19. Cara a cara

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—¿Averiguaste algo?—Y ahí estaba de nuevo esa pregunta—¿Papá te lo dijo?—En su mirada se podía apreciar una pizca de esperanza.

—Lo lamento hija...—Y de nuevo todo se vino abajo. La pizca de esperanza que Mina tenía de saber donde se encontraba sepultada Chaeyoung, nuevamente se desvaneció en el aire quebrantando su pobre corazón.

—¡¿Por qué papá me hace esto!?—Exclamó exasperada—¡¿Por que no entiende que necesito saber dónde está!?—Sus lágrimas dejó caer mientras su corazón se quemaba en su interior. Su madre an ella se acercó con intención de abrazarla y consolarla de aquel dolor que llevaba cargando por diez meses.

—Hija...—

—¡No!—La detuvo retrocediendo—Tú y papá dicen amarme, pero lo único que han hecho estos meses es mantenerme sufriendo. ¿Acaso no entienden que lo único que necesito es al menos despedirme de ella y darle las gracias por todo lo que hizo por mi?—

—Hija, lo he intentado. Te juro que he intentado averiguar donde se encuentran los restos de esa chica, pero no lo he logrado. Tú padre se encargó de desaparecer todo esa información por tu bien.—

—¿Por mi bien?—Rió con amargura antes de darse media vuelta y a la puerta principal dirigirse.

—Mina,—Su madre la siguió—sabes que no puedes salir sola. Tu padre...—

—¡Papá nada!—A ella se giró con los ojos llorosos—Se supone que todos ellos están muertos así que, ¿quien me hará daño? Nadie.—La puerta abrió y cerró dejando a su madre angustiada. Por primera vez Mina saldría sola. Por primera vez en meses su auto prendió y salió hacia las calles donde un día el peligro la acechó— ¡¡Por qué, por qué, por qué!!—Lloró con amargura mientras conducía por las concurridas calles esa tarde. Diez meses llorándole a Chaeyoung, extrañándola como nunca lo hizo con nadie, deseando poder decirle lo mucho que lo sentía por haberla abandonado esa fría mañana en la cueva.

El no poder superar su secuestro, el no poder olvidar a Chaeyoung, el no poder perdonarse a sí misma el haberla dejado ese día, estaba siendo una tortura cada día. Una tortura asfixiante, tormentosa que estaba comenzando a desmoronar su vida.

Envuelta en llantos frenó el auto de golpe para luego salir de el y comenzar a caminar sin rumbo mientras sus lágrimas corrían por sus mejillas.

Chaeyoung.

Chaeyoung.

Chaeyoung.

Ese nombre, esa triste sonrisa, esos ojos vacíos, esa voz y ese aromara, los llevaba consigo todo el tiempo incluso en sus sueños y pesadillas.

¿Que fue lo que pasó?

¿Por qué no podía olvidarla?

¿Por qué su mente no aceptaba verla cómo una secuestradora más?

Entre sollozos siguió caminado sin importar a donde la llevaran sus pasos. Lo único que quería era llorar y descargar todo el dolor que la asfixiaba cada día, pero entonces después de varios minutos esa sensación de ser observada se presentó. Había pasado casi un mes desde la ultima vez que se sintió así. ¿Realmente alguien la seguía o era imaginación suya?

Decidida a averiguarlo siguió caminado por el extenso parque que a esa hora ya se encontraba casi solitario.

La sensación cada vez fue más intensa por lo que harta de sentirse de esa manera gritó:

—¡Sal de ahí maldita sea!—A su alrededor miró—¡Sé que me estás siguiendo! ¡Sal de una maldita vez y muéstrate!—Sobre sus talones se giró, pero no había rastros de nadie. Simplemente el sonido de insectos y luces que de apoco se fueron prendiendo a causa de la oscuridad que ya se hacía presente.

La chica del broche Rojo (MICHAENG) PAUSADAWhere stories live. Discover now