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Era medianoche, el veintiuno de junio del dos mil veintitrés había llegado.

Nunca se había atrevido a tener ninguna expectativa sobre su cumpleaños, pero ese año, en el que cumplía veintisiete años, muchas cosas habían cambiado. En ese momento de su vida tenía a un mejor amigo, o su único amigo de verdad, con el que compartía ese extraño defecto genético.

Ese joven de cabellos rubios platinados había puesto su mundo de cabeza, haciéndole vivir experiencias que antes no imaginaba posibles para él, y conocer gente nueva muy agradable, con la que se permitió abrirse a conocerlos aunque sea un poco.

Si alguien se lo preguntara un año atrás, jamás hubiese podido imaginar que todo eso le sucedería, y solo por ese encuentro en el Van Cortlandt Park.

Se encontraba en su oficina, ya con su ropa de civil; su ronda había terminado tan solo le restaba revisar fichas o llenar otras sobre los animales a su cargo, y hacer el informe de los demás de su ronda de ese día.

Tenía una hoja de papel en su mano que leía con atención cuando su teléfono sonó, de inmediato reconoció el tono de llamada e inconscientemente sonrió, sin pensarlo de más contestó.

—Hola Viktor.

Se hizo un breve silencio y luego escuchó su melodiosa voz, esa que ya conocía, entre gruesa y tersa, en un canto suave.

Happy birthday to you, happy birthday to you, happy birthday dear 'Orrass', happy birthday to you.

—¿Pero? —rio nervioso sin poder evitarlo y escuchó otra risa al otro lado de la línea— Esto no me lo esperaba.

—Feliz cumpleaños, ya eres un año más viejo.

—Gracias... no hacía falta que me llamaras tan tarde, o ¿tan pronto? —volvió a reír.

—Bueno, quise aprovechar la oportunidad.

—Gracias.

—Ahora tengo que volver al ensayo, te veo más tarde en tu casa.

—Si, no lo olvido, aunque-

—Quiero celebrar contigo, no digas que no es necesario.

—Está bien —sonrió a la soledad de su oficina—, entonces ahí te espero.

—Perfecto, hasta luego Horas.

Colgó la llamada y su sonrisa se amplió, miró el teléfono en sus manos y lo dejó en el escritorio. No se esperaba ese detalle para nada, al parecer si iba a ser un buen día, un cumpleaños real después de mucho tiempo.



Cuando el timbre de su casa sonó, sin verlo ya sabía quien era, llegaba justo a la hora que acordaron, medio día. Levantó el intercomunicador solo para confirmar y su voz lo hizo suplicando que se apresurara, que llevaba muchas bolsas consigo, hizo caso y salió a su encuentro en la puerta del ascensor. Cuando las puertas se abrieron lo encontró efectivamente cargando varias bolsas de papel en ambas manos, solo atinó a reír y ofrecer su ayuda.

—Pero... has traído para comer por tres días —estiró la mano para coger algunas bolsas pero Viktor solo avanzó a su lado sin aceptar.

Se dejó llenar de la sensación de tranquilidad y entusiasmo, aunque esa segunda emoción de seguro emanaba de él mismo.

—Cinco... Si, creo que exageré un poco —él solo rio nuevamente y haciéndole entrar a su casa cerró la puerta—. En la cocina ¿no?

—Claro, con cuidado, ya sabes dónde, siéntete como en casa.

empathy |LGBT| finalizadoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora