─𝐼𝐼─

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟...

“La densa niebla envolvía el bosque, ocultando cualquier referencia visual. Cada paso que daban parecía llevarlos más profundamente en la oscuridad. Sus sentidos estaban alerta, ya que no podían ver nada. El crujir de las hojas bajo sus pies y el susurro del viento en las ramas eran los únicos sonidos que rompían el silencio opresivo. La misión había comenzado y, en medio de la negrura del bosque, debían encontrar respuestas y, con suerte, al policía.”

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Continuaron avanzando en silencio, sintiendo la inquietud que emanaba el bosque a su alrededor. Athina se mantenía unos pasos detrás de Leon, vigilando su espalda mientras exploraban ese entorno enigmático. Cada crujido de hojas secas bajo sus pies resonaba en el aire opresivo, y la sensación de que algo acechaba en las sombras se volvía cada vez más palpable. La determinación y el misterio se entrelazaban mientras avanzaban hacia lo desconocido.

¿Dónde se metió? —cuestionó Leon con evidente molestia, mostrando su clara frustración ante la situación.

No entiendo cómo pudo alejarse tanto. —continuó la de ojos verdes con su dulce voz, logrando que Leon la mirara por encima del hombro.

Leon no podía evitar sentir una profunda curiosidad por la mujer, ya que era la primera vez que se cruzaban, a pesar de que ambos trabajaban para el presidente. Encontraba extraño no haberla visto antes, especialmente considerando la impresión que le había causado su belleza y presencia.

Continuaron avanzando hasta que se toparon con un ciervo muerto, lo que causó impresión y tristeza en Athina. La rubia era extremadamente sensible hacia los animales y tenía un profundo amor por ellos. Ver a una de estas criaturas en ese estado le afectó profundamente, aunque sabía que debían mantener su enfoque en la misión, no pudo evitar sentir lástima por el ciervo.

Pobre criatura... ¿Qué le habrá sucedido? —cuestionó Athina, considerando la posibilidad de que hubiera lobos en los alrededores. Esperaba que esa fuera la explicación y no algo que pudiera complicar aún más su misión.

Leon hizo una mueca al percibir el olor a podrido que emanaba del animal muerto y observó las moscas revoloteando a su alrededor. Sabía que debían continuar avanzando, pero no pudo evitar sentir compasión al ver la reacción de Athina ante la triste escena, notando su profunda sensibilidad hacia los animales.

Debemos seguir adelante. —habló el hombre rubio, tocando con cautela el hombro de su compañera en un gesto de consuelo. Fue cuidadoso, consciente de que no tenían una cercanía que justificara un contacto más íntimo en ese momento.

𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄──────LEON S. KENNEDYᵕ̈ Where stories live. Discover now