque tenía algunas en mente, sin embargo todas eran subjetivas.

—Ok, sonará muy raro— Lo miré a Haysel, asintió la cabeza dispuesto a escucharme sin despegar la mirada al frente —Porque nunca he sido buena con las palabras, mucho menos estar al frente de una junta con empresarios, opinar y mucho menos proponer algo, es algo que hace mi padre y lo admiro, pero yo no puedo, soy de las que les gusta trabajar en silencio y expresar todo a través del arte—solté un leve suspiro, regresando la mirada fija al frente— Es algo que me veré haciendo toda mi vida, ser artista es liberador, puedes crear sin límites, sin que nadie te diga que hacer, también quiero transmitir inspiración y motivación a más personas, especialmente aquellas que necesitan un momento de esperanza, se que no tengo talento, pero mientras muchos me dirán 999 veces no, yo les demostraré 1000 veces que sí, que sí puedo— sonreí un poco mientras miré de reojo a Haysel nuevamente para ver su reacción, pero mantenía su seriedad— Me sentiría orgullosa saber que uno de mis cuadros estaría colgado en la pared de alguna sala de una casa o edificio, y digan "Es maravilloso, lo hizo Ellyn Rivers"— confesé con mucho anhelo jugando con las tiras de mi maleta un tanto nerviosa.

—¿Qué es lo raro?— interrogó directo y seco—Tienes potencial.

Yo guardé silencio, era la primera vez que confesaba algo así, debido a que no emití ninguna palabra, Haysel continuó comentando.

—No te reprimas— respiró hondo — El arte no tiene que ser perfecto y el imbécil que lo dijo, estaba equivocado y mi palabra pesa más que todo las estupideces que puedan decir. Esto es subjetivo, no todos compartirán tus mismos gustos u opiniones—afirmó serio —Te pondré un ejemplo, tu— me miró malicioso logrando ver una sonrisa cruel asomarse.

Ya estaba tardando en molestarme, entorné los ojos, esperando que dijera algo que posiblemente me molestaría.

—Tu amas vestirte como si fueras un payaso que contrató el circo...

—¡Oye! que te...

—Déjame terminar señorita, es de mala educación interrumpir mientras otro habla— respondió como si estuviera regañándome, alzando su dedo índice a mi dirección mirándome severamente.

Quedé callada, parecíamos padre e hija, era la primera vez que me callaba de esa forma, sin duda podría haber pasado mucho tiempo para él, pero mantenía esa energía y carácter autoritario, me pregunté cuántas cabezas habrá cortado en su monarquía, pensándolo bien, serían unas miles.

—Como seguía diciendo. Tu amas vestirte horriblemente, yo lo odio, pero no quita a que dejes de hacerlo solo porque a una persona no le gusta, ¿Entiendes el punto?

Abrí mi boca y fruncí el ceño al mismo tiempo como expresión de ofensa y él se echó a reír al verme. Escucharlo emitir ese sonido ronco y agradablemente divertido era música para mis oídos.

SUEÑO VACÍOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant