Capítulo 25

200 27 29
                                    

S a m a n t h a

Cerré la cafetería junto con Harry, habían sido unos días agotadores entre las mañanas de estudio para los exámenes y la cantidad de gente que visitaba la cafetería en estas fechas, lo único que hacía era llegar a casa, darme una ducha de agua caliente para espantar las malas vibras del día y para acabar el día hablaba cada noche con Mia e intercambiaba alguna canción con Lenguas congeladas. Quería quitarme los exámenes de encima para poder descansar un poco, pasado mañana empezaban los entrenamientos de atletismo y no podía llegar con este ritmo. Necesitábamos contratar a alguien pronto porque Harry y yo estábamos cubriendo los horarios que tenía Marco.

- ¿Te apetece ir a tomar algo?- me preguntó Harry agitando las manos por el frío que hacía.

- No puedo, quedé para recoger mi casco-  rodé los ojos. Era lo que menos me apetecía hacer después de un día tan largo.

- Ya era hora ¿Ya sabes quién vive ahí?- preguntó con confusión rascándose la nuca.

- Pues la verdad es que no, tampoco me he preocupado por preguntar..¿Soy demasiado pasota?.

- Un poco bastante, ¿quieres que te acompañe?.- se ofreció preocupado.

- No te preocupes, es una zona residencial y llevo mi otro casco por si tengo que usarlo como arma- atajé burlona.

- Bueno, cualquier cosa me avisas- añadió- por cierto, ¿sabes a qué hora llega mañana Mia?

- Pregúntale tú- me sonrojé y le di la espalda escuchado su risa de fondo. No me gustaba hablar con Harry de su hermana.

Él se dirigió hacia su coche y yo a mi moto, recordaba la dirección perfectamente y la desesperación con la que salí de la residencia al saber que Mia estaba con Marco allí. Esta vez conduje más relajada y disfruté un poco del paseo en moto.

La dejé aparcada frente a la casa, me acerqué hasta la puerta con el casco en la mano, por si acaso. Toqué la puerta y escuché unos pasos acercándose hasta ella. Por un momento me arrepentí de no haber aceptado el que Harry me acompañara.

La puerta se abrió y ante mí tenía una cara conocida, con unos ojos color miel que miraban llenos de brillo. Era la chica que solía venir a la cafetería, la de las puntas azules. No recordaba su nombre y sentí vergüenza por ello. Me ayudó con Mia el día de la fiesta.

- Hola, Cervantes.- nombré al famoso autor para disimular que había olvidado su nombre.

- Hola, Samantha. Ya me había encariñado con tu casco, va ser una pena que te lo lleves.- agitaba sus pestañas grandes con esmero, coqueteándome. Llevé mi mano al cuello nerviosa, me incomodaba como siempre que me coquetearan. 

Sonreí con amabilidad y tendí la mano para coger el casco, ella la tomó y salió de la casa tirando de mí en dirección a la moto. Me detuve en seco y ella se giró sonriente mientras yo la miraba confundida sin entender nada.

- ¿Qué haces?- Separé mi mano y la volví a llevar a mi cuello.

- Estrenar mi casco, me debes un favor y me vas a dar una vuelta.

Ese casco ya tenía dueña, ¡vaya por Dios!, ahora parece que todo el mundo se quiere hacer con él.

- Creo que el favor era un café en Liyé.- Le recordé intentando recuperar mi casco para poder irme.

- Vamos, esto es más emocionante, solo una vuelta a la manzana y te lo devuelvo.- Soltó emocionada dando saltitos.

Sabía que no iba a parar, podría darle una vuelta rápida y así poder irme a descansar, estaba agotada. Pero es que no me apetecía nada. Cuando me iba a negar debatiendo conmigo misma ya se había puesto el casco y sentado en el asiento trasero. Pensé en Mia, ella se hubiera sentado delante para conducir.

La PlaylistOnde histórias criam vida. Descubra agora