Seco con una toalla húmeda el sudor de mi cuerpo y la sangre que me ha salpicado en el pecho, para luego limpiar por completo mis manos.

Mis nudillos lastimados son el reflejo de lo que vengo haciendo tres días seguidos.

Entro a mi habitación y los encuentro sentados en la cama con los leones a sus pies. Detesto que los dejen subirse a la cama pero por estos días se los he permitido.

Erebo regresa a mirarme y se baja de un salto, los hijos le siguen, mi león sabe bien que no me gusta que se acueste sobre mis sabanas, para eso tiene su cama.

-¿Qué tal la lectura?-pregunto.-¿Ya terminaron?

-Sí, papito.-asiente la abejita con entusiasmo.

-A mí me falta una página.-responde Damiano sin levantar la vista del libro.

-Muy bien. Iré a bañarme y luego nos vamos a dormir.-Si vas a tapar a los leones, hazlo de una vez porque cuando nos metamos a la cama ya no te dejare levantarte.

Se pone en pie, para llevar a los tres leones a sus camas y taparlos con edredones de plumas, porque dice que el invierno es malo para sus animales y que no quiere que pasen frio toda la noche.

Es como una madre preocupada, incuso la he atrapado levantándose en la madrugada a supervisar que sigan cubiertos.

Vuelvo y repito. Esta loca como la madre.

Me meto en la ducha deshaciéndome de toma mancha que cubra mi piel. La tallo hasta que queda pulcra. Impoluta.

Me seco el cuerpo y el cabello descuidadamente. Luego me cambio dentro, colocándome un chándal negro y una camiseta del mismo color.

Descanso sobre la banca que hay a un lado y pego mi espalda a la pared mientras desbloqueo el móvil. Me meto a la galería y vuelvo a abrir el video que mi mujer grabo un día que llegué agotado del trabajo. Ella estaba acostada en la cama boca abajo revisando su teléfono y yo entre a nuestra habitación y me lance a recostar mi rostro en sus nalgas que estaban medias descubiertas por que la camiseta que llevaba puesta se le había subido. Me abrace a sus glúteos y comencé a repartir besos sobre ellos mientras los estrujaba. Me di cuenta que estaba siendo grabado cuando levante la vista de su trasero para mirarla. Mi mujer reía sin parar mirándome sobre su hombro, sus faros grises brillaban de felicidad y en el video se logra ver como los míos también lo hacían mientras la adoraban. La sonrisa de felicidad que se extendía en mis labios era casi irreal.

Me pase el video cuando mi tormenta se quedó dormida y hasta que vi el video no podía creer que podía sonreír de esa forma. Fue como si todo en mi estuviera feliz. Completo. Así era como me sentía.

Cuando termino de mirar, me llevo el teléfono al oído para escuchar más de cerca. Cierro los ojos y me concentro en su voz mientras dice cosas como: "Mi amor", "Máximo", "Estas obsesionado con mis nalgas", "Cariño" y "Te amo", mientras que yo respondo: "No te muevas", "Estoy jodido por tus nalgas y desquiciado por ti", "Déjame morderlas", "Son deliciosas", "Míralas, son hermosas como la dueña", "Te amo, Malen'kiy" y en nuestras risas que se escuchan por toda nuestra habitación.

Conservo como un tesoro todos los recuerdos que tengo con ella, son cosas que nunca podré olvidar y se quedaran en mi mente hasta el día que me muera. Incluso después.

Apago el teléfono y salgo del baño y ya están acostados cada uno en su lado con el edredón cubriéndoles hasta la cintura, guardándome un espacio en el centro.

Una pequeña sonrisa tira de mis labios.

Me acuesto entre los dos y los atraigo a mi costado.

-¿Mama ya estará durmiendo?

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