Volveré 4

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Volveré 4

Esa noche sería luna llena, por lo que a pesar de tener miedo Ava sabía que era el momento perfecto para seguir el mapa, y así encontrar la verdad de una vez por todas. Su padre no quería, por lo que tocaba hacerlo a escondidas.

Organizó todo minuciosamente, sin dejar cabos sueltos, planeó cada paso al detalle. Y para cuando fueron las ocho de la noche, estaba lista. Sacó el mapa de su bolsillo y lo observó con detenimiento, tenía dos rutas. Una muy cerca de a penas poco metros saliendo del sótano. Le llamó la atención que apuntaba hacia las escaleras de su casa, y ahí llegó el miedo de nuevo, pero decidió que era momento de acabar con todo eso, que de los cobardes nada se había escrito. Aunque muy en el fondo sabía que quizá lo mejor hubiese sido no subir las escaleras, pero lo hizo. A cada paso temía lo esperado, pero lo sabía, después de lo que aquella anciana había dicho.

La habitación de Adi.

Tener una hermana gemela y explicar esa conexión entre ambas era difícil. A veces, con solo mirarla a los ojos, Ava sabía si estaba estaba angustiada o no, todas las emociones podía percibirlas, unas más fuertes que otras, así como telepatía. Nada pudo haberla preparado para lo que allí vería. No había nadie en el cuarto, las mismas pertenencias de siempre. A excepción de algo, un pequeño objeto colocado en el centro de la cama, parecía haber sido puesto allí específicamente para ser visto.

Ava no lo tocó, no fue capaz de hacerlo, era la primera vez que veía uno de esos así de cerca, solo en las películas. Una prueba de embarazo, con dos rayas rojas. Eso solo podía significar una cosa. ¡Adi estaba embarazada! Ava no entendía todo eso, no lograba conectar pistas esta vez ¿Qué tenía que ver esa prueba y el mapa? Ya podía imaginarse la cara de decepción de sus padres para con Adi. Sería un gran problema si se supiera. La chica intentó imaginar posibles escenarios, posibles situaciones que le dieran a todo una explicación lógica, pero no lo logró.

...

Tenía un revuelto de emociones en ese momento, como adolescente que era, le costaba decidir que hacer. Tal vez... ¿Contarle a un adulto? No, que va, matarían a su hermana. ¿Seguir la otra ruta? Para una mente de diesiséis años, eso pareció ser lo más sensato. Por lo que ignoró de momento el problema de su hermana, con una indecisión más grande que su valentía emprendió el camino. Básicamente hizo lo mismo, bajó las escaleras y salió de la casa, esta vez daba al patio trasero. Caminó por un par de minutos llegando al pie de una bonita arboleda, la ruta no pareció llevar a ningún lugar específico.

Enojada, arrugó el mapa y lo tiró al suelo, justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, una ramita le cae en el hombro. Miró arriba y ¡Valla sorpresa! Una rústica, pero bonita casa del árbol estaba entre las ramas. Acto seguido calló una escalera de cuerda y madera, era evidente que no había caído sola, alguien desde arriba daba señales. La chica, como de costumbre, se replanteó si de verdad valía la pena subir. La verdad de todo se encontraba arriba, y si su hermana era parte de esa verdad, haría lo que fuera para descubrirlo. Esta vez, las sancadas hacia arriba fueron con desición, acompañada del su característico temor, pero jamás derrotada.

Cuando pisó la casita, la pequeña puerta se abrió ante ella, mostrándole algo que la sumió en un desmayo del que no querría despertar.

Antología de Cuentos Oscuros (TERMINADO)Where stories live. Discover now