Capítulo 38

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M i a

Tenía el corazón a mil ante lo que estaba viendo y escuchando. Me sentía un poco intrusa, pero de cierto modo no quería dejar a Sam sola ante esa situación. Solo me hizo falta ver a esa mujer una vez para saber que era su madre, el parecido era increíble. Como dos gotas de agua, aunque la mirada de Sam era mucho más limpia. Cuando entre en la residencia y me cruce con ella me echo una mirada de desprecio absoluto, la cual le devolví.

Comenzaron a andar en dirección al parking. La tensión en los músculos de Sam se podía notar a kilómetros, no estaba cómoda. No me lo pensé mucho y las seguí, seguramente luego me arrepentiría de esto, pero ahora solo quería estar cerca por si pasaba cualquier cosa. No me gustaba nada el tono, ni la sonrisa cínica que utilizaba la que hacía llamarse su madre.

Iba de cuclillas tras los coches, solo me faltaba que Sam me pillara in fraganti para mejorar nuestra relación. Se detuvieron tras un muro al final del Parking. Me mordí los labios con nerviosismo y con sigilo me situé tras el coche más cercano. Desde mi posición podía escuchar la conversación y no ser vista.

Sam no paraba de resoplar, su cara era un poema.

- ¿Cuánto dinero necesitas? ¿Por qué vienes a eso no?- disparó Sam con ira y cierto temblor en la voz. Cosa que me resquebrajaba por dentro.

Me atreví a asomarme un poco y observar por la ventana del coche tras el que me escondía. A Sam le comenzaba a ascender el calor por el cuello creando una mancha rojiza que subía hasta sus mejillas. Nunca la había visto así. Me volví a agachar, apoyando la mano en mi pecho a ver si lograba calmar mis pulsaciones, estaba de los nervios.

- No soy tan interesada, Samantha Malcom- mencionó con un tono de voz relajado.

¿Malcom? Supongo que es el apellido de esa mujer.

- Es Scott, de ese apellido me deshice hace años Andrea- recriminó Sam con fuego en la voz - Y Si eres una interesada ¿O tengo que recordarte las veces anteriores?

- No vengo a pedir dinero para mi Samantha- hizo una pausa esperando que Sam reaccionara.

Siempre usaba un tono de voz relajado y pausado, como si la situación no le generará ningún tipo de nerviosismo. Como si no llevara años sin ver a su hija, que por lo que escuche antes, era así.

- ¿Una deuda? ¿Debes dinero algún matón? ¿O quizás un nuevo novio yonkie?

- Detente- gritó alterada. Creo que Sam había tocado el interruptor que desequilibraba por completo su compostura.

Sam comenzó a reírse sonoramente. Era un risa falsa y agridulce.

- Ahí te quería ver. Deja de fingir y sé tú misma, conmigo no tienes que hacer ese papel de madre del año.

- Niñata irrespetuosa ¿Cómo te atreves?- escupió con irritación. Tras eso escuche un golpe.

apresuradamente me asomé de nuevo al cristal trasero del coche. La imagen ante mis ojos era desoladora. Sam estaba reprimiendo las lágrimas con la mano en la mejilla, podía ver el brillito de sus ojos desde aquí. Solo quería ir hacía ella y abrazarla, pero empeoraría todo más. Esta no era mi lucha y tenía que mantenerme al margen, hasta que ella me permitiera estar, si lo hacía algún día. Apreté mis puños con tanta fuerza, que solo sentía las uñas clavarse en la palma de mi mano.

- Mira, me largo de verdad. No se que hago perdiendo el tiempo contigo- Desistió y comenzó andar en dirección a la residencia. Yo me hice pequeña para que no me viera.

- Detente Samantha- chillo con brusquedad la madre, con un tono de voz hasta ahora desconocido para mi, se me helo la sangre.

Sam se detuvo en seco pero no se dio la vuelta.

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