CAPÍTULO 33

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Lechuza herida.


El domingo por la noche, le costó a Astian escaparse de sus amigos para poder ir a la cocina para darle su regalo a Dobby juntos a los otros.

-¡Los señores son muy buenos con Dobby!- el elfo se secaba las lágrimas.

-Usted ayudó a Harry y por lo tanto a mi también, lo mínimo que podemos hacer es agradecerle con estos regalos.- dijó Astian.

Astian les pidió un poco de comida para mandarla a Sirius, se fue primero que sus amigos que se quedaron platicando con Dobby, estaba seguro que también intentarian sacarle algo de información a Winky sobre Crouch, Astian tenía las mismas sospechas que su padre, algo le parecía muy raro en todo esto.

Llegó a la buhonera dónde encontró a Thund comiéndo, lo que parecía los restos de un ratón.

-Perdón por molestar tu hora de comida pero necesito un gran favor, está vez no te mandaré tan lejos y creo que...- miró la bolsa de tela llena de comida. -Necesitaras algo de ayuda.- un momento después Astian veía como tres búhos (uno de ellos Thund) se perdían en la oscuridad, el recordar que Sirius se alimentaba de ratas o basura lo hacía sentir muy culpable, agradecia que su papá se preocupara tanto por ellos pero no podía dejar de pensar, que tal si lo atrapan, si alguna persona daba con su escondite, ¿Realmente los Malfoy son tan malos? Era conciente de los rumores sobre que eran mortifagos, pero... Si a Draco no le importaba quienes eran sus papás ¿Por qué a él si? Siempre pensaba en que ningúno de ellos eran sus padres, así como Harry no era James, él no era Sirius, ni Lupin y mucho menos Alice... Draco tampoco es Lucius, él tiene derecho de escoger su propio camino.

-¿En qué piensas?- alguien lo abrazó por la cintura sacándole un enorme susto al estar tan sumido en sus pensamientos.

-Imbécil, casi me matas del susto.- se dió la vuelta para ver a Draco, que aún no lo soltaba, el rubio solo se rió.

-De hecho... Estaba pensando en ti.- contestó Astian a su pregunta inicial, Malfoy sonrió orgulloso de esa respuesta, por alguna razón sentía que su pareja estaba más raro y amoroso de lo normal.

-¿Qué te pasa? ¿Tanto te afectó el pensar que las sirenas no me soltarían jamás?- preguntó el pelinegro.

-No, bueno... No negare que si llegué a pensar que ya me había librado de ti.- Astian se rió al escucharlo, ambos tenían una extraña forma de demostrar su preocupación y cariño.

-¿Y ahora me podrías explicar por qué estás tan pegado a mi? No me voy a ir de nuevo.

-Yo crei que te gustaría verme más cariñoso contigo... Hum, no lo sé, siempre que te vas por un momento termino buscándote hasta debajo de las piedras.- contestó Draco, y como si Astian hubiera cedido a esos ojos claros y esa sonrisa que tanto le gustaba, paso sus brazos por detrás del cuello del chico.

-Me sigue pareciendo muy raro, nunca eres así.- el pelinegro lo miró con los ojos entrecerrados.

-Tal vez por qué siempre estás rodeado de un grupo de personas y de una pelirroja loca, que apenas si te veo parece que me quiere matar.- Astian se rió, sabía que solo actuaba así por qué estaban solos... Bueno, a excepción de los búhos.

-Si a alguien le entran ganas de mandar correo, se que no te gustaría que te vieran en esta...- el pelinegro se acercó un poco al rostro de Malfoy. -comprometedora situación.- al parecer Draco ya no se ponía tan nervioso como antes.

-Gracias a esa periodista, no creo que a nadie le sorprenda y tampoco me importa.- contestó Malfoy sin alejarse ni un centímetro.

-¡Viene alguien!- Draco se separó de él rápidamente y Astian se rió.

El hurón y la Serpiente Where stories live. Discover now