Capitulo 31

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Los tres guerreros cabalgaron sin descanso alguno. Aquel estrecho camino, los guio hacia una zona montañosa. Aunque el sol brillaba delante de ellos, el aire seguía sintiéndose frio y tenebroso.

Legolas permanecía en silencio, reprimiendo las ganas de voltear y regresar hacia Narwen.

–Cambia ya esa cara. Ella estará bien. Es mejor guerrera que nosotros. Tú lo has visto, ha matado más Uruk que ambos. –dijo Gimli a su espalda. Rio, sabía que la Princesa había mentido con el número de enemigos que había abatido, pero no se lo diría al enano.

–Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme. Marcha hacia donde la guerra se desata ferozmente. –no dudaba de sus habilidades, pero temía, temía perderla definitivamente.

–Creo conocerla un poco más que ustedes. –Aragorn tomo la palabra. –Créeme, Legolas, si el ejercito de Théoden cae, ella será la última en morir. Confío en que encontremos a este ejército antes de que eso ocurra. –el elfo asintió.

– ¿Qué clase de ejercito puede permanecer en semejante lugar? –los ojos del enano observaban cada rincón. Ni las plantas crecían allí.

–Uno que esta maldito. –Legolas conocía aquella historia. –Hace mucho, los Hombres de las Montañas juraron al último rey de Gondor, acudir en su ayuda para pelear a su lado. Pero cuando llego el momento, cuando Gondor los necesitaba con urgencia, huyeron, desapareciendo en la oscuridad de la montaña. Y entonces Isildur los maldijo condenándolos a no descansar hasta no cumplir su promesa. –recordaba muy bien aquella profecía, la cual había sido escrita hacia años atrás. – ¿Quién los llamara del crepúsculo gris? La gente olvidaba. El heredero de aquel a quien prestaron juramento, del Norte llegara. Impulsado por la necesidad, pasara la puerta del Sendero de los Muertos. –Gimli no pudo evitar sentir un escalofrío al oír las palabras de Legolas. No había duda que aquella profecía hablaba de Aragorn, pues todo concordaba con él.

Pronto el camino comenzó a hacerse más estrecho. Los caballos comenzaron a ponerse nerviosos, negándose a avanzar. Debieron dejarlos y seguir a pie, pues comprendían lo que ocurría con ellos. Sentían la muerte cerca.

No les llevo mucho tiempo llegar a una gran puerta en la roca. El ambiente era cada vez más pesado.

–Siento que me han robado el mismísimo calor de la sangre. –susurro Gimli, intentando ver en la oscuridad del interior de la montaña.

Legolas observo los detalles, notando unas inscripciones sobre la puerta.

–"El camino está cerrado. Fue cerrado por los que están muertos, y los muertos lo guardan. El camino está cerrado". –una brisa soplo desde el interior.

–No le temo a la muerte. –susurro Aragorn, adentrándose en la oscuridad. Legolas lo siguió sin pensarlo. Estaba decidido a ayudar al montaraz, pues debían ayudar a Gondor, y debía volver por Narwen.

Gimli quiso mover sus piernas, pero su cuerpo no respondía.

–Bueno, esto es inaudito. ¿Que un elfo se meta a la tierra y que un enano no se atreva? Se burlarían de mí hasta mi muerte. Vamos Gimli, no eres un enano cobarde. –se animó, logrando al fin caminar hacia la oscuridad.

Todos comenzaban a levantar el campamento, para continuar el viaje hacia Gondor. Algunos recogían las tiendas, mientras que otros ensillaban sus caballos.

El rey salió de su tienda, seguido por Eomer.

–Debemos cabalgar sin carga y de prisa. Nos espera un largo camino. Todos deben llegar con fuerzas para pelear. –dijo hacia los caballeros a su alrededor. Monto en su caballo, notando cerca a Merry, quien colocaba en su cuerpo una pequeña pechera.

DestinadosWhere stories live. Discover now