Capítulo catorce.

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No puedo creerlo.

¿Es esto un sueño?

La casa casi mansión que está enfrente de mi parecer ser muy grande para mi gusto. No sé cuánto tiempo me le he quedado mirando a la gran casa, o cuánto tiempo Colín ha esperado para una respuesta mía. Ni siquiera sé que responder, sé que me debo sentir halagada pero me siento atrapada, presionada para dar algo de lo que no estoy segura.

Dios.

Siento náuseas y tengo la repentina sensación de vomitar en estos momentos pero no lo hago. Cierro los ojos, doy una cuenta regresiva mentalmente mientras respiro profundo. Debo calmarme, alejar los miedos y pensar con la cabeza despejada.

Sip, eso es.

Para cuando abro los ojos, lo miro a él. Sus ojos verdes brillan de emoción, me observa esperando por mí. Trato de sonreír, aunque creo que me ha salido una mueca en el intento.

- ¿Mi nuevo hogar?, ¿de qué hablas, Colín? -le pregunto, preocupada por la respuesta que se. -. Por favor dime que no es lo que estoy pensando.

Colín frunce el ceño, entrelaza nuestros dedos mientras trata de explicarse todo esto. -Quiero que vivamos juntos, quiero que estés ahí cuando me duerma y despierte, en pocas palabras te quiero a ti.

-No, es muy apresurado -digo, temblando del miedo por la idea de Colín.

¿Vivir juntos? Todo esto es demasiado apresurado para él y para mí. Ni siquiera sabemos si esto durara o no. En pocas palabras, Colín ha perdido la cabeza.

- ¿Qué piensas? -me pregunta, busca mi mirada con urgencia. Está nervioso, ansioso. -. Mira, no deseches la idea hasta ver la casa por completo; por favor.

Su suplica me hace querer darme un disparo en la cabeza. Mierda, él siempre ha querido una familia, sé que Colín nunca me dejara al menos que se dé cuenta de mi pasado. Puedo hacer esto, por Colín.

-Está bien -murmuro, mirando con el ceño fruncido el lugar.

Colín me aparta del auto, cerrándolo y poniendo la alarma. Caminamos por el camino bien hecho de piedras, y flores, me doy cuenta de que la casa no es tan grande como parece a los lejos y que tiene un porche. Sonrió, siempre me han gustado los porches en las casas. Colín deja caer mi mano para sacar la llave en su bolsillo, veo como una llave plateada entra perfectamente en el cerrojo volteándola dos veces, haciendo que se escuche un silencioso clic. Avanza un paso, veo su cuerpo en la oscuridad de la casa y veo como enciende la luz que ilumina el pasillo del recibidor. Colín se voltea hacia mí con una perfecta sonrisa en sus labios.

Indecisa entro a la casa, veo que el pasillo tiene paredes blancas sin ningún cuadro en esta. También puedo ver específicamente una mesa redonda color oro a dos pasos de mí, un arreglo de flores decorándola. Camino hacia ella, el pasillo no es largo ya que enfrente de la mesa se encuentra las escaleras y a la izquierda de la mesa hay una habitación que debe ser la sala. Ideas sobre cómo decorar esta casa viene a mi mente. Camino hacia la sala, hay dos grandes sofás en forma de L perfectamente colocados, una televisión que depende del soporte de la pared de piedra y abajo esta la chimenea. A un costado de la chimenea hay un mueble donde están los troncos y en el centro de la habitación hay una mesa de centro que no tiene nada. Me gusta como la decoraron, pero esta al igual que el vestíbulo no tiene cuadros. Una lástima, las paredes son altas y son perfectas para poner grandes cuadros.

Me giro hacia Colín, él me ha seguido pero no ha dicho ninguna palabra. Le doy media sonrisa, camino hacia su lado y dejo que él me guie hacia las escaleras donde hay otra sala pero un poco más pequeña y un comedor cerca de la sala solo que hay una media pared separándolos. Se ve hermoso, enfrente del comedor se encuentra la cocina con una gran isla de granito y taburetes al juego, una mesa en el centro blanca y el horno de cocinar, la nevera de color plata y los gabinetes colocados de un blanco con decoraciones negras. Se ve elegante y bien. Me gusta.

Pequeña Mentira #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora