107. Ending where we started.

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~Harper~

Estoy sola y los únicos testigos de lo que está sucediendo son los árboles a mi alrededor. Frente a mí se encuentra Leire. Frente a mí se encuentra mi mejor amiga. Pero, en su rostro no hay nada más que odio. Ira. Como si se hubiera vaciado por dentro y hubiera almacenado ese sentimiento completamente puro. Pero no puede ser real. Ella no puede estar frente a mí, porque Leire cruzó al Otro Lado. Acabó yendo a la Ciudad de Plata, no al Infierno. No, a cualquiera de los Infiernos.

– Harper... —Susurra mi amiga, como el siseo de una serpiente que avisa a su presa antes de ser devorada— Ven, amiga... Únete a mí... Deja que la Oscuridad que hay en ti tome el control...

– ¡Jamás! —Exclamo, atacando a ese ser que ha tomado la imagen de mi mejor amiga para enfrentarse a mí. Cuando mi luz lo alcanza, deja escapar un chasquido de dolor, dando otra forma a su cuerpo. Esta vez, la real— ¡Un demonio ilusorio!

– Harper... —La voz sigue siendo la de mi mejor amiga, pero la forma del demonio ahora es puro humo negro— Harper...

– ¡Basta! ¡No voy a permitir que uséis a Leire para vuestros fines!

Cruzo mis brazos frente a mi pecho, posicionando cada uno en su lado contrario, enfrentando ambas palmas. De mis brazos comienzan a salir tornados que parecen pulseras que giran y giran alrededor de mi piel. Cuando el demonio se acerca para atacarme, estiro ambos brazos, cortándolo en pedazos. Finalmente lo hago explotar, devolviéndolo al Infierno del que ha salido.

Los árboles del bosque de Bridgewater, aquellos con los que comparto tantos recuerdos, me guían hasta mis amigos, quienes no tengo idea de a qué se están enfrentando. Por el camino, el ejército de demonios que Azazel controla busca hacerme otra emboscada, pero yo los derroto sin mucha dificultad. Uno de ellos, pero, me hiere en un brazo al atacarme por la espalda. Cuando lo derroto, comienzo a sanarme la herida y sigo corriendo, hasta llegar a un pequeño claro. Allí, en el centro, se encuentra Azazel que, al verme, sonríe macabramente.

– Felicidades, Harper... Eres la primera en llegar. Y tendrás el lujo de ser la última en morir. Verás a todos tus seres queridos morir a tus pies... Y, entonces, cuando lo único que sientas sea dolor, te reunirás con ellos en el más allá.

~Jayden~

Ruedo por el suelo, mientras siento las garras de algo maléfico clavadas en mis hombros. Al parecer, parece intentar absorberme el alma o beberse mi sangre, por lo que forcejeo para quitármelo de encima. Cuando lo consigo y me levanto, siento un fuerte dolor en ambos lados del cuerpo. Uno de mis brazos se paraliza, dándome a entender que no quería quitarme nada, sino que ha introducido veneno en mi cuerpo.

Con dificultad, espero a que la bestia me ataque de nuevo. Cuando la noto cerca de mí, alargo el bastón guía y esquivo hacia mi izquierda, clavándolo bien profundo en lo que sea el ser con el que me estoy enfrentando, el cual se convierte en cenizas poco después. Necesito encontrar a Brandon o a Harper lo antes posible, porque algo me dice que este veneno es letal y que, si no hago algo pronto, voy a acabar muriendo.

Sin poder ver por donde voy, le doy gracias a Harper por entrenarme en un bosque, así que me muevo entre los árboles sin problema alguno, tocando lo que parece ser una bamba.

– ¡Jayden! —Exclama Brandon, sujetándome con ambos brazos— ¿Estás bien?

– E-estoy envenenado... ¿Puedes...?

– Ahora mismo, claro.

Brandon coloca ambas manos sobre mis hombros, usando sus poderes de luz para sanar mis heridas. Puedo sentir como el veneno desaparece de mi interior y como las heridas físicas de mi piel se cierran sin dejar rastro alguno. Una vez recuperado, ambos caminamos entre la maleza, llegando hasta un claro. O, al menos, eso creo, pues ya no puedo sentir más árboles con el bastón.

– ¡Brandon! ¡Jayden! ¿¡Dónde están Jules y Mary!?

– ¡Aquí! —Exclama el susodicho, apareciendo con su prometida y su hijo— ¡Estamos aquí! ¡Hemos sido retenidos por unos espíritus, pero gracias al arma que me has forjado antes de dividirnos, Harper, he podido acabar con ellos! ¡Gracias!

– Os he visto en desventaja al ser humanos así que te he dado algo para poder defenderte en caso de enfrentarte a un ser intangible como es un fantasma... Me alegra ver que te ha sido de utilidad.

– Vaya... Pero si ya están los cinco amigos reunidos. Qué emoción, creo que voy a llorar. —Dice Azazel, hirviendo mi sangre.

– ¡Calla, maldito! —Grito yo, apretando con fuerza mi bastón— ¡Vamos a acabar contigo! ¡Por Serena, por Leire y por todos aquellos que han perecido por tu culpa!

– Ya... Me gustaría veros intentarlo.

– Estaba deseando que dijeras eso. —Y, sin más, me lanzo al ataque, sin esperar la reacción de mis amigos. Porque sé que, aunque no pueda verlos, los tengo detrás siguiéndome con el mismo objetivo.

~Brandon~

Jayden cae en el juego de Azazel, corriendo para atacarle. Mi mujer y mi amigo lo siguen de cerca, por lo que yo corro también. Mary se lleva a Dylan hasta un árbol cercano y veo como Harper levanta un escudo a su alrededor. Yo hago lo mismo, en caso de que Azazel decida atacar a la rubia y pueda romper el primer escudo.

Jayden es muy rápido. Incluso más de lo que lo fue en la primera batalla contra el ángel caído después de su ceguera. Es como si el haber estado luchando contra espíritus y demonios nos haya ayudado a mejorar. Como si nos hubiera servido de entrenamiento. Azazel se ve sorprendido, pero su porte es firme. Tanto, que no parecen molestarle nuestros ataques. Incluso aquellos que consiguen dar a su objetivo.

Una onda expansiva nos hace salir disparados, pero Harper y yo conseguimos proteger a los dos muchachos, quienes vuelven al ataque casi sin descanso. El ángel caído no parece tener problemas para defenderse, e incluso nos golpea en más de una ocasión. Al fin y al cabo, ninguno estamos en completas condiciones debido a las peleas que hemos tenido de camino aquí. Jayden ha sido envenenado, Jules ha sido atacado por espíritus y Harper parece haber sido herida en un brazo. Yo soy quien mejor se encuentra, pero porque he tenido la suerte de poder prever casi todos los ataques de los demonios a los que me he enfrentado.

– Es hora de jugar a un juego que me enseñó mi difunta amiga, Nyx. —Sentencia Azazel, dando una palmada, liberando un campo de oscuridad que nos rodea por completo, aislándonos otra vez los unos de los otros.

«Lo recuerdo... Es el mismo truco que hizo la primera vez que nos enfrentamos a él, donde las carreras.» dicen las tres voces de mi cabeza, obligándome a cerrar los ojos.

– Vaya, Brandon... ¿Cierras los ojos? —Pregunta la voz de mi mujer, sujetándome con fuerza del cuello— ¿Tanto miedo me tienes?

– No es miedo. Es que sé que no eres real, que eres una ilusión. Así que sé que no puedes hacerme daño.

El amarre de la figura frente a mí es cada vez más fuerte y me asfixia cada vez más y más. Al ver que no reacciono, aunque lucho por mantener el oxígeno dentro de mis pulmones, lo que sea que me está atacando lo intenta con más fuerza. Pero yo uso mis poderes, brillando con intensidad.

– Te lo he dicho. ¡No eres real!

Mi aura explota, haciendo gritar a la falsa Harper que se desvanece, liberándome. La oscuridad a mi lado comienza a desaparecer, pero no solo es la mía. Al parecer, mis poderes han traspasado todas las barreras de los otros campos oscuros, liberando a Jules y Harper de su prisión. Pero no consigo liberar a Jayden, que sigue envuelto por toda esa oscuridad.

«¿Qué está pasando? ¿Por qué no se ha liberado?» me pregunto, al mismo tiempo que lo escucho gritar, saliendo disparado del oscuro campo que lo rodeaba, inconsciente.

– ¡Jayden! —Exclama Harper, mientras que Azazel aparece del mismo campo, sonriendo sombríamente.

– Uno menos... ¿Quién es el siguiente? —Pregunta el ángel caído, haciendo que Jules y yo nos coloquemos en posición de defensa— Está bien... Acabaré con vosotros dos primero.

Y, dicho eso, Azazel desaparece de nuestra vista, tensando cada milímetro de mi piel.

Don't Leave Me Now (DLMG #3) [Remastered]Where stories live. Discover now