Polaroid

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Polaroid

Gina amaba caminar a solas, el bullicio de la gente nunca fue de su agrado, por lo que se había acostumbrado a dar paseos, "seminocturnos" , como ella misma los había denominado. Su sitio favorito era el antiguo y mohoso parque, abandonado muchos años atrás. Un día de noviembre, como de costumbre, Gina tomó su bolsa, puso en ella su Polaroid gris y avanzó hacia su destino.

En su tranquila vida como fotógrafa nada iba fuera de lo común, todos los días la misma rutina, desayunando y cenando a la misma hora. Caminaba hacia el parque, esta vez su intención era fotografiar el lago, en la tranquilidad de ese atardecer después de la lluvia. No tardó demasiado en llegar, puesto que le quedaba sumamente cerca. Hacía un poco de viento, así que se paró en la entrada y cerró sus ojos rindiendo su cuerpo ante la suave brisa.

Avanzó por el sendero abrazado por la maleza, el verde oscuro y triste predominaba en los alrededores, más un cielo gris aún que le daba al ambiente un toque melancólico. Quizás otras en su lugar tendrían miedo de estar allí a esa hora, pero ella no, por alguna razón había vivido situaciones tan duras en su vida, que un parque abandonado no era nada del otro mundo. Apresuró su paso hacia el lago central, el fondo era verdoso y turbio, todo carente de vida y de movimiento. La baranda protectora de concreto, estaba cubierta de enredadera, al otro lado del lago de veía fácilmente el bosque, ella estaba por llegar.

Si bien adoraba estar sola, la única presencia que toleraba un poco era la de aquella niña, salida de sus entrañas y producto de un romance de antaño. A eso de las siete y media, justo antes de que oscureciera del todo, la mujer saca su cámara y la enfoca, queriendo capturar el momento exacto en el que la niña saliera del bosque y posara para la foto. Pasaron unos minutos, y Gina presionó el botón. Atrapando aquel instante para siempre, su pequeña había salido del bosque y caminado hasta el lago, poco a poco hundiendo todo su cuerpecito en las oscuras aguas.

La mujer revisó la foto, todo salía a la perfección, intacto, menos la niña. Ella no salía, por lo que la señora miró directamente al lugar en que segundos antes había estado. Lo único vivo allí era la naturaleza.

...

Gina despertó alterada, acababa de soñar de nuevo. Lloraba sin parar, mientras se apretaba el pecho, era un duro golpe que no podía superar. Ese sueño, o más bien pesadilla, se repetía una y otra vez cada noche, recordándole lo doloroso de su pérdida.

La pequeña Ami, doce años atrás había muerto ahogada en el mismo lago, del mismo parque abandonado, que día tras día su madre visitaba, equipada siempre con su Polaroid y la vaga esperanza de tomarle una última foto a su difunta hija.                 

Antología de Cuentos Oscuros (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora