Capitulo 45.

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—¿Necesitas ayuda con eso?— ___ no podía ver a la persona que le había hablado debido a los materiales que le tapaban la vista, cuando aquella persona quito las escobas de la cara de la joven, ambos sonrieron—. Seré tu asistente personal este año.

—Eso es perfecto, Oliver. Aún no empiezo y ya estoy un poco ajetreada.

—Hey, mantén la calma chica, lo harás increíble.

__ iba a responder pero escucharon gritos cerca de ellos, ambos dejaron las cosas en el suelo y fueron a ver.

—¡DÉJALO! —gritó Moody.

—¿Que deje... qué? —preguntó Harry, desconcertado.

—No te lo digo a ti... ¡se lo digo a él! —gruñó Moody, señalando con el pulgar, por encima del hombro, a Crabbe, que se había quedado paralizado a punto de coger a un hurón blanco. Moody se acercó cojeando a Crabbe, Goyle y el hurón, que dio un chillido de terror y salió corriendo hacia las mazmorras.— ¡Me parece que no vas a ir a ningún lado! —le gritó Moody, volviendo a apuntar al hurón con la varita. El hurón se elevó tres metros en el aire, cayó al suelo dando un golpe y rebotó.— No me gusta la gente que ataca por la espalda, es algo innoble, cobarde, inmundo... No... vuelvas... a hacer... eso... —dijo Moody, acompasando cada palabra a los botes del hurón.

—¡Profesor Moody! —exclamó una voz horrorizada. La profesora McGonagall bajaba por la escalinata de mármol, cargada de libros.

—Hola, profesora McGonagall —respondió Moody con toda tranquilidad, haciendo botar aún más alto al hurón.

—¿Qué... qué está usted haciendo? —preguntó la profesora McGonagall, siguiendo con los ojos la trayectoria aérea del hurón.

—Enseñar —explicó Moody.

—Ens... Moody, ¿eso es un alumno? —gritó la profesora McGonagall al tiempo que dejaba caer todos los libros.

—Sí —contestó Moody.

—¡No! —vociferó la profesora McGonagall, bajando a toda prisa la escalera y sacando la varita. Al momento siguiente reapareció Malfoy con un ruido seco, hecho un ovillo en el suelo con el pelo lacio y rubio caído sobre la cara, que en ese momento tenía un color rosa muy vivo. Haciendo un gesto de dolor, se puso en pie.

—¡Moody, nosotros jamás usamos la transformación como castigo! —dijo con voz débil la profesora McGonagall—. Supongo que el profesor Dumbledore se lo ha explicado.

—Puede que lo haya mencionado, sí —respondió Moody, rascándose la barbilla muy tranquilo—, pero pensé que un buen susto...

—¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de la casa a la que pertenece el infractor...!

—Entonces haré eso —contestó Moody, mirando a Malfoy con desagrado.

Malfoy, que aún tenía los ojos llenos de lágrimas a causa del dolor y la humillación, miró a Moody con odio y murmuró una frase de la que se pudieron entender claramente las palabras «mi padre».

—¿Ah, sí? Bien, conozco a tu padre desde hace mucho. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca... Dile eso de mi parte... Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?

—Sí —respondió Malfoy, con resentimiento.

—Otro viejo amigo —gruñó Moody—. Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante... —Y agarró a Malfoy del brazo para conducirlo de camino a las mazmorras.

La profesora McGonagall los siguió unos momentos con la vista; luego apuntó con la varita a los libros que se le habían caído, y, al moverla, éstos se levantaron de nuevo en el aire y regresaron a sus brazos.

Prefecto Perfecto.- Percy Weasley y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora